Un Arte en Riesgo y la Lucha por la Libertad Cultural

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La tauromaquia, una tradición artística con profundas raíces en la cultura hispánica, enfrenta un futuro incierto en Colombia. La nueva ley que prohibirá las corridas de toros a partir de 2027 ha generado controversia y resistencia entre los aficionados, quienes defienden su derecho a la libertad cultural y denuncian la falta de autonomía de los alcaldes frente a presiones políticas. El debate sobre la preservación de esta manifestación cultural sigue vivo, en medio de un clima de intolerancia y confrontación.

Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez – https://enelcallejon.webnode.es/ – Web Aliada

Fusagasugá – Colombia. La tauromaquia, como la conocemos hoy, tiene sus raíces en la época de la Ilustración (1750-1850) tanto en España como en América Latina. Durante este período, los señores a caballo que dominaban las antiguas fiestas fueron reemplazados por peones, y se redactaron los primeros reglamentos taurinos con el objetivo de proteger la vida del torero y asegurar la integridad del toro hasta el momento ritual de su muerte. Estas normativas, al ser respetadas, permiten que la ejecución del torero se convierta en arte, que encarna los ideales de la cultura hispánica, destacando el sentido trágico y heroico de la vida. El torero, en este contexto, se convierte en una gran metáfora sobre la vida y la muerte.

Sin embargo, como toda expresión artística, el toreo no es comprendido por todos. Esto ha llevado a que, bajo el argumento de la «crueldad», se intente prohibir esta práctica, una acción que los taurinos vemos como un simple afán por imponer restricciones a los gustos y aficiones de otros. Los aficionados a la fiesta brava defendemos vehementemente nuestro derecho a disfrutar de una tradición artística que es pacífica y reclamando la libertad de opción cultural, en la misma medida en que se respeta la libertad de conciencia. Los ataques a las corridas de toros son manifestaciones de intolerancia violenta hacia gustos y sentimientos.

Además, los taurinos somos protectores del medio ambiente y de la conservación de especies, incluido el toro bravo. La supervivencia de este animal depende en gran medida de las condiciones que permiten su crianza, las cuales están directamente vinculadas a la continuidad de la tauromaquia.

En Colombia, la tauromaquia se ha desarrollado desde la época colonial, pero ahora enfrenta una posible desaparición debido a la sanción de la Ley 219/23C-309/23S por Gustavo Petro, que prohibirá las corridas de toros a partir de mediados de 2027. Esta legislación ha sido objeto de críticas, porque presuntamente tiene vicios de trámite en su aprobación y posibles violaciones a derechos fundamentales consagrados en la Constitución, como la igualdad ante la ley y la libertad cultural.

A medida que se acerca la fecha de implementación de la ley, la falta de autonomía de algunos alcaldes se ha convertido en un tema polémico. En varias localidades como Arbeláez, Sogamoso y Ubaté, los alcaldes, presionados por directrices políticas o por compromisos con sus partidos, han comenzado a poner trabas a la realización de festejos taurinos, a pesar de que la ley aún no ha entrado en vigor. El alcalde de Ubaté, en particular, ha sido objeto de críticas por su negativa a otorgar permisos para corridas de toros, justificando su decisión en supuestos incumplimientos de requisitos, una afirmación que el torero Manuel Libardo ha desmentido categóricamente.

Además, es un secreto a voces que algunos gobernadores han ejercido presión sobre los alcaldes, «aconsejándoles» negar las solicitudes de permisos para eventos taurinos, lo que ha generado un clima de tensión y desconfianza. Esta situación pone en evidencia los desafíos que enfrenta la tauromaquia en Colombia, no solo desde el punto de vista legal, sino también en términos de la libertad cultural y la autonomía de las autoridades locales.

En este contexto, la lucha por la preservación de la tauromaquia en Colombia se ha convertido en un símbolo de la resistencia contra la intolerancia y la imposición de restricciones culturales, manteniendo vivo el debate sobre el futuro de esta tradición milenaria.

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