El suicidio de Andrés de los Ríos: cinco años después de la tragedia que enlutó una feria de Manizales

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El suicidio de Andrés de los Ríos: cinco años después de la tragedia que enlutó una feria de Manizales

Gladys Cardona, madre del torero, y Ricardo Rivera, su mejor amigo, vuelven al ruedo de la Plaza de Toros de Manizales, precisamente cinco años después del martes de feria que cambió por completo sus vidas.
El 9 de enero de 2018 el tiempo se detuvo para Gladys Cardona y Ricardo Rivera. Dos de las personas a las que la vida les empezó a saber a dolor después que el reloj señaló las 7:00 de la mañana de aquel martes, tercer día de la feria de Manizales de hace cinco años.

La ciudad que inventó las ferias en América, la misma que antes de la pandemia era la capital colombiana con mayor número de suicidios —según Manizales Cómo Vamos—, se estremeció cuando en el boletín de las 9:00 de la mañana las emisoras dieron reporte de la tragedia que una pareja de perros pitbull, Chenel y Danú, habían confirmado, minutos antes, desde el barrio La Francia.

Nadie habló de otra cosa ese día que no fuera de la muerte del torero de Manizales, fuera del ruedo de la Plaza de Toros, contrario a cómo podría suponerse por su profesión. Andrés de los Ríos Cardona (Manizales, 1982 – 2018), de 35 años de edad, la encontró por decisión propia esa madrugada en la soledad de su habitación.

Su cuadrilla, los novilleros que lo admiraban, las grandes figuras con los que compartió cartel, a todos sin excepción se les arrugó el corazón. Hasta el cielo de Manizales se encapotó como nunca y el aguacero que soltó ese día se prolongó por más de 24 horas.

Desde ese día, la vida les supo a dolor a Gladys Cardona, la madre del torero, la última persona con la que habló por teléfono, y a Ricardo Rivera, su alma gemela, el último amigo a quien le envió una nota de voz antes de consumar su propia tragedia.

Sin embargo, cinco años después, Gladys y Ricardo han vuelto a tener la chispa de la vida de cuando la sonrisa de Andrés los acompañaba.

El torero

Amigos desde novilleros sin caballos, a pesar de ser rivales en la Escuela Taurina Santiago de Cali, Andrés de los Ríos siempre fue el torero más admirado por Ricardo Rivera, y Ricardo el torero predilecto de Andrés.

Como nunca imaginaron la vida el uno sin el otro, Ricardo pareció dar por terminada su historia vestido de luces el día que Andrés fue sepultado con el fucsia y azabache, uno de sus preferidos. Rivera se deshizo de todos sus trajes, convencido de que no volvería a lucirlos.

Más de dos años tardó Ricardo para salir del infierno de la depresión. El dolor en el alma lo vino a paliar el nacimiento de Alma, su segunda hija, hoy con casi tres años, y su principal razón para vivir, y torear.

Andrés de los Ríos
Andrés de los Ríos – Foto: Cortesia Rodrigo Urrego

El pasado 16 de octubre, tras 1800 días sin vestirse de luces, Ricardo Rivera volvió a hacer el paseíllo, vestido de Mercurio y Oro, en la Plaza de Toros de Manizales. El destino quiso que su reaparición fuera en la ciudad de su torero, Andrés de los Ríos. Celebró sus 15 años de alternativa, se llevó el trofeo al Mejor Torero de ‘Toros y Ciudad 2022′, y fue contratado para la corrida del martes de la feria de Manizales 2023.

La madre

A pesar de ser madre de otros dos hijos varones, Gladys tampoco imaginó la vida sin su Señor de los Ruedos, como llamaba a Andrés. El 9 de enero de 2018 se sintió sin fuerzas como nunca antes.

“Gracias a Dios que me ha dado el coraje para vivir”, dice la madre de Andrés. “Han sido cinco largos años con un dolor infinito. Pasa el tiempo y no logro descifrar esa fatídica decisión de aquel 9 de enero de 2018. ¿Para qué? ¿por qué?”

Andrés de los Ríos
Andrés de los Ríos – Foto: Cortesia Rodrigo Urrego

Gladys, ingeniera agrónoma, también confiesa que su imagen la acompaña a diario, sobre todo en sus permanentes visitas de campo. “Él disfrutaba mirando una flor, persiguiendo el vuelo de una mariposa, mirando un atardecer. Le encantaba el campo”.

En estos cinco años, revela la madre, ha sentido su presencia en 17 sueños. Ha podido percibir su sonrisa de manera fugaz. “Me transmite una paz infinita, me transmite que está bien y eso me da cierta tranquilidad. En todos los sueños se despide: madre, estoy haciendo una visita y me tengo que ir ya”.

Los únicos que no pudieron superar el dolor en su alma fueron Chenel y Danú, su pareja de perros pitbull, que un año y dos meses después murieron.

“Cinco años de preguntas sin respuestas. Sus sobrinos van creciendo sin su tío. Cinco años de ver a mi madre con una tristeza diaria, a mi padre sin brillo en sus ojos. Cinco años muy amargos. Andrés fue un grande, así muchos no lo reconozcan”, confiesa Santiago, el hermano mayor.

“Por siempre, para siempre”

Aunque Gladys Cardona juró que no pisaría otra vez una plaza de toros, cinco años después lo hizo de nuevo. Esto luego de que Ricardo, ese otro hijo que la vida le puso en el camino, decidió volver a torear.

Andrés de los Ríos

“He decidido acompañar a su amigo del alma. Es un proceso de sanación. En octubre, pensé que no iba a ser capaz, que todos los recuerdos aquí en Manizales me iban a perturbar, pero no. Pero cuando acompañé a Ricardo en su corrida del 26 de diciembre en Cali, ese día sí fue duro. Hubo sentimientos encontrados: alegría por ver a Ricardo cómo lo hizo de bien; y tristeza cuando imaginaba a Andrés vestido de caña y oro, el traje de sus inicios en la Escuela de Cali”.

Tan pronto como salieron los carteles de la feria de Manizales 2023, Ricardo Rivera viajó a España a prepararse para la que considera la tarde de su vida. Ha matado toros a puerta cerrada y visitó el número 27 de la Calle Aduana de Madrid, el taller de la Sastrería de Toreros ‘Fermín’, donde el maestro Antonio López le confeccionó un traje.

Este martes, tercer día de la feria (como hace cinco años), Ricardo Rivera volverá a vestirse de luces. Esta vez del color que más le gustaba a su torero Andrés, “el de los valientes”, como decían los antiguos cronistas taurinos.

Andrés de los Ríos Gladys Cardona lo verá desde el tendido. “Acompañar a Ricardo es, de cierta manera, rendirle un homenaje a la memoria de mi adorado hijo. Su recuerdo está ahí y seguirá vivo por siempre y para siempre”.

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