LA VETUSTA PLAZA DE BUENAVISTA

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Redacción: revista 6 Toros 6

Desde la distancia, la plaza de Oviedo luce esplendorosa y muy viva, rodeada en su mitad delantera por altos y frondosos árboles; vista de cerca, la plaza es una auténtica ruina, muerta y enterrada desde hace casi tres lustros. Cerradas a cal y canto todas las puertas, tapiadas las ventanas, desconchada la fachada y descolorida la pintura, nada le queda de su antiguo esplendor provinciano.

Nada se ve tampoco de su interior, sólo a través de una ventana rota cercana a la puerta de cuadrillas se aprecia una habitación en la que parece que ha estallado una bomba.

Uno, la verdad, entiende mal el afán destructivo y vandálico de algunos. La plaza de Oviedo cerró sus puertas para no volver a abrirlas el 21 de septiembre de 2007, con
Jesulín de Ubrique, El Cordobés y Rivera Ordóñez en el cartel de la feria de San Mateo, y desde entonces el coso de Buenavista (que así se llama y, pese a todo, la sigue teniendo) es una más de las muchas plazas de toros que han cesado en su actividad desde aquel ya lejano 2007. Sólo han pasado trece años, pero en la fiesta de los toros han sucedido tantas cosas (algunas muy buenas y algunas muy malas) que ese tiempo tan breve nos parece un mundo. ¿Qué tiene que ver la Fiesta expansiva de

los 2.341 festejos de ese año 2007 con la Fiesta encogida de los 1.063 en 2019? ¿La Fiesta de las 1.108 corridas, 708 novilladas y 525 de rejones en 2007 con la Fiesta de las 468 corridas, 270 novilladas y 325 de rejones en 2019? Las plazas de Barcelona, Vitoria, Écija, Andújar (tiene programada la reapertura para el 28 de marzo) y, entre otras muchas, Vinaroz, dieron toros aquel año y ya no los han dado en 2019, y aunque todos digamos lo contrario, lo cierto es que parece que nos estamos acostumbrando a que la Fiesta sea cada vez más pequeña en festejos y más raquítica en plazas. Y lo triste es que parece que se trata de un proceso imparable e irreversible, porque hay cuatro factores fundamentales que juegan en contra del toreo: el económico, el político, el social y el cultural. Si la actuación de uno sólo de ellos sería suficiente para hacerle un daño grande a la Fiesta, es fácil imaginar (realmente sólo hay

que mirar un poco a la calle) lo que puede pasar tras la suma de los cuatro factores, que es lo que está pasando en estos momentos. Está claro que también hay elementos económicos, políticos, sociales y culturales favorables a la tauromaquia, de manera que nos encontramos inmersos en una lucha que en muchos momentos tenemos la sensación de ir perdiendo y en muy pocos de ir ganando.

La plaza de Oviedo es un edificio de propiedad municipal protegido legalmente, de manera que ni se puede derribar ni tampoco transformar en su estructura (salvo cambios legales que quizá algún día se acometan), de ahí que el Ayuntamiento parezca que está esperando a que sea la propia plaza, con su ruedo y tendidos invadidos por la vegetación, la que tome una drástica e irreparable decisión sobre su futuro. Entre las varias pintadas que hay en la fachada, me llamaron la atención tres: la primera por su malvada ignorancia hacia la situación legal de la plaza, la segunda porque en el fondo tiene su gracia y la tercera porque parece (aunque no lo sea) la respuesta evangélica a las anteriores por parte de un aficionado esperanzado. Por ese orden, las frases son las siguientes: “Pza. toros democión. Bolera Asturiana construcción”, “Bolos sí, toros no” y, por último, “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Juan 11.25”.

Por fortuna, el aficionado ovetense en particular y asturiano en general, no está desasistido de toros, pues a un tiro de piedra se encuentran la pujante plaza de El Bibio de Gijón y su importante feria de Begoña, ambas tan vivas. No estamos hablando de que falten festejos taurinos en ese bello entorno, porque no faltan; estamos hablando del voluntario abandono y ruina en que se encuentra la plaza de Buenavista, desasistida como otras muchas de los poderes públicos que tienen la responsabilidad (legal e histórica) de conservar los edificios protegidos que en su momento tanto aportaron a la ciudad. Parece ser que desde el Ayuntamiento en algún momento han manifestado que en un futuro (lejano, se supone) quizá acometan la restauración de la plaza, aunque dicen que no con la intención de que
vuelva a acoger festejos taurinos. Quizá entonces construyan allí esa Bolera Asturiana que sin duda tanto necesita, y lo digo sin ironía, la antigua Vetusta.

Como el lector sin duda alguna habrá comprendido, este artículo no pretende ser sólo una reivindicación de la plaza de Buenavista de Oviedo (que también, claro), sino un grito de horror ante ese medio centenar muy largo de plazas de toros que han cerrado sus puertas en los últimos años. Ese es el auténtico drama de la Fiesta.

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