El extremeño indultó un toro de Vistahermosa y De Justo triunfó con fuerza en la tercera de la Feria del Señor de los Cristales
Redacción: David Jaramillo cultoro.es web aliada
Hay toreros a los que ciertas plazas les sientan bien. Ya no se trata de que sean queridos o que simplemente tengan suerte. Es un vínculo que se crea, algo invisible que hace que todo fluya. Y a Talavante le pasa con Cali. Hace justamente un año que, en Cañaveralejo, el extremeño recobró la sonrisa al indultar a «Barba Azul», de Juan Bernardo Caicedo, cuando la temporada de su regreso se teñía de gris. Y este jueves ha sido «Relicario» de Visrahermosa, una ganadería que no lidiaba en este ruedo desde hace tres décadas, el que permitió que Talavante recobrara definitivamente el pulso de ese torero espontáneo y genial, ese de temple maravilloso que se abandona a su creación cuando entra en trance. Precisamente, el Talavante que siempre queremos ver y al que este «Relicario» le devolvió la vida.
Ocurrió en el quinto turno, cuando el toro, pequeño como toda la corrida del hierro santacolomeño, sacó la codicia y movilidad que no mostraron sus hermanos, potenciando así su fijeza nobleza hasta convertir, a base de temple, suavidad y entrega, una de las faenas más explosivas que ha visto Cali en muchos años. Es cierto que Talavante venía calentito, pues cortó una oreja del blando segundo, al que sometió sin aflijir en para cortarle una oreja después de aliviar su falta de fuerza al tiempo que le abría los caminos a una embestida que se fue haciendo más sólida a medida que Talavante le estiraba el brazo.
Pero el extremeño apostó más por la variedad con «Relicario» y entre faroles, doblones, arrucinas y trincheras también deletreó el toreo sobrio y sentido, ese de inspiración arrebatadora cuando los vuelos peinan la arena. Dicen que por La Quinta, la avenida que pasa al lado de la plaza, hay todavía un natural sobrevolando, a la espera de terminar de tan largo y lento. El pañuelo amarillo asomó (no sin cierta facilidad) y Alejandro ni se enteró, estaba en otro mundo, el de aquellos que regresan a la vida. Bienvenido de nuevo, Alejandro.
También triunfó con fuerza Emilio de Justo, un torero abonado a las puertas grandes en esta arena hace ya varias temporadas. Lo hizo desorejando al tercero, un toro noble y blando que tuvo clase para seguir los vuelos de la muleta sin ayudado, porque la faena se convirtió en una oda al natural, también con la mano derecha. Fue así como el cacereño construyó un éxito más en esta plaza que ya le quiere como uno de los suyos. El desmayo y la suavidad que imprimió Emilio contrastó con el puñetazo seco y violento con el que tiró al toro sin puntilla. El sexto careció de fondo y, aunque De Justo porfió, poco pudo conseguir, más aún después de los fallos con la espada.
Algo parecido le pasó a Luis Bolívar, que recetó una lidia medicinal y regenerativa al inválido primero, del que pudo haber cortado un trofeo de lo bien que supo tapar sus defectos, pero la espada le traicionó. Sin embargo, si que lo obtuvo del cuarto, un toro de poco fondo al que el caleño metió en la muleta a base de sobarlo y convencerlo para que no se violentara a la defensiva. Una serie, con el toro finalmente sometido, fue el colofón de tanto esfuerzo. Eso, y media espada recibiendo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cañaveralejo, Cali (Colombia). Jueves 28 de diciembre. Tercera de feria. Más de media entrada.
Toros de Vistahermosa, de escaso remate, y de juego interesante por si fijeza y nobleza, a pesar de su falta de poder. El 5º, «Relicario”, nº 181, fue indultado por su fondo, codicia y calidad.
Luis Bolívar (turquesa y oro), silencio tras aviso y oreja.
Alejandro Talavante (purísima y oro), oreja y dos orejas simbólicas.
Emilio de Justo (obispo y oro), dos orejas y silencio tras aviso.
Incidencias: Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo del pintor Fernando Botero y el ganadero Antonio José González, fallecidos recientemente. Ricardo Santana saludó una ovación tras un gran par de banderillas al segundo. Talavante y De Justo salieron a hombros junto al ganadero Juan Carlos García.