Manizales: Honradez y Vergüenza Torera

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El ánimo, la integridad de obrar bien, la justicia y la rectitud, el común denominador de la terna en Manizales, lo más relevante por su gran maestría, lo del torero francés Sebastián Castellá.

Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora – En el Callejón – Web Aliada

Manizales – Colombia. La estadística de la tercera corrida de abono en Manizales, nos da como gran triunfador de la tarde al Maestro Sebastián Castellá indiscutiblemente, que interpretación, que manera de conectar con los tendidos, de entender los toros, de aprovecharlos de principio a fin, que caballerosidad con el trato a su cuadrilla, que sensibilidad con el sentir de la ciudad, del público, que humildad con los gestos de cariño de los jóvenes, que Señor, definitivamente la fiesta del Toro bravo, ajeno a lo que pueda expresar cualquier contradictor, es una escena que expresa la vida de bien de la humanidad: respeto, comprensión, sensibilidad, aprecio, verdad, superación, trabajo, disciplina… En el mundo del toro, se gana a pulso, no se regala nada y se entiende que la vida también llega a su fin, tiene la muerte, esa que es inmersa en la vida y que se puede asumir, como todo el mundo quiere, con dignidad, otro enorme valor. El toro bravo se reconoce, se le ve su franqueza en el encuentro con el torero, franqueza el común denominador, se puede decir que el “Barco” no naufragó, haló con guaya gruesa a Las Ventas del Maestro Rincón, dehesa ausente de las plazas de primera categoría por varias temporadas, que ejemplar tan interesante y que fortuna en las manos que cayó, sin duda alguna la combinación de honradez y vergüenza torera.

Paco Perlaza fue la cuota colombiana que dejó en el albero manizalita honradez, natural en esta liturgia que sus comparecencias no tenga relevancia porque sin toro no hay alegría, su lote no fue histórico en lo positivo, al contrario, vino a menos, descastados, sin codicia, mirones, parados, ajeno a las labores propias de la lidia, por dentro estas tres láminas no traían mucho, o mejor con el respeto debido, nada de nada. Una pena para el caleño, que durante toda su carrera siempre se ha jugado el tipo, por algo se ganó el cupo para esta feria.

Álvaro Lorenzo es un torero joven que acuña virtudes excepcionales, sus ejecutorias de mano baja, con mando y temple son una sensación, los toros en turno pasaban, sin mayor casta y la forma introvertida del toledano, no ayudaron a ver de manera más taurina sus actuaciones, una pena enorme, porque su concepto recrea la virtud del buen torear. Honradez y vergüenza torera toda puesta en esta tercera del abono de la capital caldense, el “Barco” encontró buen timonero y por fortuna no naufragó.

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