Entendió Madrid el concepto clásico y personalísimo del sevillano, que paseó un premio del sexto; bien pero sin despojos estuvo Talavante y brutal cogida a Fortes, afortunadamente sin cornada grave.
TEXTO: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO
Alejandro Talavante, Fortes y Pablo Aguado –que confirmaba su alternativa en sustitución de Ureña- trenzaban el paseíllo este viernes en la primera de la Feria de Otoño madrileña. Un lleno en los tendidos acompañaba un festejo en el que los protagonistas eran los toros de Victoriano del Río.
“Bolero”, de Toros de Cortés, con 523 kilos de peso, era el primero de la corrida, animal de la confirmación de alternativa de Pablo Aguado. Extraordinario fue el capote de Pablo Aguado para saludar al animal de su confirmación, un toro al que picó Mario Benítez y al que entró al quite por chicuelinas garbosas el sevillano. Respondió por gaoneras con mayor voluntad y figura que pulcritud, también respondiendo Aguado por delantales. Tras la ceremonia de la confirmación de alternativa, el hispalense brindó al cielo, en recuerdo de su padre. Firme, tranquilo, valiente anduvo el torero ante un animal que tenía movilidad pero el constante cabeceo y varias coladas deslució su condición. Supo sobreponerse a la cara suelta el joven ante un animal noble, de fondo justo y media humillación. Metió la espada trasera pero efectiva.
541 kilos pesaba el segundo de la corrida, número 41, primero del lote de Alejandro Talavante, al que el extremeño saludó con alguna verónica aislada de buen trazo. Tras la ceremonia de devolución de trastos, con la mano izquierda directamente se fue al centro del ruedo para instrumentar una tanda por ese lado con mayor efectividad en el tendido que ortodoxia en las formas de la figura. Mantuvo la transmisión el de Victoriano del Río, destacando especialmente Alejandro en la colocación y ejecución del pase de pecho de la segunda serie. A diestras fue la tercera tanda en redondo, con un toro que mantenía el motor. Buena fue la serie a zurdas de finalización de faena, en la que el matador se desplantó hacia el tendido. Luego pinchó al animal, entrando el acero a la segunda.
“Frenoso” llevaba por nombre el tercero de la corrida, primero del lote de Fortes, al que el malagueño cuidó en los primeros compases. A Ureña fue el brindis del torero, que instrumentó una labor que quiso comenzar por estatuarios pero la falta de fuerza del astado le hizo venirse abajo. Cumbre fue la primera serie, sin duda junto con la última las más granadas de la faena. Por momentos amontonada fue una labor que sí tuvo momentos de mucha belleza, pero aislados, lo que hizo que no calase en el tendido el conjunto final de la obra. Defectuosa fue la estocada final. Una voltereta le propinó a Ricardo Izquierdo con la espada dentro.
Número 175 era el cuarto, segundo del lote de Talavante, que le echó las manos por delante en el saludo capotero Miguel Ángel Muñoz. Desacompasados fueron los movimientos de un animal que fue protestado mucho en los primeros tercios de la lidia, un toro con falta de fuerza que el palco decidió dejar en el ruedo. Tenía prontitud en el inicio de la faena de Talavante, que le planteó el toreo por la derecha en el prólogo muleteril, pero ya se quedaba cortísimo y se defendía precisamente por ese defecto. Toro totalmente inválido. Pinchó, además, Talavante.
Serio de estampa era el segundo del lote de Fortes, un quinto con poco cuello con que el malagueño no pudo lucirse de inicio, siendo devuelto por su invalidez para la lidia. De Conde de Mayalde fue el sobrero, muy metido en edad, con casi seis años. Fue un toro deslucido que en la suerte suprema, el de Conde de Mayalde lo zarandeó durante más de veinte segundos y estuvo a merced del animal tras una doble actuación de exposición máxima. Rápidamente se lo llevaron sus compañeros a la enfermería.
A pesar del desconcierto de los primeros compases de la lidia del sexto, Pablo Aguado consiguió imponer su personalidad al de Victoriano del Río, con el que consiguió momentos de interés especialmente por la mano zurda. Se cruzó el joven, intentó componer, consiguió momentos de calado y gustó mucho su concepto. Condición geniuda tenía su oponente, y en retazos artísticos transformó esa violencia el sevillano, que se sobrepuso a los constantes cabeceos y a los enganchones que por momentos le propinaba el toro para componer con muchísimo gusto. Una tanda a diestras llegó con mucha fuerza arriba. Tras espadazo un punto tendido pero efectivo, paseó oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Primera de la Feria de Otoño. Corrida de toros. 20884 espectadores.
Toros de Victoriano del Río, un primero de Toros de Cortés y un sobrero quinto de Conde de Mayalde. Noble, de fondo justo y media humillación el primero de Toros de Cortés. De raza justa el obediente y voluntarioso segundo. Informal y deslucido el tercero, de arrancada sin ritmo. Inválido de una mano el impedido cuarto, de buena intención. De viejuno ademán e informal nobleza el desordenado quinto bis.
Alejandro Talavante, ovación y silencio.
Fortes, silencio tras aviso y herido.
Pablo Aguado, ovación y oreja.