Leo Valadez, otra oreja ‘mexicana’

Vuelta al ruedo para un solvente Escribano

Reportaje Gráfico: Erick Cuatepotzo – especial para www.voyalostoros.com

Redacción: Carlos Ilián -diariomarca.com

Plaza de Madrid. Decimoquinta corrida. Más de media entrada. Toros de Torrealta y García Jiménez (5), de juego muy desigual, encastadísimo el cuarto toro, manso solemne el segundo y empleándose en la muleta el quinto. El Fandi (4), de azul marino y oro. Pinchazo hondo (palmas). Pinchazo hondo (silencio). Manuel Escribano (5), de negro y oro. Estocada corta y trasera. Un aviso (silencio). Estocada corta muy trasera y caída (vuelta). Leo Valadez (6), de celeste y oro. Estocada (saludos). Estocada (una oreja)

Tarde de banderilleros y como siempre más banderillazos que grandes pares. Solo en el sexto los tres diestros lucieron más acierto y variedad en la interpretación de la suerte. Ese toro, precisamente, el último de la tarde, del hierro de Torrealta le exigió de lo lindo al mexicano Valadez que confirmaba la alternativa. En México no está acostumbrado ni a la enorme seriedad del toro ni a la casta que aprieta en cada lances y obliga a estar con los cinco sentidos. En un leve descuido, al intentar un pase natural, fuer cogido librándose de la cornada milagrosamente.

Pero el muchacho no se arrugó y mantuvo con firmeza un cara a cara especialmente sobre la mano izquierda. Luego se fue detrás del acero como una vela y dejó un gran espadazo que tuvo tanto efecto en el toro como en el público hasta lograr la única oreja de la tarde. otra oreja «mexicana» después de las que han cortado en esta feria Fonseca y Adame.

En su primer toro, de García Jiménez, Valadez ligó los tres mejores naturales de la tarde, muy acoplado a la pastueña embestida del toro de Matilla. Otro ejemplar de este hierro que remendó la corrida, el quinto, se empleó en la muleta de Escribano que como casi siempre se pasó de empecinado en una faena larga de la que se pueden rescatar una tanda de naturales y otra de redondos.

El Fandi tuvo enfrente las dos caras del toro de lidia, el manso solemne lidiado en segundo lugar que huyó a tablas donde Fandi lo trasteó con oficio aprovechando la querencia y el toro encastado, el cuarto, de Torrealta, un ciclón de embestidas que no le regaló ni un respiro al torero granadino. Fandi se defendió entre trallazos aunque en su descargo hay que recordar que el toro, además de codicioso, embestía con la cara alta haciendo muy complicado templarse.