SAN ISIDRO: QUE HABLEN…

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Redacción: Marco A. Hierro – Cultoro.com – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo

Joselito Adame se adueña del foco del toreo tirándose a matar sin muleta a un toro al que había toreado primorosamente al natural; herido Espada en el toro de su confirmación y sin suerte Ginés

Madrid – España. No le hubiera hecho falta para cortar una oreja. El primor del toreo al natural que había desplegado Joselito Adame con el mortecino sexto bastaba per se para pasear una oreja en Madrid de haber matado por arriba al animal de El Torero. No le hubiera hecho falta de conformarse con pasear un nuevo trofeo en esta plaza, donde ya se ha dado varias vueltas al anillo. Y, sin embargo, cuando faltaban dos minutos para las nueve de la noche y se perfilaba el mexicano para despenar al animal un fogonazo de ambición le hizo tirar el trapo al suelo, apuntar al morrillo altiricón del negro toro y tirarse encima para fulminarlo de un estoconazo. Y el foco del toreo ensombreció todo lo demás: ya sólo existía Joselito y su orejón en Las Ventas. Que hablen…

Porque no es fácil conseguir que hablen del lentísimo toreo a zurdas del mexicano más que unos cuantos miles que saben lo que allí se hizo. No es fácil que valore el público generalista la manera de sobar arrancadas, de perder pasos, de apuntalar voluntad y de poner en ritmo a un toro ayuno de él. No es nada fácil porque ese público no sabe -no tiene por qué- lo complicado que es lograr ese objetivo, el oficio que debe tener un tío para estar tan seguro de sacar las arrancadas buenas del fondo del animal. Ese público, que es mayoría necesaria en el toro, es capaz de valorar -y ponderar- las evidencias, pero tiene más difícil saborear los matices. Por eso Joselito decidió hoy inmolarse en el sexto o alcanzar la gloria, pero sobre todo sabiendo que hoy iban a hablar de él.

Que hablen de cómo decidió jugarse la vida primero, la carrera después y la segunda tarde en este San Isidro en el mejor de los casos porque tiene la ambición para exigir la admiración y no sólo los comentarios. Que hablen de cómo un tío multirrico en su país, figurón máximo del toreo más allá del charco y mandón de mandones cuando se pisa México decide jugarse el cuero con la máxima verdad por delante porque no le vale ese estatus si no lo consigue en Europa. Y si honrar el vestido de luces tiene mucho de aprovechar los momentos, ser torero es también generar los detalles. No para pasear un despojo, sino para abrir las puertas de la historia. Lo mismito es la mamá, que la mamé…

Dos paseaba el pasado jueves un Ginés Marín al que hoy le tocó palmar. Y palmó con decepción, pero con mucha dignidad. Porque no se puede ganar siempre en el toro, y no es nada fácil lo que él consiguió en Madrid. Ahora lo sabe porque lo vivió en propias carnes, y porque ni al feble e inválido tercero -que permaneció en el ruedo por mor de un presidente mal aficionado que le escamoteó un toro al público y una oporticha del Festejounidad al torero- ni al reservón y peligroso manso que hizo quinto les dio por morrar un poquito en la muleta del extremeño. Y sin toro tiene poca opción un veinteañero con potencial pero escaso en el bagaje y el oficio. De él ya hablaron el jueves.

Y de Espada hubiesen hablado de lucir más limpios los finales en los muletazos pulcros y bien trazados que quiso dejarle al primero, el toro que le confirmaba como matador en ese juego. Hubo firmeza y hubo aplomo, hubo intención de torear con largura y consecución de algunas metas, pero los enganchones del final sucio del de El Torero y la frialdad de enfrentarse al primero de la tarde le restaron mérito a lo mostrado con el trapo. Por eso al tirarse muy derecho a matar al torete se encontró con la tarascada que continuó cuando cayó al suelo. Allí lo pisó y lo pateó de tal forma que le golpeó la cabeza e inconsciente entró en la enfermería. Se había acabado su tarde y con una oportunidad menos de que terminasen hablando de él.

Porque lo suyo fue al principio y lo de Joselito al final. Y con el toro que había enlotado Espada. De ambas cosas podrán hablar los que lo vieron, pero de lo de Adame hablarán también los que no. Y buscarán tardes de Antonio José Galán, de Andrés Sánchez o de Iván Fandiño. Y mirarán las hemerotecas los profesionales, y esperarán los datos los que lo oyeron mientras copean esta noche de sábado. Lo harán sin duda, y José habrá cumplido su objetivo. Porque lo importante -siempre- es que hablen…

Ficha del Festejo

Plaza de toros de Las Ventas. Decimosexta de la feria de San Isidro. Corrida de toros. 17.272 espectadores. Seis toros de El Torero, muy justos de presencia, feos de hechuras. Pasador y obediente sin finales el feble primero; pasador de línea recta sin poder el segundo; inválido el noble tercero; de mortecina nobleza el soso cuarto; manso con peligro el reservón quinto; de calidad sin poder ni gracia el flojo sexto. Joselito Adame (azul rey y oro): silencio, silencio y oreja. Francisco Espada, que confirmaba alternativa (coral y oro): herido. Ginés Marín (esmeralda y oro): silencio tras aviso y silencio.

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