¿Y qué tal el VAP?

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Frescos los recuerdos de un “mundial”, el de San Isidro. Absortos en otro, el del fútbol, y urgidos por quienes claman —¡Una fiesta en onda con los tiempos que corren, o muerte! —la fantasía tienta la vanidad.

No hace falta genio para desatar revoluciones. La ocurrencia basta. En Rusia, por ejemplo, el gran protagonista del torneo que hipnotiza el público universal, no ha sido ni Ronaldo y sus goles a trío con arquero y árbitro, ni la soñolienta displicencia de Messi, ni las agonías cómicas de Neymar.

No señor. El show se lo ha robado el VAR (video assistant referee) que debutó en la historia dando un penal a Francia. Y de allí en adelante, sentenciando goles, desenmascarando culpables, deshaciendo entuertos, decidiendo partidos y quizás, al final designando el campeón.

–¡Qué cabezazo sería proponerlo para las corridas, ahora que andan tan tiradas a lo esnob! –Me luciría, pensé.

De hecho, hay camino recorrido. Las transmisiones de televisión en directo, que con sus múltiples ángulos, repeticiones y cámaras lentas dan mayor dominio y precisión al observador.

Imagínense, media docena de veedores, frente a una batería de monitores, asesorando a Usía para que sus pañuelos fueran infalibles. Adiós pataletas, rechiflas y coritos irreverentes como, “A quien defiende la autoridá” o “Fuera del palco”. La plaza ganaría etiqueta y mansedumbre.

Ambiente más propio a la delicadeza de los ansiados nuevos públicos. Desaparecerían anacronismos como la bronca por no premiar la faena de Fortes, la otra por premiar doble la de Castella, Cayetano difiriendo la recepción de la oreja en medio de un torbellino pasional, el rechazo a la repentina vuelta al ruedo de “Asturdero”, o el peor por la negada a “Chaparrito”.

Habría que probar el VAP (video assistant president) y contar su rendimiento en la taquilla, que hoy es lo que justifica todo. Si pasa, por favor no olviden que yo lo propuse primero. Es mi boleto a la inmortalidad.

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