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Ponce Engrandece su Historia en Manizales
Ponce engrandece su historia en Manizales, a hombros en su despedida junto a Juan de Castilla
Sebastián Castella dejó una de sus mejores faenas en esta plaza pero no pudo refrendar el triunfo tras el fallo con los aceros
Redacción: Paulo Andrés Sánchez Gil
DOMINGO 12 DE ENERO DE 2025 - Enrique Ponce dijo adiós a Manizales, y la despedida fue como fue su trayectoria en esta plaza, triunfal, y en maestro. Todo emotividad, la plaza rendida a un torero épico, de época y que sin duda también es pilar de la identidad taurina de Manizales.
Al cuarto de la tarde, el de su despedida, lo cogió Ponce en la primera serie cayendo a la arena de mala manera, pero sin consecuencias, volvió a la cara del toro para convertir el momento en un milagro, convertir al toro que fue un manso en la materia prima para arrancarle las orejas. La síntesis de su magisterio en esta faena en la que había mucho sentimiento comprometido de esta afición con la que estableció un idilio de décadas, y para la que a partir de hoy nace el mito. Las dos orejas a la faena y a la gratitud que esta plaza tiene con el maestro.
Al que abrió el festejo le cortó una oreja. Hubo suavidad a la verónica, y en la media de remate. El quite por chicuelinas fue sobrio, la media y la larga de remate muy ovacionadas. Las primeras series muy estéticas, de figura muy compuesta, aprovechando la sosa acometida del toro. Los naturales no calaron tanto porque por allí el toro transmitía menos. Siempre estuvo Ponce por encima de las condiciones del toro.
Juan de Castilla definitivamente tiene una raza y una afición a prueba de todo, y sin techo. Al último toro de la corrida y de la feria, lo dominó y le sacó el poco fondo que tuvo. Una faena medida, justa, sin alardes innecesarios, una faena de corazón y raza, y de toreo caro y en dosis perfectas. Una serie con la izquierda, rotunda, un final de infarto con cinco manoletinas de rodillas se volvió anhelo de triunfo de toda la plaza que estaba con él, y con el espadazo confirmó todo.
Al tercero también le propinó otra lección de mando. El comienzo de faena fue la apuesta de poder de Juan, con el toro renuente a pasar. Pero luego se impuso a base de valentía, sin olvidar el temple. Dos series con la derecha refrendaron el sitio que ya tiene, el que le ha permitido tener el cartel que hoy tiene en Madrid. De haber matado bien hubieran sido irrefutables las orejas.