Bolívar indulta a «Lanzadito» en la tarde que no debería ser de su adiós (con permiso de Luque)
Antes de salir el primero de la tarde, Luis Bolívar fue objeto de un homenaje por parte del Tendido Joven de la plaza, por el XX aniversario de su alternativa, justo en la que pudo ser su última tarde como matador de toros. Al menos, de momento. Y jode, porque la actual capacidad de Luis Bolívar es superlativa, además con una expresión pausada, con ese poso que dan los años.Ya lo demostró con el primero, un toro tan bien hecho como complicado, porque fue reservón, violento e incierto. Por eso el caleño se hizo cargo de la lidia en banderillas, evitando dejar al azar el más mínimo detalle. Ya con la muleta cada pase fue una lección para que el toro supiera quien mandaba y por dónde debía ir. Doblones primero, para abrir el camino, y después derechazos recios, sólidos para que el toro no tuviera tiempo de dudar. Podido, el toro buscó su querencia de chiqueros, pero de allá lo trajo Luis de nuevo a los medios para intentar sacarle el mejor partido. Faena de torero maduro, ganando cada envite y evitando el derrote seco. Todo bien. Había ritmo, temple, guato y poderío. Sonó la música hasta que, el toro le arrancó la muleta de un hachazo. Entonces cambió y ya no tuvo ni uno más. Sólo quedaba matarlo y a Bolívar se le atascó la espada.
«Lanzadito» se llamaba el cuarto, o mejor, se llama, porque ahora será simiente en el campo bravo colombiano por su calidad, fondo y bravura. Pero, también, porque tuvo a un torero como Luis Bolívar delante, que lo supo ver pronto para hacer mayores sus virtudes en el centro del ruedo. Me niego a pensar que este será el último toro de un matador en sazón como el caleño. Ya en el centro del anillo, Luis le dio distancia para alegrar la acometidas y lucir el buen son del toro, ese tranquito de más, y esa fijeza para ir ganando en celo lo que Bolívar le mandaba. Las series, templadas y al compás, fueron creciendo por ambos pitones, tanto en número de muletazos, como en profundidad, longitud y mano baja. En exigencia, en definitiva. Las voces que pidieron el indulto a un toro que respondió yendo a más y mejor fueron creciendo, mientras Bolívar, como negándose a despedirse, se gustaba más. El pañuelo asomó y Bolívar hizo historia, convirtiéndose en el diestro con mayor número de orejas cortadas en Manizales , 54 (iguala a César Rincón), y más indultos en esta plaza, 8. Ahí es nada.
Prometió el segundo por el ritmo que mostró en el cadencioso capote de Talavante. También en una suave primera serie de derechazos, pero tras la segunda, cuando Alejandro quiso imprimirle un punto más de poder, el toro cambió. Ya no se deslizaba y comenzó a frenarse, a buscar por dentro y a querer sorprender al torero, siempre presto a evitar el derrote. Se acabó. Así, sin más. Y Talavante se justificó con el quinto, un toro muy similar al que completó su lote, pues se rajó apenas el extremeño le exigió un poquito de entrega. Lo demás fue perseguirlo, robarle algún muletazo, para volver a perseguir y robar, perseguir y robar. Lástima.
Antes con, con el tercero, Daniel Luque demostró, no solo por qué ha vuelto por méritos propios a Manizales, sino uno de los más importantes matadores de toros del actual escalafón. Su capacidad para seducir al toro, uno que no era muy diferente de sus hermanos de camada en cuanto a su falta de casta y fondo, fue soberbia. Sobre todo por ese poder que demostró a media altura, si apenas molestar o afligir, para que no pensara el toro en huir o defenderse. Así lo fue embelesando, con suavidad, temple, gusto y medida. Los derechazos fueron ganando en profundidad y lentitud a medida que pudo obligar más por abajo Daniel, y los vuelos de su mano izquierda también condujeron con el mismo ritmo. Apretó al final, cuando el toro ya solo veía muleta, y entre trincheras y luquesinas encandiló a toro y público. Apabullante, como el soberano espadazo con que lo despachó. Las orejas y la plaza ya eran suyas.
Pensamos que el sexto, en manos de Luque, podría durar algo más con ese esbozo de clase que apuntó, pero todo se diluyó justo después de la segunda serie, cuando el sevillano intentó bajar un poco la mano para mandar de verdad. Nada. Se rajó, se frenó y se negó. Triste final para una tarde que merecía más.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental Plaza de Toros de Manizales. Sexto festejo de la temporada Taurina. Tres cuartos de plaza.
Se lidiaron toros de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo. Dispares en hechuras y comportamiento, destacando el lidiado en cuarto lugar, premiado con el indulto.
Luis Bolívar: División tras dos avisos y dos orejas simbólicas tras indulto.
Alejandro Talavante: Silencio y ovación.
Daniel Luque: Dos orejas y silencio.