Corridon en Cañaveralejo
9 orejas
2 toros de Vuelta al ruedo
Toreros y Ganadero en andas.
Redacción: Javier Baquero – Jaba
Con un hermoso sol de primavera como invitado principal se cumplió la cita de Luis Bolívar y Emilio de Justo en el cartel más esperado de la Feria de Cali, dónde se lidiaron astados La dehesa española de de Victorino Martín.
La entrada pudo ser mejor que la que se registró, pero los que asistimos vivimos un festejo de gran importancia. Luego de paseo de cuadrillas un minuto de silencio en honor al ganadero Lalo Valencia, que falleció hace algunos días. Luis Bolívar vistió un traje Corinto, oro y remates en blanco. Emilio de Justo lució un terno verde botella, oro y cabos blancos.
LUIS BOLÍVAR
El primer toro con cinco años y un mes. Ganando espacio con temple Luis Bolívar saludo a un cárdeno que perseguía con donosura y franqueza. El palco de los dos pares siguió su línea irregular irrespetuosa frente a la Ley 916
Bolívar con la muleta bien armada, con técnica y sin pegar toques bruscos tiro del burel en tandas importantes, consolidando una faena con fundamento en la mano derecha, son desconocer que los naturales también llegaron con calidad.
El toro puso lo suyo, casta, trapío, humillación, franqueza y mucho son. El avión al perseguir siempre con lentitud.
La espada firmó la con una estocada en corto y por derecho, con lentitud y certeza. Las dos orejas, de una en una y vuelta al ruedo al toro.
Rápidamente lanceó a la Verónica en y rematando con media en el centro. La pica dejó ver un toro partiendo desde el centro del ruedo. Bonita suerte.
Bolívar brindó al empresario de Cali, Alberto García.
Muleta en mano Luis citó en todo el centro y el Victorino vino al encuentro para no irse de los engaños. Una faena que se cumplió en la propia boca de riego. La calidad del toro fue llevada por del torero caleño con trasmisión y torería. Los día pitones sirvieron para el lucimiento. Lentitud al hacer el avión tras los vuelos de la muleta. Con las dos manos al natural bordo el toreo al que ponía en alto el hierro español.
Los pañuelos en las manos de los aficionados empezaron a brotar pidiendo se le perdonará la muerte a Hebijón, el toro que merecía dejar su genética al servicio de la cabaña brava nacional.
Otro tramo de faena entonada y cerrada con una estocada sin pero alguno, en todo la alto.
Placentino salió en quinto lugar tras entregar 2 orejas y un rabo al otro alternante, Don Emilio y la expectativa había que superarla por lo que Bolívar saludó con una larga cambiada, seguida de capotazos a la cara del ejemplar para llevarlo pegado al percal hasta el centro del ruedo.
El toro mostró complicaciones, muy zapatillero y buscando la humanidad de Luis. El colombiano surtió la faena ajustada a las duras condiciones. Silencio.
EMILIO DE JUSTO
El segundo venciéndose en su primer encuentro con la capa del español mostró que no había mucho que hacer.
Ya con la muleta, tras brindar la lidia a Victorino, desde los tercios empezó a tirar de un toro serio y al que no se le pueden perder los pasos. Este toro también se dobló de remos.
Perdiendo los pasos Emilio embarcó las fieras embestidas del toro. El poder de la muñeca izquierda doblegó al toro ibérico.
Muletazos de largo trazo. Echando la mano alante y llevando lejos al astado que trasmitía poder y fiereza. Hubo verdad fundamentada en el temple. Las distancias y la lentitud de las ejecutorias bordaron el toreo con la mano izquierda.
La espada marcó un pinchazo, seguido de un espadazo para dejar al toro sin puntilla. Las dos orejas al esportón.
El cuarto de nombre Cobrador partió plaza buscando el burladero de matadores.
Emilio de Justo llevó bajando las manos una embestida de bravo que perseguía con mucha codicia.
La faena fue sólida y llena de técnica, la suavidad convirtió el ruedo en un sed de fotogramas para las cámaras, cada muletazo fue mejor, cada tanda más sólida, el toreo se bordo con filigrana e hilos de oro. La perfección se hizo presente la tauromaquia en su más pura expresión. La capa, la muleta y la espada redondearon, una faena en que el palco entregó dos orejas y una Rabo.
Para el cierre, otro que partió plaza y se dejó lancear por parte de Emilio, quien lo trasteo con mucho mando. Llevó al ejemplar en dos ocasiones a la cabalgadura para una buena pelea.
Con la muleta de Emilio retraso la muleta para ajustar el recorrido y poder llevar las embestidas a feliz término pese a que el de Victorino no quería pasar, ni dar oportunidad de lucimiento. La faena fue de uno en uno buscando rectificar la posición en para no perder el sitio frente a la cara del toro. Estocada bien ejecutada dando paso al corte de una oreja justa.