La cuarta corrida de la feria de Manizales destacó el papel fundamental de los subalternos en el desarrollo del espectáculo taurino. Desde el temple de la brega hasta la precisión en varas y banderillas, cada miembro de las cuadrillas mostró destreza, inteligencia y compromiso. La tarde dejó enseñanzas sobre el valor de los detalles y la complejidad de este arte, que va más allá del lucimiento personal.
Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez- www.enelcallejon.co/ – Web Aliada
Manizales – Colombia. La brega, como arte técnico dentro del toreo, comprende el conjunto de suertes realizadas con los toros, siempre con la intención de templarlos y colocarlos adecuadamente, sin herirlos. Es la antesala al momento culminante de la lidia, y su correcta ejecución depende tanto del conocimiento del toro como de la inteligencia, temple y sentido oportuno del subalterno. Cada capotazo tiene un propósito, ya sea corregir defectos en su embestida o colocarlo en el lugar idóneo para las siguientes suertes. En este delicado equilibrio se encuentra la grandeza de la brega, que se convierte en un pilar fundamental para el lucimiento del matador.
La tarde de miércoles dejó patente la importancia de la brega, con subalternos que brillaron en medio de circunstancias adversas. En el primero de la tarde, Daniel Duarte destacó con una brega inteligente y templada, complementando la excelente vara de Reinario Bulla, quien recibió cálidas palmas. Por otro lado, Jaime Devia dejó un buen par de banderillas al inicio, mientras que Iván Darío Giraldo mostró oficio con un par ceñido que emocionó al público.
El segundo toro permitió observar la solvencia de Carlos Rodríguez, quien estuvo oportuno y acorde en la brega, a pesar de que la suerte de varas, a cargo de Luis Viloria, estuvo condicionada por un burel que salió escupido. En contraste, las banderillas no acompañaron la labor de Juan Manuel Pérez y Héctor Fabio Giraldo, quienes enfrentaron dificultades.
Con el tercero, las complicaciones fueron evidentes. Jhon Jairo Suaza sufrió durante la brega debido a la posible deficiencia visual del toro, mientras que Emerson Pineda exhibió valor y decisión con dos pares de banderillas efectivos. Edgar Arandia cumplió en la suerte de varas tras superar dificultades iniciales. Antony Dicson dejó una labor incompleta en los palitroques, pero mostró disposición frente a las adversidades.
El cuarto toro trajo espectáculo en la suerte de varas, con Cayetano Romero ejecutando con maestría, destacándose por su manejo del caballo. Jaime Devia, nuevamente en la brega, lució temple e inteligencia, mientras que Daniel Duarte e Iván Darío Giraldo cumplieron con la colocación de las banderillas, recibiendo tibias palmas por su labor.
En el quinto, Javier García tomó las riendas en la suerte de varas, tras un primer turno de Adelmo Velásquez guardando la puerta. La brega de Juan Manuel Pérez fue oportuna y templada, logrando destacar con una colocación precisa que favoreció al burel. Carlos Rodríguez dejó dos pares de banderillas impecables, saludando montera en mano, mientras Héctor Fabio Giraldo no contó con la misma fortuna.
Finalmente, en el toro que cerró plaza, la lluvia y el estado del ruedo complicaron las labores. A pesar de esto, William Torres cumplió en la suerte de varas, mientras que Emerson Pineda realizó una brega adecuada dadas las circunstancias. Jhon Jairo Suaza y Antony Dicson enfrentaron dificultades en los palitroques, pero su esfuerzo y entrega no pasaron desapercibidos.
La cuarta de la feria de Manizales dejó claro que la labor de los subalternos es esencial para el desarrollo de la corrida. Su capacidad para interpretar las necesidades del toro y responder a las exigencias del ruedo define el éxito del espectáculo. En la brega, como en toda expresión del arte taurino, la técnica, el temple y la entrega se combinan para dar vida a la esencia misma de la tauromaquia. Una jornada marcada por la dedicación y el esfuerzo silencioso de estos héroes en la sombra.