La Feria de Cali en su edición 69 inició con bajas asistencias y protestas de antitaurinos, lo que marcó un comienzo accidentado. Se lidiaron toros desiguales de la ganadería de Ernesto Gutiérrez, destacando un indulto controvertido y actuaciones variadas de los toreros. Antonio Ferrera mostró destellos de técnica, aunque con altibajos y fallos en la espada; Luis Bolívar exhibió madurez y temple, logrando conectar con el público pese a dificultades con la suerte suprema; mientras Fernando Adrián, limitado por problemas de salud, lidió un único astado de desempeño irregular. La jornada estuvo llena de contrastes y polémicas, reflejando la complejidad del espectáculo taurino.
Redacción: Javier Enrique Baquero Pardo JABA
Cali – Colombia. Se cumplió la fecha señalada, el inicio de la Feria de Cali en su edición 69, con empresa nueva y una total expectativa por una gran feria. La plaza registró una entrada muy baja, mientras que los antitaurinos estorbaban el ingreso a la plaza, lo que retrasó el inicio del festejo. Se lidiaron astados desiguales de presentación y de juego de la dehesa de Ernesto Gutiérrez. Un indulto insulso, un Ferrera lleno de detalles y altibajos, un Bolívar muy maduro y un Adrián que solo lidió un astado por problemas médicos.
Antonio Ferrera
El primero de la tarde, Dante de 470 kilos, al que saludó con pocos lances de tanteo al cornupeta que acudió de buena manera para ir ahormándose a la embestida. Brindo al diestro Luis Bolívar y con la muleta en mano entendió la medida justa, los tiempos y el temple suficiente para sacar un buen partido del negro Gutiérrez. Las palmas no se hicieron esperar en respuesta a la labor del torero español que en cada muletazo imprimió suavidad y un temple de mucha calidad. En el centro del ruedo la muleta llegó a la mano izquierda con la que también debo muestra de la impronta de torero importante, quizás un poco menos largas tandas y a buscar el acero, para montarse con suavidad sobre el morrillo que como mantequilla recibió una estocada completa pero un pelín caída, pese a lo cual el presidente largo de emociones entregó una oreja apenas pedida. Antonio tuvo que correr el turno ante la imposibilidad de salir al ruedo de Fernando Adrián por un problema médico. Poca capa y banderillas con muchas tablas en el previo y ejecutorias de exposición, sobre todo el tercero muy pegado a tablas. Brindó al público y sacó partido a uno que poco ofrecía, construyendo una faena a base de conocimiento y dando espacio a la técnica, el negro sin humillar, a echando la cara arriba y protón en las envestidas, complicando los deseos de Antonio. La espada en un primer viaje no encontró rumbo fijo y en su segunda comparecencia un acero flojo y descolocado. Ferrera hubo de lidiar el último del festejo ante la imposibilidad de Fernando Adrián para actuar por su problema médico. La faena de capa se construyó con suavidad y verónicas de buena factura. En banderillas invitó a Garrido y a Santana para completar el tercio. Tres buenos pares y un público agradecido con el gesto. Con la muleta de rodillas en tablas, muletazos al tercio y luego en el centro del ruedo, la música llegó rápido y el español pidió a la banda que le soñaran el pasodoble Feria de Cali. La faena fue emotiva, aunque con espacios para dar aire al cornupeta. La figura de Ferrera se doblaba hasta forzar muletazos de mucho fondo. Al final la faena decayó a muletazos trompicados por la pelea entre la razón y la técnica. Algunos gritos de indulto y una demora injustificada en Férrea acarrearon tres pinchazos acusables al torero. Una espada completa y punto final al festejo.
Luis Bolívar
Salió a vérselas con Plomero, un negro meano al que le ejecutó dos largas cambiadas y una serie de lances a la Verónica, rematados a una mano. En el centro del ruedo brindo a los asistentes y recibió una fuerte ovación. Cuatro de rodillas y dos de pecho en pie de gran factura. Bolívar con mucha enjundia. Despojado de sus zapatillas en el mismo centro nos brindó tandas muy interesantes, fundamentadas en el temple y la lectura exacta de las distancias. La izquierda también acompañó el temple y sacó partido de las buenas embestidas de Plomero. La espada en la mano acompañó el trasegar el caleño para encontrar el lugar apropiado para pasaportar a su primero. Un pinchazo y espada o hasta los gavilanes que no fue efectiva llamando al verduguillo para tratar de acabar lo hecho. Un aviso apuró los nervios, pero no los resultados. Fueron varios los inténtenos hasta que doble en negro. En quinto lugar, Bolívar regresó al ruedo para lidiar a Luchador. Poca capa de inicio, pero llevó a su oponente de manera visto con chicuelinas al paso. Brindo a dos de sus socios de la empresa Toro Vive y sin medir distancia inicio en el centro del ruedo una faena llena de maestría torera, acompañada por los óles del respetable. Ligó a uno que perseguía y llevaba buen ritmo en los andares. Bolívar se recreó llevando pegada a su pañosa el osito del de Gutiérrez. La faena se desarrolló en el mismo centro del ruedo donde la batalla no perdía emoción, la faena fue casi completa pues la izquierda por recurso encontró. Lo que su hubo fue un deseo de alguna parte del público para pedir un indulto injustificado, el cual fue concedido por un palco demasiado manilargo. A cada cual lo que le corresponde y Bolívar tuvo mucho mérito, pero el toro solo fue un facilitador y no un determinador.
Fernando Adrián
Salió hasta el cuarto de la tarde tras presentar un. Jadeo gastrointestinal severo., por lo que el orden de lidia se había alterado. Saludó con poca capa a Arrojado, un negro Gutiérrez, que salió lavarito de carnes como le gusta a los ganaderos. Adrián brindo a Luis Bolívar. La faena comenzó de manera incierta tras una envestidas poco francas del astado que buscaba mirar a los tendidos y se rajaba por momentos hasta que se aburrió y buscó tableros con mucha rapidez en medio de malas ideas en sus acometidas. La espada buscó camino tendido y sin ningún ajuste a las carnes, pese a esto dobló el culpable de la mala pasada, el toro Manzo fue pitado en el arrastre.