La Plaza de Las Ventas vivió una tarde llena de altibajos durante la corrida de toros con astados de Antonio Bañuelos y otros hierros. El colombiano Juan de Castilla destacó en su presentación, mostrando solvencia y entrega ante toros de poco juego, lo que le valió una ovación y una vuelta al ruedo. Sus compañeros de cartel, Isaac Fonseca y José Fernando Molina, no lograron conectarse con el público debido a la falta de bravura en los astados ya faenas que no terminaron de cuajar.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora – https://enelcallejon.webnode.es/ – Web Aliada
Arbeláez – Colombia. La resiliencia de Juan de Castilla frente a un lote complejo y deslucido en Las Ventas: La legendaria Plaza de Toros de Las Ventas abrió sus puertas para un festejo que prometía emociones ante un encierro de Antonio Bañuelos, acompañada de un cartel de jóvenes toreros: Juan de Castilla, Isaac Fonseca y José Fernando Molina. La tarde, sin embargo, estuvo marcada por la disparidad de los astados, lo que puso a prueba la habilidad y el templo de los diestros, especialmente el colombiano Juan de Castilla, quien fue el gran protagonista al ofrecer una lección de oficio y valentía.
El primero de la tarde, de nombre ‘Pampanito’, pesaba 586 kilos, con una estampa imponente que auguraba un inicio prometedor. Sin embargo, desde los primeros lanzas con el capote, el astado mostró falta de entrega, poniendo a prueba la destreza de Juan de Castilla. El colombiano, sobrio y seguro, lo recibió con solvencia, pero el toro se fue apagando rápidamente. El paso por el caballo no cambió la tónica: aunque se arrancó con fijeza, la bravura del animal se esfumó en la segunda vara. Castilla, consciente del poco recorrido que ofrecía su oponente, brindó al público, en un gesto de compromiso, antes de intentar lo imposible: llevar a buen puerto una faena con escaso material. La faena fue breve, marcada por un momento en el que el astado llegó a prender al diestro, golpeándole el pecho en un instante de suma tensión. Pese a la voltereta, el torero se repuso con gran entereza, aunque el castaño ya no permitió más lucimiento. El manejo de la espada fue certero, con una estocada hasta la cinta que le valió una ovación del público, reconociendo su profesionalismo.
El cuarto bis, un sobrero de Las Ramblas, brindó una oportunidad más clara para el colombiano. A pesar de una salida al tercio vulgar y sin clase, Juan de Castilla, demostrando paciencia y técnica, supo imprimirle ritmo y temple a su faena, logrando momentos de gran conexión con el tendido. El toro, si bien manejable, no poseía la clase suficiente para propiciar un lucimiento rotundo, pero Castilla, fiel a su estilo, le extrajo lo mejor, destacando especialmente en una serie final de rodillazos que puso a Las Ventas en pie. El fallo con el descabello le privó de una oreja que ya había acariciado, pero su vuelta al ruedo fue merecida, con el público valorando su entrega.
Por su parte, Isaac Fonseca no tuvo la misma suerte. El mexicano se enfrentó a un segundo tris de Montalvo que apenas ofreció condiciones para el lucimiento. Tras dos pañuelos verdes y cambios de astados, el toro que finalmente se lidió carecía de bravura y se desentendió de la lidia en todo momento. Fonseca intentó imponerse, pero la falta de raza del toro y su propio desconcierto no permitieron mayor emoción. El silencio fue el único protagonista tras una faena anodina, tanto en el segundo como en el quinto, un sobrero de Couto de Fornilhos que salió sin fuerza ni codicia. Fonseca fue, además, víctima del excesivo tiempo que duró el festejo, lo que agotó al público y al propio torero, quien no logró matar con prontitud, lo que le valió un aviso en su segunda lidia.
José Fernando Molina, por su parte, mostró destellos de calidad en su toreo, especialmente con el capote. Su saludo al tercer toro de la tarde, un castaño de Bañuelos, fue de gran belleza, encajado y templado. Sin embargo, la mala fortuna se cebó con él cuando el toro se partió una mano tras el primer tercio, dejando a Molina sin posibilidades de redondear su actuación. En el sexto, aunque su capoteo fue nuevamente destacado, Molina se precipitó en el inicio de la faena de muleta, exigiendo al toro más de lo que podía ofrecer, lo que provocó que la faena se desinflara prematuramente. El albaceteño, al igual que Fonseca, concluyó su tarde en silencio.
La corrida de Bañuelos, caracterizada por su falta de bravura y entrega, dejó un sabor agridulce en el público de Las Ventas, que apenas encontró motivos para emocionarse a lo largo de la tarde. En contraste, Juan de Castilla emergió como el torero más sólido y capaz del cartel, demostrando que la técnica y la voluntad pueden sobreponerse a las dificultades impuestas por los astados.
Ficha del Festejo
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Corrida de toros. Toros de Antonio Bañuelos (1º – 2º – 2ºbis – 3º – 4º – 6º), Moltalvo (2º tris), Carmen Valiente (4º bis), Las Ramblas (4º tris) y Couto de Fornilhos (5º). Defensivo y sin opción el primero; Simplón y sin entrega el segundo tris; Enclasado en los embroques y lastimado en una mano el tercero; Con ritmo y repetición el cuarto bis; Manso y sin entrega el anodino quinto; Insulso y sin fondo el sexto. Juan de Castilla (botella y oro): Ovación y Vuelta al ruedo. Isaac Fonseca (gris plomo e hilo blanco): Silencio y Silencio tras aviso. José Fernando Molina (sangre de toro y oro): Silencio y silencio. Incidencias: El tendido obligó a saludar a Isaac Fonseca una vez roto el paseíllo.