‘Cadenero’, toro inmortal: indulto que impactó en la Monumental

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Redacción: Víctor Diusabá Rojas – LA PATRIA

Los matadores David Galván y Román durante la salida en hombros con motivo de su triunfo en la tarde de ayer. David (izq) ejecutó una faena importante al toro Literato de la ganadería de Dosgutiérrez. Román consiguió indultar al toro Cadenero de Ernesto Gutiérrez. Ambos con merecidos triunfos.

La tarde se resumió en esos minutos que sumaron un siglo, ese tiempo en que quizás tarde en criarse el auténtico toro de lidia.

Ahí queda para la historia este ‘Cadenero’, número 197, de 460 kilos, toda belleza por fuera y toda bravura por dentro. Un animal que debe haberlo soñado Ernesto Gutiérrez Arango, y el mismo por el que se desvelan ahora Miguel y Marcelo Gutiérrez.

Una máquina de embestir a la que, si hubiese que buscarle un defecto sería que pareció tardo. Frente a eso, es mejor decir que tomaba aire para atender luego los cites de Román y entregarse en esos viajes con toda la excelsitud que lo hizo.

Aparte, por ambos pitones, como si la perfección existiese. Con largos recorridos de entrega y emoción. De cara baja y galope que puso a prueba los cimientos de la Monumental. En fin, un toro de indiscutible indulto. El mejor homenaje a 70 años de pasión. Sí, ‘Cadenero’, ese dije, es el toro inmortal.

Claro está, el otro capítulo corrió por cuenta de Román, quien supo, con temple y mando, tocar las teclas indicadas para regalarnos una faena que vale esculpir en algún lugar de este lugar hecho a punta de milagros.

Y pasaron otras cosas. Por ejemplo, la gente puso mala cara por la poca que, a su vez, traía el de inicio, aparte de escasas carnes. Diez minutos después, David Galván les había cambiado el semblante. Enorme anduvo el gaditano, más allá de las carencias de su enemigo. Primero, porque impuso las condiciones desde que lo recogió con el capote. Y, además, porque hizo del temple herramienta indispensable ante un toro que nunca humilló. Dos orejas, una de ellas de físico cariño de la gente, para ganar de entrada el pasaporte a la puerta grande.

El segundo también entró en la categoría de justísima presencia. Por eso, quizá, apenas le dieron un picotazo. En la muleta, el toro se movió sin decir mucho. Igual, Román se las arregló para sacarle series que crearon ambiente propicio en los tendidos. Hubo, casi siempre, momentos de ritmo. Aunque no faltaron los apuros. Fallos con la espada dejaron todo en palmas tras aviso.

El tercero dejó para el recuerdo angustia y pena. A la salida de un par de banderillas, arrolló a Ricardo Santana, quien terminó golpeado en la cabeza contra el costado de un burladero. En principio fue atendido en la enfermería. Lo demas, un toro a la defensiva y un torero, Juan Sebastián Hernández, en procura de despachar esa carga de peligro excesivo. Palmas tras aviso.

El cuarto, segundo de Galván, fue sacando genio hasta dejarse poseer por él. El torero de Cádiz hizo lo posible. E, incluso, fue más allá. Menos mal, el descabello dio en el punto para poner fin a lo que no merecía proseguir. Palmas al torero y pitos al ejemplar.

El sexto también pasó sin pena ni gloria. Hernández echó mano de todos los recursos nobles, mientras el toro buscó el bulto. Dos avisos y palmas para el boyacense.

Ficha de la corrida

Un toro de Ernesto Gutiérrez Arango, de impecable presentación, bravo y encastado, de nombre ‘Cadenero’, número 197, indultado. Cinco toros de Dosgutiérrez, mal presentados y de muy escasas posibilidades, aparte de algunos con genio.

450, 444, 442, 440, 460 y 442 kgrs.

David Galván, obispo y oro: dos orejas y palmas.

Román, sangre de toro y oro: palmas tras aviso y dos orejas simbólicas.

Juan Sebastián Hernández, blanco y oro: palmas tras aviso y palmas luego de dos avisos.

Detalles: Plaza casi llena. Buen tiempo.

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