Oreja de Manso

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Joselito Adame oficia una faena que se daba por imposible y con tremenda estocada corta oreja no unánime. También ovacionado en su primero, como Curro Díaz. Juan del Álamo silenciado. Cero bravura.  

Joselito Adame, parece haber ingresado al selecto grupo de toreros con barra brava contraria propia en Las Ventas. Una intolerancia, que no exigencia, rayana en la tirria. El quinto, de amenzante cara, se escupió tres veces del caballo, lo cazaron en la puerta, se dolió al castigo y huyó, rehusando capotes. Hizo sudar a los banderilleros y se negó a la muleta escapando en contrario sin vergüenza tras cada encuentro. Los hooligans de este «mundial», cargaron contra el torero, claro. Pero el mexicano que había declarado con sinceridad y sin altanería, “Soy torero para cualquier plaza y cualquier feria”, ignoró la hostilidad, y no se rindió. Sobó y sobó al cobarde que hasta pateó. Nadie daba nada por eso.

Pero la constancia cuando es asertada premia. En la querencia (toriles), le pisó los terrenos, lo metió en la muleta y le obligó a seguirla en redondo, por abajo, cuatro veces, y al desistir le giró en la regiomontana, sorprendiéndolo y atrapándolo de nuevo. Parando, templando, ligando, mandando, tres, cuatro tandas increíbles, así. El público entregado. Los ayudados por bajo y un estocadón fulminante tiró patas arriba el imposible a sus pies.

¿El toreo no se hizo para eso? ¿Para todos los toros, mansos incluidos? Entonces los irascibles, pillados in fraganti, contestaron con saña ruidosa, sin embargo cuándo la gran mayoría obtuvo la oreja su despecho fue ahogado por las ovaciones.

Con el segundo, pareado con lujo por Miguel Martín y Fernando Sánchez que saludaron, empezó por estatuarios una faena que pareció tomar vuelo, mas a la que la perdida de acometida fue restándole fuste. Puso la espada delantera y desprendida pero efectiva y el saludo por supuesto alborotó las malas pulgas de sus malquerientes.

Curro Díaz, poco pudo decir con la capa en el primero. Ya pañosa en mano, le pasó genuflexo siete veces y enhebró lo mejor que hizo en la corrida, cuatro derechas y uno de pecho con su reconocido donaire. De los naturales, algunos destellaron aislados entre la medianía.  En esas estaba cuando “Letrilla” con la pata trasera lo zancadilleó, le recogió del suelo con los pitones lanzándolo alto y buscándolo a puñalada limpia en la caída. Fuera de la paliza, nada más por milagro. Volvió el linarense sin dolerse con una tanda diestra, otra natural de cinco y tres ayudados antes de poner el acero bajo. La ovación consoló. Al cuarto, le hizo un planteamiento similar, pero además de manso era bronco, punteaba y tiraba los pitones arriba. En una de esas le golpeó el brazo izquierdo, sin haber podido domarlo. Pinchó hondo y descabelló en silencio.

Juan del Álamo, se las vio con dos insulsos en todos los tercios. Pitados ambos en el arrastre. Bregó y bregó, pero sin demasiada cercanía. Para qué hacerse coger. Terminó con uno de espadazo desprendido saliéndose y con el otro de fierrazo similar pero tendido e inocuo, que obligó tres golpes de cruceta y un aviso.

Variopinto el cinqueño encierro de Alcurrucén. Dos negros, dos colorados, dos castaños y entre ellos, listones, chorreados, luceros, salpicados, ojalados, girones… Bueno, de trapío también diversos. Dos, el cuarto y el quinto, aunque bien armados, con poco remate y menos culata, rozando la media tonelada que para Madrid es poco. Los otros bien. El asunto fue la no bravura, el espectáculo nada edificante de repuchar y hasta cocear en los petos y no pocas veces en los engaños. Con algo de raza, primero y segundo, se fueron pronto a menos. El quinto, manso descarado. La edad y la presencia de cuatro de ellos, da puntos, mas no los suficientes.

Casi lleno para una tarde con muchas incidencias. La mansedumbre es una versión propia del toro de lidia y verla torear también es grato a los ojos de los aficionados. De los buenos digo.

FICHA DE LA CORRIDA

Madrid. Sábado 19 de mayo 2018. Plaza de Las Ventas. 12ª de San Isidro. Nubes. Casi lleno. Seis toros de Alcurrucén, cinqueños, dispares de presentación y en diversas versiones de la poca raza.

Curro Díaz, saludo y silencio.

Joselito Adame, saludo y oreja protestada.

Juan del Álamo, silencio y silencio tras aviso.

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