Tres tauromaquias distintas y un mismo delirio común, pese al irregular y anovillado encierro de Juan Bernardo Caicedo. Esta tarde se suma a otras tres en la historia de esta plaza en las que se cortaron diez orejas.
Redacción: Paulo Andrés Sánchez Gil – Aplausos.es
Manizales – Colombia. Tres tauromaquias distintas y un mismo delirio común, pese al irregular y anovillado encierro de Juan Bernardo Caicedo. Esta tarde se suma a otras tres en la historia de esta plaza en las que se cortaron diez orejas.
Daniel Luque, el mismo que tiene al planeta taurino atento a cada movimiento suyo, hoy fue un compendio de lo mejor de su tauromaquia, y en sus manos, los dos toros fueron la medida justa de lo que para un aficionado significa ver a una figura en plenitud. Luque lo está, y al segundo le hizo un faenón que quedará para el recuerdo de esta plaza, por la suavidad y la estética conjugadas en tres series con la derecha, y un natural invertido de escándalo. Todo a la altura perfecta, la que el toro aguantaba, sin perder la línea, ni el temple. Al natural toreó muy despacio en una corta serie, para que también quedara grabada como parte del compendio, y por luquesinas llegó el delirio y del balcón de la Banda Municipal de Manizales las notas del pasodoble que pone los pelos de punta en esta plaza aunque uno no haya nacido aquí, la Feria de Manizales. Daniel no la escuchó porque estaba rematando la faena en medio del escándalo de los olés, y fue por la espada que puso certera, arriba, y rubricar con ella la obra mejor compuesta hasta ahora de lo que va de feria.
En el quinto, desde que se abrió de capa se sabía que Luque no venía a asegurar el triunfo en un toro y nada más. Vino a recordarle a la afición de Manizales por qué ahora reina en la tierra y en el cielo de la fiesta. En la muleta estudió primero al toro, para no descomponerlo, porque estaba al límite de la mansedumbre. Temple y justos toques para acompasar la embestida irregular y corta del animal. Por el izquierdo el toro tomó mejor la muleta y Luque se explayó a torear. Sonó Feria de Manizales, como para que en esta ocasión sí la escuchara, y nos dejara ver un poco más (un Luque así, que no pare nunca). Las luquesinas al hilo de las tablas cerraron al alza. Otra vez fue Luque el que hizo parecer bueno al huidizo de Caicedo, sin lugar a equívocos.
Juan de Castilla o el elogio de la dificultad, y como si en su vida el designio fuera a cambiar la cruz por la cara, no deja pasar ninguna oportunidad para ello. Cuatro orejas en Manizales, y su andadura desafiante que no para desde la Copa Chenel, probablemente le abrieron la senda de varias ferias importantes en España, donde a punta de trabajo y sufrimiento ha ido trazando esa ruta de la nueva figura colombiana en el espacio de los elegidos. Al tercero lo protestó él mismo por manso, por parado, pero en su plan ahora cabe que si la montaña no viene a él, él va a la montaña, y puso a embestir al morlaco, y lo cuajó sin apurar la acometida, hasta lograr embarcarlo con firmeza. Por el izquierdo el toro tuve aún peor condición, pero allí Juan estuvo medido. Por el derecho en cambio si lo templó y lo mandó, a placer. Remató con manoletinas de rodillas y dos vibrantes obligados de pecho. Espadazo y locura general.
Y el mensaje que refiero, ese de que la pelea es peleando y que si no había lugar en el mundo para él, pues tendrán que abrirlo aunque esté lleno, porque siempre hace falta un Juan de Castilla en este mundo, quedó en evidencia cuando se fue a portagayola, y después de tres largas cambiadas, se dedicó a enaltecer el mensaje con el que el tendido joven lo había recibido en su primer turno “Medellín, Manizales te acoge”, y al que de salida fue bravo y que lo fue hasta la mitad de la faena, le endilgó series con el gusto que a veces no se logra porque el gladiador no se aliña, pero hoy era el día de la etiqueta, de ponerse en un palmo de terreno para la conquista de ese espacio reservado en el purismo a los estetas, hasta que el toro se rajó y la persecución también fue aliciente para la parroquia, que cuando le dispararon el pasodoble talismán Feria de Manizales solo quería que como Luque, de Castilla no se fuera con dos sino con cuatro en el esportón. Colombia en un solo corazón, el de Juan y el de los diez mil aficionados que casi llenaron los tendidos.
Antonio Ferrera tuvo varias virtudes, las primeras, demostradas en la salida del primero, la paciencia y el pundonor. El toro tardeó y Ferrera lo cuidó, lo esperó y lo recogió con jaleados lances por delantales y cadenciosas verónicas. Con la muleta lo llevó con mucho pulso y lo sujetó en los medios, y lo puso a embestir con calidad a pesar de su mansedumbre. Por el izquierdo huyó rajado. Pero llegó lo inesperado aunque todas las plazas en el fondo de su duende esperen que alguna vez lo haga, y es que la cosa ya con el triunfo prematuro de sus alternantes solo daba para una cosa, la gloria o el olvido.
Y esta tarde gloriosa tenía recompensa para la otra virtud de Ferrera, que ahora en el circuito taurino del mundo no hay un torero que pueda sustentar un repertorio tan amplio y tan de verdad como él lo hace. Cubrió todos los tercios, sí, también se montó a la grupa del caballo para picar al toro, bajó a Viloría y picó a ley con un puyazo corto y se desmontó para cubrir el quite también, luego puso banderillas con un tercer par extraordinario. Y se inspiró en una faena cargada de intensidad, a media altura y muy templada. El toro se lastimó una mano, y había que consentirlo. Entrega total de torero y afición. Espadazo y lo justo, las orejas a la garra y a la torería.
Y es que no hay un contexto más preciso para lo sucedido esta tarde que aquel que pone los quilates en los toreros. Una corrida de torerismo puro, de las que crea afición por los toreros, y de las que dejan inquietudes importantes que seguramente alimentarán discusiones válidas sobre el futuro de la crianza del toro bravo en Colombia. Cuatro toros en el límite del reglamento (440 y 442 kilos) da para plantearse la cuestión, ¿es momento de pasar a otro modelo de gestión de la fiesta, con menos ortodoxias y más elementos de mercado en consideración, para traer más afición joven, y que compre más tickets?. Hoy fue la tarde de la afición, y de Luque, de Castilla, y Ferrera. Como comenté con un colega al final de la corrida, con toros con peso y trapío, ese resultado daría para titular “La corrida del siglo”.
Ficha del Festejo
Manizales (Colombia), jueves 11 de enero de 2024. Cuarta de la 69ª Temporada Taurina. Toros de Juan Bernardo Caicedo, dispares de presentación y juego. Algunos mansos y rajados. Pitados en el arrastre 1⁰, 3⁰, y 6⁰. El 4⁰ de nombre Zorrito, con 454 kilos, fue premiado con la vuelta al ruedo. Antonio Ferrera, silencio tras aviso y dos orejas; Daniel Luque, dos orejas y dos orejas; y Juan de Castilla, dos orejas y dos orejas. Entrada: Casi lleno. Saludaron en banderillas Juan Contreras en el segundo, y Ricardo Santana e Iván Dario Giraldo, en el quinto.