El festival taurino celebrado en Albacete en beneficio de los damnificados por la DANA se convirtió en una exaltación de la solidaridad y la grandeza de la tauromaquia. Con figuras de la talla de Diego Ventura, Enrique Ponce, José María Manzanares, Alejandro Talavante, Molina, el novillero Marco Pérez y el becerrista Alejandro González, la tarde estuvo marcada por el temple, la pasión y la entrega absoluta. Entre faenas memorables, un indulto y el anuncio de la alternativa de Marco Pérez en Nimes, la jornada quedó grabada como un hito en la historia reciente del toreo.
Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez – www.enelcallejon.co/ – Web Aliada
Ubaté – Colombia. El pasado sábado, la plaza de toros de Albacete fue testigo de una tarde donde la tauromaquia desplegó su grandeza en un festival benéfico a favor de los damnificados por la DANA. En el cartel se reunieron exponentes de distintas generaciones, desde consagrados hasta nuevos valores que están llamados a ser el relevo dorado de la fiesta brava. Con más de tres cuartos de entrada, el público respondió con fervor a una cita que demostró que el toreo es más que una pasión: es un compromiso con la sociedad y una manifestación de hermandad y entrega.
El festival comenzó con el rejoneador Diego Ventura, quien enfrentó un toro de Los Espartales con temple y majestuosidad. El de La Puebla mostró su maestría con Quirico en banderillas y cerró con Oro Negro y Brillante una obra in crescendo, sellada con un rejonazo que le valió una oreja.
El adiós de Enrique Ponce a la afición albaceteña tuvo el aroma del toreo puro y el sello de la elegancia. Dos series primorosas con la diestra y un epílogo por poncinas encendieron los tendidos, rubricando con una estocada en lo alto y dos orejas. José María Manzanares, por su parte, supo templar la escasa fuerza del tercero, cuidándolo con inteligencia y arrancándole bellos pasajes. Un espadazo bajo a la segunda hizo llegar solo una oreja.
El clímax de la tarde llegó con Alejandro Talavante, quien ante un novillo de su hierro cinceló una faena de altos vuelos. Con un animal que embistió con codicia y ritmo, el extremeño se rompía por derechazos y naturales de empaque. La estocada entera fue la llave para las dos orejas y una petición de rabo. Molina, con un toro exigente de Daniel Ruiz, dejó pasajes de poder y entrega, pero la espada le privó del trofeo. Ovación cerrada para su arrojo.
Y entonces llegó Marco Pérez. El jovencísimo salmantino ratificó lo que ya se anunciaba: estamos ante una figura en ciernes. Su sexto, un Talavante de embestida noble y franca, le permitió estructurar una obra magistral de inicio a fin. Verónicas a pies juntos, un inicio por doblones que despertó al tendido y una faena de muleta donde cada pase era un monumento al temple. La plaza, extasiada, vibró con su toreo en redondo y un epílogo en cercanías de absoluta madurez. La estocada certera aseguró los máximos trofeos: dos orejas y rabo.
El becerrista Alejandro González, con un eral de Piedra Escrita, demostró aplomo y concepto, hilvanando una labor templada y ligada que fue premiada con una ovación. Y como broche de oro, un octavo toro de Domingo Hernández que exhibió bravura y clase fue indultado tras una vibrante actuación de Molina, quien le exprimió al bravo astado hasta la última embestida con una faena de pureza y hondura.
Pero la noticia de la jornada llegó después. En plena vuelta al ruedo de Marco Pérez, paseando el rabo conquistado, el productor Simón Casas confirmó lo que ya era un secreto a voces: el joven torero se doctorará en Nimes junto a Morante de la Puebla y Alejandro Talavante en la próxima Feria de Pentecostés. Un hito en su meteórica carrera que lo proyecta como el nuevo fenómeno de la tauromaquia.
Lo vivido en Albacete fue más que un festival benéfico. Fue un testimonio de la solidaridad de la familia taurina, del compromiso con quienes lo necesitan y, sobre todo, de la fortaleza de la tauromaquia como manifestación cultural y social. Mientras detractores sin raíces intentan menoscabar la fiesta, jornadas como esta reafirman su esencia y grandeza. Y con figuras como Marco Pérez en el horizonte, el futuro se antoja tan ilusionante como la pasión que el sábado desbordó la arena de Albacete.