Ferrera y De Castilla por la Puerta Grande de Manizales

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Santabárbara cumplió con un buen encierro

Redacción: Javier Baquero – Jaba

Con un lleno en los tendidos, una plaza engalanada por un público que disfruta todo lo que los actuantes hagan, una expectativa que se vio recompensada por lo hecho por los diestros anunciados. Antonio Ferrera, Emilio de Justo y Juan de Castilla.

Se corrió un encierro de la dehesa capitalina de Santabarbara, bien presentado en general, sin kilos de más, con una variada capa y astifinos, el juego fue variado como los pelajes, pero enteminos generales podemos decir que hubo unos muy encastados, e incluso alguno llegando a la mansedumbre, pero todos dejando algo de ganancia en el ruedo.

Antonio Ferrera – Rosa mexicana, oro y bordes en negro.

Cuando la tarde empezaba a chispear inicio el festejo del día y Antonio Ferrera se aprestaba a saludar la afición manizalita que lo esperaba con ansiedad. La tablilla anunció a Quitasol, de 444 kilos, un jabonero sucio de bonita lámina. Un toro armónico, con trapío y buena presencia.

Con la capa fueron pocos los lances Cony capote azul por ambos lados. Reinario Bulle dejó una justa vara, tras haberle partido el palo el jabonero. Devia El Pino lacearon al astado dejando tan solo dos pares.

Antonio brindó al público que en casi la totalidad cubrían el cemento. Fue por bajo que inició el torero y en el segundo muletazo el toro dio vuelta Anel a sobre su animalidad. Ya en el centro del ruedo Ferrera tomó distancia e inició su toreo en redondo. El toro perdía la manos por su codicia y ganas de regresar rápidamente. Hubo tiempos muertos dejados por el español para dejar recomponer al toro e iniciar una nueva tanda.

La mano izquierda también fue partícipe de la faena y por esta la dosificación fue similar. El toro embestía con fijeza y muchas nobleza, humillaba y hacia el tan recordado avión.

En un segundo tiempo Ferrera ejecutó unos redondos donde el astado iba prendido sin reprochar el viaje. Ferrera buscó el acero y recibiendo dejó una estocada trasera y efectiva. Sin puntillas. Una oreja justa

Para su segundo Antonio ya tenía media puerta abierta y la corrida estaba funcionando. Salió un ejemplar negro enrizado que partió plaza y buscó saltar al callejón estrellándose contra las tablas de forma aparatosa.se rompió el osico y el rumor en el tendido, hay toro, hay toro, pocos lances y que salga el montado, Luis Viloria en solitario, el toro desde el centro inició el galope y dio pelea al caballo.

En las banderillas Ferrera quito a los subalternos y tomó los palos, tres pares con mucha magia. Terminó arrodillado frente a la cara de Enojado, el negro toro de Santabarbara. Todo estaba cosinado y aún no tomaba la muleta.

Brindó al alcalde de la ciudad que ocupaba su palco alto. Tres muletazos y al centro del ruedo. La plaza estaba emocionada y Ferrera había vendido bien el espectáculo. Lejos, pero muy lejos cito al toro y este fijo en el engaño. El recorrido no era mucho y Ferrera lo sabía, Enojado había dejado todo en el inicio,sin embargo,perseguia con dulzura y acompasado al ritmo que el extremeño le señalaba. La muleta paseaba por las suertes mexicanas para proseguir con el espectáculo. Todo se hacía suave, lento y con espacios justos. En el balcón Suspiros de España interpretado por la banda. A más de diez metros inició su andar con la espada en la mano, entró firme y lamentablemente atravesó al toro. Tras el acero el ejemplar cayó. Los pañuelos, una oreja y vuelta al ruedo, presión del público y una segunda larga luego de la estocada defectuosa. Dos orejas – vuelta al ruedo al toro.

Emilio de Justo – Chel y oro, con detalles en blanco

Ya había pausado  la lluvia y le correspondió el turno a Emilio de Justo, el ruedo impecable, tras el trabajo de los monosabios. El sol tímidamente se asomaba sobre el balconsillo de sombra y la tabla anunciaba a Pitero, de 462 kilos.

Salió un castaño requemado, bien armado, el cual fue aplaudido. Emilio trataba de llamar la atención del ejemplar y cuando lo consiguió el trasteo fue poco y un tanto embarullado. Tres varas recibió el toro, dos en contra querencia y una más un cuarto de ruedo más adelante.

Permiso señor presidente y sin brindar Emilio empezó a buscar el camino. Una carrerista y ya en el centro del ruedo la muleta planchada para la primera tanda, con mucho gusto tiró del toro y fue construyendo una faena seria y con muletazos templados. Con la izquierda bajo la mano y el toro se iba entregando. Eran tres muletazos y en el cuarto ya se descomponía el binomio. La gasolina se hizo aire y ya en tablas el toro claudicó. La estada no quizo entrar y solo medio acero entró. El verduguillo terminó el trabajo inicial. Silencio y división de opiniones para el toro.

Con la puerta asegurada por parte de los dos alternes Emilio de Justo salió a por todas. A la arena saltó un jabonero sucio que fue aplaudido en la partida.

Con la capichuela poco hizo Emilio, el toro peleó con franqueza al caballo.

Muleta en mano brindó a Alex Benavides, que hace parte de su cuadrilla y que durante el último año sufrió una cornada.

La faena fue para un manso que quería huir del engaño y buscar las tablas. En consecuencia la labor era dificultosa al tratar de hacer que el jabonero repitiera. El mérito en todo fue de Emilio y la verdad no tenía nada que demostrar ante un marrajo como este. La espada entró en todo lo alto y Emilio vio esfumarse el triunfo. Ovación en el tercio

Juan de Castilla – luto, plata y cabos blancos

El antioqueño que llegó con mucha seriedad en los prolegómenos del festejo saludó a un cárdeno armonioso que perseguía con alergia y suavidad la capichuela. La vara estuvo a cargo de Cayetano Romero que dejó ir la vara con suavidad para ejecutar una pica moderada.

Con la muleta armada Juan inició en redondo a tirar de una pica moderada ejemplar que perseguía.parado muy frontal a su oponente Castilla fue embarcándole uno a uno, bajando la mano y dando esos tiempos que se requieren para recomponer la figura mientras el astado reposa. La música en el palco iniciaba su labor y Juan iba sumando muletazos,todos de buena factura. Los trazos eran largos llevando al toro atrás de la cadera luego de embarcarlo muy adelante.

De rodillas un par de muletazos en redondo y el de pecho ya en pie. El público con el nacional y voces de Colombia en el tendido. La espada fue tomada en tablas, ya todo estaba dicho. Lo bueno si breve dos veces bueno, dicen los entendidos. Sin miramientos la espada un pelin caída y muy efectiva. Los pañuelos  blanquearon los tendidos y de una en una, los dos trofeos le fueron concedidos. Dos orejas

Para el cierre, ya teniendo derecho a la puerta grande y tras haber visto la lidia del manso quinto, Juan quería sumar en oro del festejo. Salió un negro  de apenas 440 kilos, astifino a más no poder. Castellano persiguió el engaño con son y Castilla aprovechó ejecutando una tanda de verónicas.

Brindó y al centro del ruedo, cuatro de rodillas y el de pecho en pie, para empalmar con una tanda con la mano derecha. Juan da a distancia al toro y alargaba el brazo para hacer profundos los muletazos. Voluntarioso y con ganas de agradar el torero de Medellín porfiaba frente a un toro que se venía a menos. La música en honor al torero comenzó a sonar. Lo que iba a ser fue. El toro a menos y Juan encimista, tratando de sacar lo más posible. Estocada casi completa y una oreja

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