La historia de Maikel Ramírez es la de un torero que desafía las adversidades para hacer realidad su sueño. Desde su irrupción en la despedida de Enrique Ponce en La México, hasta su oportunidad en Atizapán de Zaragoza, el novillero manizaleño encarna la lucha por la tauromaquia y la reivindicación de su arte. Con el apoyo de Forja Taurina y una voluntad inquebrantable, Maikel busca abrirse camino en un mundo donde la grandeza solo se alcanza con entrega, valor y sacrificio.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora- www.enelcallejon.co/ – Web Aliada
Arbeláez – Cundinamarca. El toreo es grandeza y tragedia, arte y sacrificio, y en sus entrañas esconde las historias de aquellos que se aferran a su sueño con la fiereza de un toro en la suerte suprema. La de Maikel Ramírez, joven novillero manizaleño, es una de esas historias que hacen que la tauromaquia no sea solo una profesión, sino una vocación de vida que se abraza con la sangre, el alma y la piel.
Desde su infancia, con la arena de la Plaza de Toros de Manizales grabada en su memoria, Maikel supo que su destino estaba marcado por la embestida de la pasión taurina. Pero en Colombia, la política ha convertido la tauromaquia en un campo de batalla, y el sueño de Maikel se vio truncado por una realidad que le negaba el ruedo. Sin embargo, su espíritu rebelde y su amor por la Fiesta Brava le hicieron tomar una decisión que cambiaría su historia.
Cuando el maestro Enrique Ponce hizo el paseíllo por última vez en la Monumental Plaza México, Maikel vio su oportunidad y la tomó con la determinación de quien no tiene nada que perder. Saltó al ruedo con una camiseta negra que clamaba por su derecho a ser torero: «Quiero ser torero y en Colombia me lo quieren prohibir». No fue solo un acto de valentía, fue un grito de auxilio para la tauromaquia colombiana, un manifiesto de la libertad y la resistencia de un hombre que no está dispuesto a rendirse.
Aquel día, su muleta ondeó en la arena mexicana con temple y verdad. Alcanzó a citar al toro de Los Encinos, dibujando naturales que encendieron el corazón de la afición. La respuesta del público no se hizo esperar: ovaciones, vítores y un reconocimiento unánime a su osadía y talento. Pero la autoridad no perdona los actos de rebeldía, y pronto se vio rodeado por la seguridad del coso, que lo sacó del ruedo con la misma rapidez con la que había entrado. En la delegación Benito Juárez, su futuro era incierto, pero la solidaridad taurina lo rescató una vez más. El torero y abogado Gitanillo de Tlalpan pagó su multa y le devolvió la libertad.
Maikel no buscaba escándalo, sino una oportunidad. Y ahora, cuando muchos pensaban que aquel acto sería su única aparición en México, la empresa Forja Taurina le ha tendido la mano para que, esta vez con su nombre en el cartel, tenga la posibilidad de demostrar su valía en la Plaza Gabriel de la Torre de Atizapán de Zaragoza.
El próximo sábado 15 de marzo, a las 2:00 p.m., Maikel Ramírez partirá plaza en el Segundo Festival Taurino 2025. Compartirá cartel con Jaime Adrián Alejandro Reyes, Christopher Morales, Laguna Varela y Héctor Alfaro, lidiando seis novillos de la ganadería Rancho San Juan a la usanza española. Esta vez, no habrá necesidad de saltar el callejón ni de irrumpir en el ruedo con pancartas. Esta vez, la historia la escribirá con el capote y la espada, con el valor y el arte que siempre lo han definido.
Atizapán de Zaragoza, tierra de tradición y coraje, será testigo del temple de un colombiano que se niega a rendirse. La afición espera con ansias ver si aquel joven que desafió al destino en La México puede ahora ratificar su sitio en el escalafón novilleril. Porque el toreo es una lucha constante, y en esta guerra por la grandeza, Maikel Ramírez ha demostrado que está dispuesto a jugarse la vida para alcanzar la gloria.
La historia de este novillero manizaleño apenas comienza. Y en el albero, donde solo los valientes escriben su leyenda, Maikel tiene la oportunidad de demostrar que su nombre merece ser recordado. La Plaza Gabriel de la Torre será su campo de batalla. Que suene el clarín y que Dios reparta suerte.