Abrazo con otro torero importante en la feria: David de Miranda. El onubense será quien le ayude con la lidia.
Gente seria en esto opina que torear es buena medicina para Morante, que cuanto antes llegue ese movimiento, mejor será.
Ha sido Santander, será Azpeitia y llegará Huelva en agosto junto a otras plazas más hasta las treinta y tantas de este año. Las Colombinas tienen su nombre, se le espera y Morante es consciente de que la Merced ha sido siempre uno de sus territorios amigos para pensar y expresar el toreo. Unos cuantos minutos de conversación completan la entrevista al protagonista que focaliza la atención de todo el toreo.
Pregunta.-Antes que Morante está José Antonio. ¿Cómo está usted en lo personal? En lo profesional se le ha visto fino.
Respuesta.-La verdad es que el reto complicado es ese, el equilibrio con lo personal. Esa es la cuestión más complicada de responder porque esto es algo muy lento y angustioso. Y bueno, aunque para mí no es nuevo y llevo sufriéndolo desde que tenía 20 años, en esta ocasión me ha dado más fuerte y aquí vivo con la ilusión de que se vaya. Que se arrincone en algún sitio. Que se esconda ya de una vez.
P.-En ese camino que se busca está pulsar sensaciones ante el toro, buscar estos ratos íntimos sin sentir la presión del público.
R.-Sí , por supuesto. Creo que ir al campo, a las ganaderías, a prepararme y estar delante de la cara del toro también es una forma de terapia. Ya no solo terapia sino una manera de buscar la forma física para vestirte de luces y recobrar cosas importantes como profesional. Afortunadamente la tarde de Santander se dio bien y eso te da mucho ánimo para seguir.
P.-Era la primera después de… Bonita pero de las que cuestan, de las que exigen cosas.
R.-Sí, me costó mucho. Claro que me costó mucho pero con esfuerzo llegó la recompensa. En realidad todas las tardes cuestan. Era una tarde especial porque venía de mucho tiempo sin torear en público. Aunque no había dejado de torear en el campo, sí es verdad que era una tarde de muchas dudas, mucho médico, de una vida como triste. Un muro grande para afrontar un compromiso como ese. Pero mira, hasta ahora nos hemos interpuesto a todos los condicionantes y vamos tirando para adelante.
P.-Llegan etapas, vuelven a llegar plazas y entre ellas Huelva, un puntal de cariño pero también un reto personal para usted.
R.-Eso tiene mucha verdad. Huelva siempre la he disfrutado mucho y con mucha verdad. He tenido tardes importantes y tiene un compás muy propio. Vamos, que no es una plaza turística, el aficionado que se sienta en esa plaza es el aficionado de Huelva y eso le deja una personalidad a la plaza que hace que surjan todos los sentimientos del pueblo: el compás y el saber esperar. A mí me da fuerzas eso.
P.-José Antonio, hay un hecho diferencial en la pasada temporada como es ese rabo de Sevilla. Aquella tarde usted se vacía completamente … ¿aquella tarde tan importante termina pasando factura personal?
R.-Bueno, aquella tarde yo ya no estaba bien. Si me veis con el rabo veréis también que ya hay mucho sufrimiento en mi cara. Fue el inicio de esta recaída. ¿Si pasa factura o no pasa? Yo creo que no. Las circunstancias van dándose, la suerte, el azar, te hacen llegar a ese momento y ya está. En parte también es cierto que desde entonces vengo sufriendo muchísimo, viendo a muchísimos especialistas y esperando a ver si dan con la tecla.
P.-Está el torero en manos de profesionales que deben buscar esa tecla que afine esa sinfonía tan especial que distingue a Morante de La Puebla. También a José Antonio, la persona que vive dentro del torero.
R. -Ojalá porque la desesperación a veces es grande y frustrante, esto irá despacio y ojalá den con esa tecla.
P.-Darán, porque está claro que se necesita al Morante que reavive esa incógnita de una tarde de toros.
R.-Y ahora más … -sentencia el torero en la conversación con una clara sonrisa en la cara -.
P.-Le vi triunfador en Santander, pero triste aún.
R.-Todo tarda como antes decía y Huelva es un puerto apropiado para comenzar todo eso. Ojalá sea ese pico que ayude en todo ese tránsito que ahora toca remontar.
P.– Tiene que gratificar a la fuerza que una plaza espere tanto a un torero, en este caso a usted.
R.-Claro que sí, hombre. Aquí hay un buen calor, muy buen ambiente. Te ayuda de verdad todo eso que te da el aficionado deseando que otra vez llegue la vida a ti. El toreo es nuestra vida. Lo que nos lleva siempre al terreno donde los toreros respiramos para poder vivir. Es así. La verdad es que son muchas las muestras de cariño, deseos de que me encuentre bien, que vuelva otra vez a torear …
P.-Y que sea feliz ahí donde se le espera.
R.-Ahí va. Claro, no es fácil porque no te vas a sentar a esperar que venga la felicidad a tu casa. Hay que emprender el camino de salir a buscarla. No soy yo tampoco de quedarme a esperar en la puerta de mi casa.
P.-Recordamos andaduras del comienzo. Esos tiempos de novillero.
R.-Cada torero tenemos unas circunstancias y es verdad que yo cuajé mis inicios toreando mucho porque estaba en todos sitios pero también es cierto que era muy joven. Tendría 14 o 15 años y aquellos novillos fuertes me parecían cada tarde un reto para mi fortaleza física. Bueno, ha pasado mucho tiempo y reconozco que fue importante saber desde el primer momento que esto iba a ser exigente.
P.-El otro día en Santander el brindis fue a una persona determinante ahora mismo para usted. Pedro, su apoderado, es la otra rueda de esa bicicleta que mueve ahora la vida de Morante.
R.-Pedro ahora mismo te puedo decir que es como si fuera mis pies y mis manos. Lleva todo el control de médicos, el que habla con ellos muchas veces. Vamos juntos a todas partes y es por supuesto esa persona en la que confías totalmente para que te ayude en estos momentos complicados. Una suerte que ande cerca.