Manizales: Con Terna a Hombros Cerró la Feria
Redacción: Javier Enrique Baquero Pardo – JABA
Luis Bolívar – vino de burdeos, oro y cabos blancos. Fijo y lanceó a Silletero con mucho mando y bajando las manos. Buena pica de Arandia. Con la muleta no hubo brindis, como presagiando lo que se encontraría en el burel. Y en efecto vimos cómo el ejemplar no blindaba garantías y desde el primer muletazo en un tendido que tradicionalmente no se inicia la labor, el colombiano inició una construcción de buenas formas. La muleta fue dosificada en distancia y tiempos en los que no se le incomodará. La faena se entregó en capítulos en los que cada acto fue ajustado a lo que planteaba el ejemplar de Gutiérrez. Lo que le faltó al toro lo puso el torero nacional. La espada de no tan buena nota. Saludó desde el tercio. Con el cuarto Bolívar templo los lances de Sansilvestre, un negro apenas Justo de presentación, poca cara, pero hay que decir que en el tipo de lo que es Gutiérrez. Con la muleta en el centro del ruedo Bolívar citó para realizar un pase cambiado por la espalda, para empalmar con muletazos de buena factura. Sansilvestre embestía con suavidad, metiendo la cabeza bajo el engaño. Una maquinista de embestir en manos de un torero que aprovechaba las condiciones. Bolívar no iba con prisas, daba distancia para que el toro se repusiera y en cada inicio de una nueva tanda, la sinfonía de buen torear se escuchaba junto al pasodoble que sonaba en el tejadillo. Bondad en las embestidas y suavidad en los muletazos sumaban aplausos en los tendidos. Mató de estocada recibiendo. Pañuelos blancos en los tendidos y las dos orejas y la vuelta al ruedo al toro.
Cayetano Rivera Ordóñez – rosa, oro y morcillas en blanco. El torero de grandes pergaminos salió al ruedo para lancear a Campesino, un pequeño astado, en lo tradicional de la dehesa. A la Verónica los vuelos del capote llevaron templada la embestida del burel. Con la muleta muy cercana a la cara Cayetano se fue haciendo al toro, con pases de tirón lo llevó al centro del ruedo. Cada paso era más lento, el torero de cuna, técnicamente, fue llevando el toro por la senda del ligue. En momentos Campesino miraba a los tendidos y en respuesta Cayetano se cruzaba para embarcar en otro muletazo templado. La suavidad de la mano del español embrujó al toro. Mató de estocada hasta la empuñadura y con rapidez el toro dobló. Una oreja. Con el quinto, se doble con el capote, capote a una mano, crepen tina, chicuelinas y mucha voluntad. Con la muleta, sentado en el estribo comenzó Cayetano. Ya en el centro del ruedo Cayetano entregó muletazos sólidos, templados, con mucho mando, mejor por el derecho que por el izquierdo, pero en suma con mucha toreabilidad el de Gutiérrez. Por el derecho, muleta armada en trescientos sesenta grados giró en torno a su humanidad. Aquello parecía un entrenamiento libre tirado. Con tanta suavidad que Cayetano se mostraba sonriente con lo realizado. Por estatuarios finalizó la faena. Una estocada hasta los gavilanes. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro Amaris.
Andrés Roca Rey – gránate y azabache. Roca, lanceó un vencido por el derecho, con pocas carnes, pero armónico en su conjunto. La suavidad fue común en los lances. Buena vara de Clovis Velásquez. Brindó al doctor Jorge Eduardo Rojas, alcalde de la ciudad, que ocupaba un palco en lo alto de la plaza. En el centro del ruedo inició con mucha suavidad presentando la planchada muleta. Dejaba espacios de tiempo, sin acosar al toro. Siete naturales con su mano izquierda en una suavidad pasmosa. La suavidad fue la fórmula para que todo lo visto fuera arte taurina. La faena parecía en cámara lenta, en redondo uno, tras otro, los muletazos sumaban a los óles de los tendidos. Una vez más Roca encontró el camino a la puerta de El Bosque. La cercanía al toro, la sangre empañando la seda del traje fueron muestra de la grandeza de la faena. Afloraron los pañuelos blancos pidiendo el indulto de toro, a nuestra modesta forma de ver no era para ello, el palco muy rápidamente sacó un pañuelo amarillo, perdonando muerte a Emir. El toro fue bueno, pero le faltó en su comportamiento, flojeó un poco y hubo más mérito en Roca que virtudes en Emir, pero la voz del pueblo es la voz de Dios. Con el del cierre de la Feria 69, uno con más cara o pitones, pero apañadito de bajos. Roca lanceó con suavidad. Rindo al público y desde los bajos de sombra armó su muleta para llamar firmemente a Tonelero. Con tres de tiro chillo Roca dejó al astado en la boca de riego y bastaron unos pocos muletazos de examen para que el peruano encontrara el camino para sacar partido. La suavidad de cada muletazo hacía que pareciera que era un cuadro en movimiento lento, cada instante de extasió se generaba por la Indira de los trazos del paño. Roca todo lo hacía con suavidad y donosura. La espada encontró hueso malfario.