El gaditano selló una tarde de suma importancia en la segunda de abono de la Feria colombiana.
Redacción: David Jaramillo – Cultoro.es – Foto: Diego Alaís
Manizales – Colombia. A veces no se necesita ni siquiera triunfar con fuerza para caer de pie en una plaza. La química existe. Y entre David Galván y Manizales saltaron chispas desde el primer instante. Por no hacer falta, ni siquiera necesitó la fortuna de un sorteo favorable, porque en cuanto a los toros, a decir verdad, no había de dónde escoger. Aun así, cuando ya escribíamos esto, Galván seguía en la plaza haciéndose fotos con todos los aficionados que pasaban por allí y, dicen, que ya empezó a buscar un piso en la ciudad.
La fianza la pagó con el segundo, que tuvo la virtud de ser pronto y de humillar (sólo) en el embroque de una acometida emotiva, pero que, sin embargo, no tuvo la raza para mantener esa humillación en su corto recorrido. Por eso Galván acertó en darte distancias y perder pasos para ganar en inercia lo que el toro no tuvo en entrega. Esa la puso David, junto al temple, la variedad y una solvencia tremenda con la que fue tapando los defectos del toro, al tiempo que se ajustaba en muletazos roncos de buenos y repletos de verdad. No funcionó la espada, pero ya la plaza avaló su entrada en la ciudad y lo ratificó con el quinto, que no tuvo nada, ni siquiera maldad. Tuvo que ser picado en los chiqueros (bien Luis Viloria con la vara) y Galván lo sobó, le tapó las salidas, lo templó y le robó muletazos, mejor, se los hurtó sin que se diera cuenta, para terminar metido entre los pitones con una entrega tremenda. Mató al segundo intento y escuchó un par de avisos por la muerte lenta del toro, pero la plaza se entregó con él. Lo hizo suyo.
Otra suerte corrió un queridísimo Rubén Pinar, aunque ya sabemos cómo es la memoria de los taurinos. Pronto se olvidaron del torero que hace un par de años, con este mismo hierro, demostró lo que vale. Hoy le trataron de otra manera, porque no le perdonaron nada. Es cierto que perdió los papeles con el acero en el primero, que por el derecho le cerró la puerta en la cara de salida con una colada esperpéntica y por el izquierdo hubo de andarle listo, por piernas y engañándole, muy tapado, hasta que se orientó y le buscó con la misma saña. Pero fue peor aún el cuarto, un manso que, cuando se sintió podido (bastó una serie) por la firmeza del albaceteño, comenzó a defenderse y a buscar por debajo, rebañando con muchísimo peligro. Rubén le tapó la salida, le buscó las vueltas e intento vestir aquello con variedad, también antes con el capote, pero no estaba el día para milagros, ni la plaza para reconocérselos a él. Así es esto.
La papeleta la tenía entonces Juan Sebastián Hernández, que con el poco oficio que ha podido acumular, tuvo que juntar un apellido contra el otro para intentar salir de esta con dignidad. Las acometidas del tercero fueron arreones, huidas hacia adelante en su cantada y bronca mansedumbre. El de Sogamoso poco pudo hacer más que intentar justificarse con más disposición que lucimiento y autoridad y también se atascó con la espada. Pero el destino le guardaba una pequeña sorpresa y, como en tierra de ciegos el tuerto es rey, el sexto resultó ser el menos malo del encierro, básicamente porque en su huida a tablas (y luego, cerca de ellas) se movió con cierta intensidad, soltando la cara lo suficiente para transmitir un punto de peligro y con un recorrido medio que hizo parecer lo suyo una “embestida potable”. Con eso, Hernández hizo de tripas corazón y buscó templar los envites, vistiéndolos de emotividad. Algún derechazo tuvo entidad y su esfuerzo se agradeció con una oreja tras la estocada. Cuando fue a recoger el premio, el gaditano ya estaba firmando las escrituras de su nuevo hogar.
Ficha del Festejo:
Martes 9 de enero de 2024. Plaza de toros de Manizales, Colombia. Segunda de abono. Tres cuartos de plaza en tarde agradable. Seis toros de Dosgutiérrez, parejos en su correcta presencia. Manso a la defensiva el primero, que no tuvo ni uno; potable el segundo; mansos el tercero y el cuarto; huido el quinto y con movilidad aprovechable el sexto. Pesos: 450, 460, 454, 444, 446 y 440 kilos. Rubén Pinar (azul pavo y oro), pitos tras dos avisos y silencio tras aviso. David Galván (marfil y oro), silencio y oreja tras dos avisos. Juan Sebastián Hernández (blanco y oro), silencio tras tres avisos y oreja. David Galván se presentó en Colombia con «Literato», nº 52, de 460 kg.