Este trabajo fotográfico del segundo festejo taurino de Manizales se aleja de la ostentación para centrarse en la simplicidad y la sutileza de un buen registro. A través de la modestia, las imágenes capturan la esencia del arte taurino, donde cada detalle importa, pero sin necesidad de destacar más de lo necesario. La cámara, quieta y atenta, se convierte en un testigo silencioso del valor de la precisión y el respeto a la tradición, sin buscar protagonismo, sino simplemente mostrar lo que sucede en el ruedo con honestidad.
Redacción: William Cortés
Manizales – Colombia. La fotografía taurina, cuando se realiza desde la modestia, se convierte en un ejercicio de respeto hacia lo que se está observando. En este segundo festejo taurino de Manizales, el desafío no está en buscar la perfección, sino en capturar la autenticidad del momento. Cada imagen se presenta como un testimonio discreto, una visión que, sin sobresalir, resalta la belleza de un arte que se construye en el silencio y la dedicación. Es un trabajo donde la precisión y el enfoque no gritan, sino que susurran en cada clic.
El segundo festejo taurino de Manizales ha sido un escenario perfecto para la modestia de la fotografía. No se trata de inmortalizar los grandes momentos con una intención de resaltar, sino de capturar lo que ocurre sin distorsionar la realidad. La cámara, tranquila y atenta, busca reflejar el alma de la tauromaquia desde una mirada respetuosa y serena. Es un trabajo que no pretende deslumbrar, sino rendir homenaje al arte taurino a través de un enfoque humilde, donde cada imagen tiene su propio valor sin necesidad de adornos.