Redacción: Juan Guillermo Palacio – Foto: Miguel Morales
Cortó la única oreja de la corrida, algo que debió sorprender e incomodar a sus dos compañeros de cartel, poco proclives a dejarse ganar
Medellín – Colombia. Las casas de apuestas del mundo están pagando 6 a 1 a los pocos que jugaron su capital a que el torero colombiano Sebastián Ritter iba a estar por encima en la primera corrida de la feria taurina de Medellín.
Rusos, chinos, peruanos, norteamericanos y algunos jubilados europeos habían invertido rubios, yuanes, soles, dólares, euros y hasta viejas pesetas a que Andrés Roca Rey y Sebastián Castella se impondrían con facilidad y aplastarían en trofeos y en tauromaquia al poco placeado diestro paisa.
Algunos germanos, incluso, están celebrando, porque, creyendo que el extranjero era Ritter, le apostaron sus devaluados bitcoins y ahora publican fotos en Twitter y en Instagram derrochando las inesperadas utilidades.
Ritter toreó mejor que su padre y que las últimas versiones de él mismo. Luego de algunas actuaciones en la que se vio perdido en sí mismo, volvió a ser ese joven torero conocedor del oficio que ofrece pasajes de una tauromaquia capaz de conmover fibras. Tuvo la suerte de que su primer toro, uno de los tres jaboneros, se quedó sin fuerzas en la quinta serie, cuando el antioqueño había toreado sin prisa, con facilidad y buenas maneras. Cuando tuvo la tentación del recortar la distancia y hundir el acelerador, el toro no daba un paso más. Por eso la faena tuvo un buen final.
Cortó la única oreja de la corrida, algo que debió sorprender e incomodar a sus dos compañeros de cartel, poco proclives a dejarse ganar. Es cierto, el presidente de la corrida, en el estilo de democracia presidencialista latinoamericana, le negó una oreja a Andrés Roca Rey tras una faena fulgurante. “Fue por el metisaque” (fallo con la espada), dirá con razón; “el palco se equivocó, la oreja la pidieron las mayorías”, dirán los frustrados aficionados exigiendo el derecho que los asiste a festejar… con razón.
Medellín pudo ver este Roca Rey 17-18, con esa capacidad de improvisar el riesgo y un interés evidente en ser clasicista… aunque mezcle desordenadamente ambas facetas.
Sebastián Castella, nuevamente, no tuvo suerte. Llevó del arrume con su lote. El primero frío y sin alientos para resistir una faena; y el segundo, un sobrero sacado del cuarto de San Alejo (no estaba reseñado ni se supo su número y peso), que se supo era de la ganadería La Torre. De otro encaste y con otro trapío, el negro terminó dando juego y dejando impoluto el nombre de su criador, quien todo esperaba y aspiraba menos que uno de sus toros fuese lidiado por un señorito francés. A pesar de que tenía una dificultad motriz, su casta le permitió embestir lo suficiente (fue el que más duró) sin buscar las tablas, para dejar ver las cualidades dancísticas de “le jeune francais”.
El embrollo fue que el tercero cojeó y fue cambiado por el sexto (llamado, según el tablero, Melocotón), el cuarto se dañó un pitón y fue cambiado por el negro que no había recibido el sacramento del bautismo, y el sexto también se llamó “Melocotón”, según el tablero. Enredos de notario, jaqueo de cuenta o falsificación de cédulas en período preelectoral.
Fue una tarde extraña, de contradicciones y momentos buenos, aunque a destiempo. Al ventarrón Roca Rey le salió de sexto un toro sin movilidad ni complicidad. A Ritter un toro alto, el quinto, que no se terminó de definir, aunque enseñó el morro con lentitud en sendas series, las cuales, por razones inexplicables, pasaron desapercibidas para el grueso y no sé si para el matador.
Antioqueños, en uso de su habitual regionalismo, también celebran a esta hora. Con la rentabilidad de las apuestas se ponen al día en cuentas por pagar, guardan limosna para la misa dominical y el resto, dicen, lo van a volver a apostar por el que torero que tenga menos probabilidades de ganar.
Ficha del Festejo
Medellín, 27ª Feria de la Macarena. Sábado 27 de enero. Primera corrida. Tarde primaveral. Tres cuartos de entrada del sector de la plaza habilitado. Se lidiaron toros de Juan Bernardo Caicedo (Torrestrella, Jandilla), disparejo en presentación y justos de fuerza, salvo el tercero que fue el que más embistió; y uno de La Torre que remendó el encierro, de fenotipo desproporcionado y aceptable juego. Sebastián Castella (tabaco y oro): silencio y palmas. Sebastián Ritter (sangre de toro y oro): 1 oreja y silencio. Andrés Roca Rey (hoja seca y oro): vuelta tras petición (bronca al palco) y silencio.
La temporada de Medellín continúa el sábado 3 de febrero: corrida mixta, toros de El Manzanal para los nacionales Guerrita Chico, Moreno Muñoz Guillermo Valencia y los novilleros David Martínez, Andrés Bedoya y Juan Hernández.