José Arcila se alzó contra los elementos

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Redacción: David Jaramillo cultora.es Web Aliada

jueves 9 enero, 2025.  Los toros, con edad, seriedad y trapío, resultaron vacíos de raza y justos de fuerza, condicionando la tarde que terminó pasada por agua.

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José Arcila. Foto: Diego Alais

El regreso de Miguel Ángel Perera tras varios años de ausencia en ruedos colombianos, el sorpresivo doblete del triunfador del año anterior, Daniel Luque, quien cubrió la baja del convaleciente Tomás Rufo, y la presencia del torero local con los toros siempre codiciados de Las Ventas del Espíritu Santo hacían de este cartel uno de los más esperados del ciclo del 70º aniversario de la feria. Sin embargo, los toros, con edad, seriedad y trapío, resultaron vacíos de raza y justos de fuerza, condicionando la tarde que terminó pasada por agua.

Aun así, el triunfo se hizo nuevamente presente, aunque fuera un tanto inesperado. Las extrañas reacciones del tercero hacían pensar que tenía problemas de visión porque, aunque se fijaba en los engaños, muchas veces se iba recto al cuerpo del torero. Y lo siguió haciendo incluso después de que José Arcila lo había encelado bien en la muleta. No se podía confiar y cada muletazo era una moneda al aire, de ahí el mérito de la faena del torero local, que fue construyendo las series poco a poco, apuesta tras apuesta. Lo cierto es que el toro, cuando embestía, no lo hacía mal, pero nunca sabías cuándo te iba a soltar la bomba viniéndose al pecho. Fue clave que Arcila pisará con tanta firmeza y seguridad como tensión viva para evitar el derrote traicionero mientras robaba los muletazos uno a uno. Además, el manizaleño agarró la estocada al primer encuentro y la oreja tuvo el peso de su meritoria apuesta.

Fue el sexto el mejor de la triste corrida del maestro César Rincón, este sí tuvo celo en intención, pero como nada podía ser perfecto, el aguacero arreció. A Arcila no le importó, tenía en juego la puerta grande y buscó el trofeo con honestidad, sabedor de que, esta vez, había franca nobleza en el toro, un poco más de alegría en la acometida y un buen fondo, quedaba por saber la duración. En ello José tuvo mucho que ver, porque a pesar del agua, realizó las pausas necesarias y corrió la mano con el temple y el pulso necesarios para no afligir al toro y conducirlo con gusto y profundidad. Esta vez el toro respondió y la faena fue creciendo hasta calentar los mojados tendidos de Manizales y hacerlos explotar con la estocada que puso en sus manos la llave del triunfo de puerta grande.

Las buenas hechuras del primero fueron el augurio de la calidad en su embestida, la pena es que esa manera de meter la cara careció después de la alegría y la entrega para hacerlo de forma continuada y que llegara al tendido. Por eso, a pesar del pulso y de todos los cuidados de Miguel Ángel Perera para que el toro pudiera ir a más, no solo no terminaron de tener la respuesta que el extremeño, de regreso en esta Olaya tras varios años de ausencia, y toda la plaza esperaba. Apenas un par de series por el pitón derecho tuvieron ritmo y compás, antes de que el toro comenzará a defenderse de tan desfondado. Lo malo fue que Perera se puso pesado con la espada. Tampoco le funcionó el acero con el cuarto, un toro que tampoco agradeció todos los cuidados que Perera le procuró con la muleta. De hecho, nunca le apretó, todo fue mimo, alivio y delicadeza, pero la raza era tan escasa que bastó una serie en los medios para que el toro se fuera, ya no a las tablas sino a la puerta de chiqueros. Hasta allá se fue Perera, que derrochó voluntad y disposición, buscándole las vueltas al manso. Si lo mata al primer encuentro, probablemente premian su esfuerzo.
El segundo tuvo tanta calidad como contado poder. Ni siquiera el delicadísimo trato que Daniel Luque le dio con capote y muleta, siempre intentando mantenerlo en pie y empujarlo para que terminara el recorrido dándole aire al final, fue suficiente para salvar semejante obstáculo. El toro, fue perdiendo gasolina, como si tuviera roto el tanque, hasta que se paró. Nada qué hacer. Tampoco con el quinto, una copia que buscó la tablas tras la primera serie. Triste tarde para la ganadería.

FICHA DEL FESTEJO

Miércoles 8 de enero. Plaza de toros de Manizales, Colombia. Cuarta de feria. Tres cuartos de entrada en tarde de nubes y claros con lluvia fuerte en el sexto.

Toros de Las Ventas del Espíritu Santo, serios y bien hechos, pero ayunos de raza y justos de fuerza. Todos terminaron rajados y desfondados, excepto el buen sexto. Pesos: 456, 460, 458, 506, 440 y 446 kilos.

Miguel Ángel Perera (coral y oro): Silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.

Daniel Luque (purísima y oro): Silencio y silencio.

José Arcila (azul pavo y oro): Oreja y oreja. Salió a hombros.

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