10 toros, 5 hierros, 180 minutos, un presidente inepto y un torero en Las Ventas: Juan de Castilla

Iñaki Sanjuán aceleró la debacle de Bañuelos con devoluciones precipitadas mirando sólo al tendido más vociferante y ninguneó la petición de oreja al colombiano, que dio una vuelta al ruedo

Redacción: Gonzalo I. Bienvenida-Elmundo.es

El presidente Iñaki Sanjuán se metió en un túnel sin salida al devolver al segundo de Antonio Bañuelos. Fue la primera de las piezas de dominó que desmoronó la corrida de Antonio Bañuelos. Todo empezó por obedecer con sumisión a las protestas de un sector. Los presidentes deben tener criterio propio no actuar por miedo a la presión del «7». La devolución del primer toro, que había embestido con clase, atiende a una falta de conocimiento inaceptable en la primera plaza del mundo. El comisario Sanjuán lejos de reconocer su error comenzó una procesión de devoluciones que arruinaron el espectáculo. Cuatro toros devueltos.

Los dos primeros que se devolvieron requirieron afición, paciencia y conocimiento para esperar que se afianzaran. Merece la pena cuando embisten bien, presidente. Prefirió escuchar las voces discordantes sin esperar a ver el interior del toro después de cinco años de cría (la corrida prácticamente cinqueña). La Comunidad de Madrid debe trabajar en arreglar el palco de Las Ventas. El presidente debe ser cesado simple y llanamente por haber demostrado que no tiene criterio para estar es ese puesto.

Se permitió el lujo de desoír la mayoritaria petición de oreja para Juan de Castilla en el cuarto sobrero lidiado en cuarto lugar. Un toro de Las Ramblas de buena condición aunque algo falto de humillación. Faena inteligente, con momentos álgidos en el toreo al natural. Aprovechó el buen son del toro en muletazos largos, desgarrados. La estocada quedó en lo alto pero tuvo que descabellar en dos ocasiones. La estocada de la tarde la había firmado el colombiano con el temperamental primero de Bañuelos. Un toro que cuando hizo presa al echarle mano, se rajó. Buena imagen del colombiano. Firmó un ceñido quite por chicuelinas en el sexto pero por encima de todo se recordará en esta tarde su gesto de director de lidia en el quinto: le pegó unos capotazos que parecían imposibles al manso sobrero de Couto de Fornilhos que nadie había podido parar.

La debacle de la corrida de Antonio Bañuelos fue acompañada de una serie de infortunios. José Fernando Molina formó parte de ellos: en el largo quite al toro de Fonseca lo tiró en el remate provocando la aparición del pañuelo verde -este era de los toros que habia que aguantar-, en un telonazo en el tercio a la salida de un par de banderillas tiró al cuarto -otro que había que esperar y que provocó la precipitación del presidente- y el sobrero de Carmen Valiente que le correspondió en su primer turno se partió la mano en el inicio de faena. Completó el lote del albaceteño el toro con más opciones de Antonio Bañuelos, muy serio en su expresión y en su comportamiento, aunque la falta de fuerzas se evidenció en la poderosa faena. Fue perdiendo fuelle por lo que no pudo salvar los muebles del naufragio burgalés.

Isaac Fonseca escuchó una sonora ovación tras el paseíllo y correspondió ceremonioso el mexicano. Era su vuelta a Las Ventas tras la terrible cornada en la espalda que recibió en San Isidro. Paró cuatro toros, ninguno de su lote correspondió al hierro titular, el primero -segundo ter- fue un inmenso Montalvo con un cuello tan corto como el viaje de sus embestidas. El segundo, el mencionado manso portugués, sacó casta.

180 minutos después se lamentaba la afición de Madrid por haber visto 10 toros pasar por Las Ventas debido a la ineptitud de un presidente que se siente impune desde un palco que sólo mira un tendido.