¿Qué es la Hispanidad? ¡Ah! sí yo lo supiese. Miguel de Unamuno remató así en 1927 un ensayo breve que ahora citan como redefinición… de que no hay definición, supongo.
Pero sí hay, muchas, cada quien puede llevar la suya. A mí me viene la nada original, de que la patria es el lenguaje y la hispanidad el español. Que también comparten quienes repudian ambos. Porque, ahí está todo, pasado, presente y posible futuro, en ese conjunto de citas, tradición, cultura que hablamos.
El 12 de octubre, para unos “día de la hispanidad”, para los españoles ahora: “Fiesta nacional de España”, se festeja por casi toda América. Desde Estados Unidos, segundo país hispanoparlante del mundo: Columbus day, hasta Argentina: de la diversidad cultural, pasando por Nicaragua: día del locutor(alegórico), México: de la Raza, Venezuela: de la resistencia indígena, Bolivia:de la descolonización, etc. Diferentes nombres para lo mismo, ingeniados a conveniencia por políticos, que mejor deberían recitar con Borges: “Nadie es la patria, todos lo somos”.
Y esos festejos conmemorativos del gran encuentro hispanoamericano que hace medio milenio nos volvió a emparentar (todos descendemos de Lucy), hasta no mucho antes eran con corridas por allá y por acá. Tanto, que se decía: “la hispanidad son los toros”. Ya en estos tiempos de horror y animalismo sobre humanismo, no. Porque taurinamente hablando, la fiesta ha quedado acorralada en pocas plazas. Este año: Madrid, Sevilla, Zaragoza y algunas fieles poblaciones menores de la península, México, Perú y Colombia.
Sitios en los cuales, el perseguido rito pervive abierto ceremoniosamente con himnos nacionales. Pese a las viejas recriminaciones de familia, justificadas y no, secuelas de la conquista, colonia y guerras de independencia, más que del mutuo “descubrimiento” en sí.
Las culturas indígenas (dominadas y exterminadas) eran tan brutales y crueles como la cultura española (dominante), regañó Luis García Montero director del Instituto Cervantes en la efeméride. Y yo, viendo noticieros, no se cuanto menos brutales y crueles resultarían todas las actuales y pasadas juzgadas con igual realismo. La historia universal es infame.
Por ejemplo, el pasado sábado (12) en la cruenta corrida memorial de la capital española, contra el clamor popular, le cerraron la Puerta grande en las narices al único americano del cartel, Colombo (como el Genovés, para más inri). Sin embargo, en los demás lugares abundaron las felices procesiones a hombros de unos y otros, hermanados en la evocación del grito castellano con que Rodrigo de Triana despertó a los dos de la mañana la “hispanidad” hace ya 527 años.