Victimismo y ‘transversalidad’: o cambiamos el discurso o nos pasa lo que a Feijóo
Editorial del martes 4 de marzo de 2025
Con más protocolo que fondo, se consumó la buena noticia: la continuidad del Premio Nacional de Tauromaquia, entregado a los ganaderos de la RUCTL y a Albert Serra. Salvo la presencia del presidente del Senado, Pedro Rollán y la presidenta de Extremadura, María Guardiola, el espaldarazo político presencial en el gran día no fue el esperado. Mucho cemento en el tendido de los senadores. Con la ausencia lógica de Isabel Ayuso (el Senado no es su contexto natural), que llenó y reclamó medios el día de la presentación en Sol, pareciera que somos menos. Pero lo que más preocupa es el discurso monótono, casi monolítico, el mismo que hace tres décadas. Justo a la hora del protocolo del Senado, en Las Ventas se estaba cerrando la renovación de abonos de San Isidro, que supera a los de 2024. Con tanto músculo social, en el Senado y en el centro de Madrid, el discurso ha de ser radicalmente distinto.
Al toreo le pasa lo que a Feijóo: no tiene ni idea del poder que tiene. Y como no lo sabe ni se espera que lo sepa, anda el hombre sin saber qué hacer después de que Sánchez, que perdió las elecciones, haya hecho creer a España y a Feijóo que las ha ganado. El toreo tenía sentado a nueve representantes de las Comunidades, músculo suficiente como para comportarse de forma ganadora, culta, positiva y hasta distinta. En el Senado y en Madrid, el toreo no puede llorar y hacer ver que se rescata un premio porque alguien nos lo quita. Se rescata un premio porque nos sale de los mismísimos y viva el toreo y al carajo todo lo demás. Eso habría dicho Isabel. Pero ni Ayuso es el PP estable, de establo y domado, ni el PP es ese partido fino y ganador capaz de comunicar como ganador y no como víctima. Como el toreo.
El PP de Feijóo ha perdido el sitio y no lo encuentra. Por eso, cuando hablan de toros, hablan con el mismo tono y discurso que usan frente a Sánchez y su Gobierno: sin sitio. Discursan para ellos mismos con un anciano contenido que data de cuando lo de Cataluña. Se justifican por estar al lado de los toros en lugar de usar un mensaje natural, normalizador. Se justifican de la misma forma que hacen oposición: justificándose. No usan los datos bonancibles de la afluencia de jóvenes en toda España. Los datos de las propias encuestas del gobierno afirmando que a más de 11 millones de españoles les interesan los toros. Pasa como con las elecciones: todo dios cree que las ganó Sánchez, como todo españolito cree que el toreo es cosa de dos y no de 11 millones. Comunicación y discurso.
En el Senado y en Madrid, el toreo no puede llorar y hacer ver que se rescata un premio porque alguien nos lo quita. Se rescata un premio porque nos sale de los mismísimos y viva el toreo y al carajo todo lo demás
Y no interponen un contencioso por prevaricación por omisión contra un Gobierno que incumple ley y Constitución. ¿De qué sirve decir que la incumplen una y otra vez sin presentar un recurso legal donde competa para hacerles cumplir la ley? Y tampoco nadie ha tratado, cuando se gobernaba con afines (y mucho nos tememos cuando lleguen al gobierno), de crear una Secretaría de Estado para el toreo, dedicada a su estudio minucioso y su proyección administrativa y empresarial.
A la vez que se entregaba el premio, mientras la habilidad de Roca Rey le hacía asumir un papel top (bien hecho) y Serra ponía la única nota de discurso vigente, fresco, cultural, actual y sin complejos, en la taquilla de Las Ventas se superaba el número de abonos para San Isidro respecto a 2024. Mientras esas urnas de pago se superaban un año más, el acto de la entrega de lo recuperado en un lugar en donde el verbo, la palabra, el discurso y el mensaje han tenido hitos históricos en nuestra democracia, el toreo y la política, tiró de más de lo mismo. Citando en demasía, por cierto, a la Ley 18/2013 que dice que somos Patrimonio Cultural. Cuidado con tanto mentar a una ley que puede ser anulada y no citar por no saberse la Constitución.
En comunicación, en política y más en el Senado, el discurso ha de ser brillante y talentoso. No el escrito por ayudantes que tratan de demostrar el conocimiento sobre el toreo de quien lo lee. Los escribientes no saben y escriben sobre el toreo con finalidad política: para atacar al enemigo y justificar por qué ellos apoyan al toreo. Hablar de cultura y de libertad desde el victimismo y la justificación contra el enemigo no es hablar del toreo ni de su libertad ni de su cultura. Es hacer discurso contra el otro. Seguro que al Presidente del Senado nadie le ha dicho que se ha citado a Lorca (malamente siempre, por cierto) algo así como diez mil veces. Un poco menos de lo que se ha citado a Picasso.
Se vieron las caras los mismos de siempre, pero no estaba Isabel. Sin duda, por decoro, al no ser su espacio político natural. Sin su presencia es como si faltara el aire. La presidenta de la Comunidad, desde hace mucho tiempo, no usa careta y la pone por delante y planchadita. En los toros y donde sea. Fuera de ella, el PP en los toros y más allá es un algo lleno de cuidados y frases hechas inservibles para hacer notar la realidad: que ganaron unas elecciones y no lo que creen ya los españoles, que la ganó Sánchez.
Los españoles creen que lo que sucedió en Alemania tras elecciones (dejar gobernar al que gana, el PP y hacer un gran pacto desde los conservadores a la izquierda derrotada para no pactar con la ultraderecha) debe sonrojar al PP porque en Alemania no se pacta con la ultraderecha. Una realidad que es conclusión de lo que no hizo Sánchez y que Feijóo es incapaz de transmitir: en Alemania y en todo país democrático, se deja gobernar al que gana (en suelo patrio, el PP). En Alemania la izquierda derrotada es capaz de asentir a un gran pacto de estado para gobernar sin pasar por la indecencia de un gobierno de pago de investidura y votos con quienes tienen sangre en las manos y los que tienen como fin acabar con el actual modelo de estado y la Constitución.
El toreo en Madrid tiene un pulmón que no puede admitir ya más victimismos ni más discursos cansinos. Y si el toreo toma nota y se pone las pilas usando con acierto lo que usa esa izquierda populista y el sanchismo (el uso preciso del lenguaje y la comunicación), será consciente de que el wokismo tiene menos poder y menos fuerza de lo que nos hacen creer.
No queremos en los tendidos de las plazas de toros gente pusilánime, domesticada de una u otra parte. No se necesitan, no sirven, son inútiles
Pero, sobre todo, insistir para justificarse en ese bien educado discurso de que el toreo es transversal. Una estupidez discursiva por dos cosas. Una, porque lo ha sido y lo es toda la vida en el sentido de que a los toros va el que le da la gana si paga su entrada. Dos, porque los de ‘izquierdas’ que no vienen, no lo hacen porque se les expulsa. No vienen porque los suyos no les dejan, Y si vienen, se esconden y no se quieren sacar la foto. Como algunos de derechas, por cierto. Ejemplo: en una España lógica, habría habido gente del cine arropando a Serra en el Senado. No van porque no les dejan. Y ya son mayorcitos para ir donde su culo quiera.
No queremos en los tendidos de las plazas de toros gente pusilánime, domesticada de una u otra parte. No se necesitan, no sirven, son inútiles. Esto es más normal. Esto es más natural. Si alguien hace de dividir al país en dos por su gran negocio, es Pedro Sánchez. Si alguien ha cavado trincheras señalando a más de media España como fachas, es Sánchez. Si esos fachas resultan que somos los que vamos a los toros, es una fake de Sánchez. Claro y alto y lo demás, pamplinas. Recuerden eso que dijo el chorizo de Ábalos en el Congreso: que somos ‘rancios’. A ese se lo llevaban bajo palio a los toros. No necesitamos gritar nuestra transversalidad ni hablar de Urtasun. Este país recuperará algún día la cordura de tolerar al que piensa distinto. Entonces, que regresen a las taquillas con un puñadito de euros, verán cómo no se les expulsa de la plaza.
Publicaba hace unos días El Mundo la pésima noticia de que S.M. el Rey no acudirá a la Corrida de la Asociación de la Prensa de Madrid con un cartelazo, con 23 mil almas esperándole. Es que ya va a Fallas. Gran argumento. No va porque no quiere, en una estrategia de presencias y ausencias de la Casa Real. No va allí donde se le vitorea y respeta. Pero no asistir es un feo mayúsculo a esa fecha, a esa tradición y a todo lo que ha significado la Asociación de la Prensa de Madrid apoyando a la Monarquía. Un ejemplo más de que eso de la transversalidad depende de tiempos, de lo que toque y de los cuidados que hay que tener en un país en el que el estado del toreo lo retrata fielmente. Porque, hoy más que nunca, el Rey debería ir a los toros y las izquierdas también. De ellos depende ir o no ir, porque a nadie se le prohíbe el paso.