Al Calor de las Trincheras

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Redacción: Javier Fernández-Caballero

lunes 17 marzo, 2025 – Luque sella una obra genial a un «juampedro» de gran clase y le corta la oreja, que debieron ser dos por culpa de un pinchazo; De Justo también arruina con el acero una sólida obra al sexto bis, mientras que Castella pecha con el peor lote.

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Daniel Luque pide el cambio de tercio © Carlos Giménez

Al calor de las trincheras nacen las más geniales creaciones del ser humano. Al refugio de la dureza se construyen las más perspicaces e ingeniosas de las creaciones. Y es en la oscuridad de la dificultad, cuando se aprende de veras el camino para encontrar la libertad. Por todos esos trances ha pasado el Luque que hoy selló una de las faenas de su vida en Valencia, y por eso la obra que esculpió en la calle de Xátiva escondía un poco de cada bache que el camino le ha puesto… para parir en sublime genialidad el conjunto de una faena cincelada al calor de las trincheras.

Privilegios del aficionado ver el saludo de capote que Daniel recetó a ese primer toro de su lote, un segundo ‘Bachicho’, bajo y bien hecho, con cara de embestir, al que le meció la capa con una cadencia extraordinaria. Y la media y la larga, un poema ambas. Por ajustadas chicuelinas quitó Emilio de Justo tras las medidas varas de El Patilla. Habilidosos los pares de Raúl Caricol y Jesús Arruga, provocando la embestida del animal ante su tarda arrancada. Al tendido fue el brindis de Luque, que inició por ayudados con una esencia paranormal. Como paranormales fueron las dos primeras series por derechazos, sin un toque de más para aprovechar la dulce inercia del toro, aguantando los embroques para torear con el hombro hundido y el mentón en el pecho la embestida, sin un zapatillazo que desgobernara el propio gobierno que suponía en sí mismo el conjunto de dos series rotundas. No era el mismo el toro al natural, pero sí el torero, que entregó su alma en cada proposición y dio el pecho en cada embroque, soñando cada viaje que embaucó por abajo. Una locura lo de Luque en una obra de intensidad, temple y poso. El final, por fulgurantes circulares y luego luquecinas de tragar quina. La lástima fue el pinchazo previo a la estocada. Oreja con mucha fuerza.

‘Paparrucho’ se llamaba el cuarto, de 574 kilos, toro con caja y serio, con el que se echó de rodillas Luque para torearlo a la verónica, y ya erguido soltó media docena de bello y templado trazo. Lo cuidó en el caballo El Patilla, y luego Raúl Caricol tuvo que echarle alta la capa para que no perdiese las manos. Le puso a Jesús Arruga en la cara los pitones en su par. Tenía que cuidar mucho los toques y embaucar con dulzura el tranco de un toro cogido con alfileres, al que dejó muletazos con ajuste en una obra que no rompió por la condición del toro.

Antes, la tarde la había abierto en la puerta de chiqueros Sebastián Castella con un toro de muy seria estampa al que le dio un afarolado en el que el animal le pasó como un obús. Luego enlazó con una serie de verónicas de firme trazo -más que pulcro, por la temperamental embestida del animal- y una media en el mismo centro del anillo. Fue tardo a la hora de embestirle al pero de José Bernal y le echó la cara arriba, flojeando en la segunda vara. Buenos los pares de José Chacón y Alberto Zayas. No fue el inicio de faena que más ayudó a la endeble condición del toro, porque aunque fue plástico y hubo dos trincheras de mucho sabor, las alturas no eran las propicias para ello. Y lo entendió Sebastián en la primera serie por la mano derecha, ya a media altura, con el toro protestando el engaño, pidiendo dulzura en toques y trazos. Puso empeño, pero luego un desarme terminó por deslucir la obra, que fue intermitente. Con el toro ya apagado en los medios, intentó porfiar sin éxito. Pinchó además al animal en dos ocasiones, dejando una estocada contraria y baja a la tercera.Al cuarto le faltaba la fuerza y tendía a defenderse. Y tuvo que tapar Sebastián esos defectos. Toro sin entrega con el que porfió el de Béziers en el final de obra, dejando una media estocada agarrada y un descabello.

La otra gran faena de la tarde la dejó Emilio de Justo al sexto bis, al que dejó verónicas de buen son y, aunque tenía cierta calidad de inicio, tampoco estaba sobrado de fuerzas. Se le cuidó. Tras brindar a El Soro -con diana floreada preceptiva- fue Emilio construyendo una obra con firmeza e inspiración, aprovechando la humillada embestida del animal, dejando dos series iniciales por derechazos hundiendo la mano y recreándose en los finales de serie, especialmente en un pase de pecho de casi 360 grados. Por la izquierda se la quería comer por abajo el toro, pero su fuerza era otra, y ya estaba venida abajo su condición. Por eso se los robó de uno en uno Emilio, componiendo con gusto en un epílogo de faena con calado. Junto con las manoletinas con el compás abierto antes de un doble pinchazo, lo que evitó el premio. Antes, al tercero Emilio de Justo le dejó una larga cambiada en el tercio y luego debió andarle hacia atrás porque apretaba una barbaridad, perdiendo las manos tras el recibo. Y tras las varas de Juan Bernal, pero se mantuvo en el ruedo. Le costó banderillear a la cuadrilla del cacereño precisamente por esa arrancada tarda del animal. Y ese mismo problema se lo encontró Emilio cuando le planteó faena al toro: tuvo que poner mucho empeño por ambos lados porque estaba agarrada al piso su embestida. No hubo más posibilidad, más que la porfía del torero, que acabó de una estocada

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Valencia. Feria de Fallas. Octavo festejo de abono. Corrida de toros. Media plaza en tarde desapacible y entoldada.

Toros de Juan Pedro Domecq, correctos de presentación, el sexto como bis. A media altura la embestida de un primero que acabó protestando; de gran clase y de embestida templada la del segundo, aplaudido en el arrastre; agarrado al piso y muy a menos el tercero; Le faltaba la fuerza y tendía a defenderse el cuarto, sin entrega; cogido con alfileres por su poca fuerza el quinto; devuelto el sexto; con entrega y humillación el buen sexto bis.

Sebastián Castella (grana y plata): silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Daniel Luque (grana y oro): oreja y silencio.

Emilio de Justo (blanco y azabache): silencio y ovación.

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