Castella, contra los elementos, a hombros en Cali

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Foto: Rodrigo Urrego

Al francés no le importó ni la lluvia, que retrasó la corrida casi dos horas, ni una corrida a menos de Las Ventas del Espíritu Santo para sumar un triunfo en Cañaveralejo

Un desconcertante encierro de Las Ventas del Espíritu Santo se lidió este sábado en Cañaveralejo. Todos pelearon en varas, casi todos persiguieron a los banderilleros, pero todos, pese a recibir poco castigo porque solo fueron una vez al caballo y solo recibieron dos pares de banderillas, se quedaron sin fondo en la muleta, y aunque de bonita lámina, tuvieron muchos kilos para cajas pequeñas. Quizás ahí haya una posible causa del decepcionante comportamiento de la corrida de César Rincón. Y no es que el lote de Sebastián Castella tuviera un mejor comportamiento, es que Castella pudo con todo y se impuso en sus dos turnos en dos soberbias lecciones de poderío, paciencia y perseverancia.

El primero fue exigente de salida y Castella sorteó el tercio con oficio. La faena comenzó con pases por alto espaciados por la falta de fijeza del toro. Y a la poca fuerza pudo el dominio de Castella que terminó por imponerse en series a dos manos. Tres a derechas, una con la izquierda, y un par más con cambios de mano y recortes sin perder ni temple ni ligazón.

Castella salió con la seguridad habitual a vérselas con el quinto y de nuevo estuvo poderoso y variado con el capote. La faena de muleta fue una lección de poderío y comprensión de las distancias. Basada sobre la mano derecha, toreó largo, en redondo, en circulares invertidos, hasta taparle la salida las veces que se quiso ir a tablas, que fueron muchas.

Todo de Castella, que miró desde arriba soberano en la tarde que recogía el cartel de la temporada y que atrajo la mejor entrada de la feria. Lamentablemente pinchó lo que hubieran sido dos orejas seguras, pero cortó la que le aseguró la puerta grande que tuvo esta tarde más significado, porque le cumplió a la afición, a su amigo, compañero de cartel y empresario que lo contrató, Luis Bolívar, pero ante todo una puerta grande que no solo le hace justicia a la forma en que asumió la tarde, sino al momento de su tauromaquia. Superó la adversidad, que en sana competencia no lograron los demás.

Luis Bolívar también se llevó una merecida oreja del séptimo de la noche, su último toro en Cali, dándole la vuelta al infortunio del encierro y de su complicado lote. Muy firme a la verónica y declarando intenciones, pues no podía irse de vacío en su despedida, brindó al público y fue a por todas, y aunque el toro también se cayó comenzando la faena, en adelante la labor de Bolívar consistió en sujetarlo entre los medios y el tercio. Lo cuidó muy inteligentemente, dándole aire para cerrar la faena apretando al toro en tablas y encender el frío tendido con dos molinetes de rodillas. Estoconazo para terminar su carrera torera en esta plaza y conseguir la oreja.

En el tercero, dos largas cambiadas en el tercio y lances a la verónica del tercio a los medios con poderío parecían presagio de faena grande, pues hasta entonces fueron bravos toro y torero. Toreó de rodillas con mando y el toro se arrancó de largo con tranco para una serie rotunda, pero el toro se fue quedando sin motor y la acometividad del comienzo se transformó en sosería. Las series al natural mostraron otra condición del toro y por allí la faena se vino a menos.

José María Manzanares no tuvo lote para el lucimiento. Y es que a un torero como él nadie le podrá endilgar facilismo o comparecencia para simplemente venir a cumplir. Manzanaresse entrega y torea. Saludó una ovación en el segundo después de aliviar al toro llevándolo a media altura por su falta de fuerza. Suavidad en los toques y en el pulso para ligar las series, pero el toro se fue apagando rápidamente. Pocas cualidades tuvo por el pitón izquierdo. Las mejores verónicas de la tarde las ejecutó en el sexto. Y el tranco que tuvo el toro en el tercio de capa fue todo lo que tuvo ya que a la muleta llegó sin fondo y con peligro, y a punto estuvo de coger al torero en dos ocasiones, una de ellas prendiéndolo por la taleguilla.

Alejandro Talavante tampoco brilló y en el que cerró la corrida, que en criterio de la afición era el más manejable del encierro, abrevió en medio de las protestas del público. En el cuarto solo el inicio de faena tuvo algo de brillo, porque muy pronto se desfondó el toro, y el fallo a espadas y el aviso que escuchó terminaron de aguar la fiesta que ya la lluvia tenía descompuesta.

Cali (Colombia), sábado 28 de diciembre de 2024. Toros de Las Ventas del Espíritu Santo, parejos de presentación, con kilos pero anovillados, tres de ellos cinqueños. A menos en la muleta. Sebastián Castella, oreja y oreja; José María Manzanares, ovación con saludos y silencio; Luis Bolívar, silencio y oreja; Alejandro Talavante, silencio y leves pitos. Entrada:Tres cuartos. Tarde lluviosa que retrasó el inicio del festejo una hora y cuarenta minutos. Saludaron Emerson Pineda y Jhon Jairo Suaza “Chiricuto” en el segundo, y Ricardo Santana, en el séptimo.

 

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