Un encierro de Altagracia lleno de matices de bravura, codicia, fondo y casta, unos con más, otros con menos, pero todos con posibilidad de expresar la tauromaquia en cada componente.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora – https://enelcallejon.webnode.es/ – Web Aliada
Manizales – Colombia. Entretenida noche de toros en la Monumental de Manizales, festejo apertura de la vigésima tercera versión de la Feria Toros y Ciudad, que en su trayectoria se ha convertido en el escenario para los nacientes toreros de Colombia y la geografía taurina, porque echando la mirada a la historia de este certamen, por ahí han pasado en sus inicios toreros de gran reconocimiento como Andrés Roca Rey, Sebastián Ritter, Luis Miguel Castrillón y Juan de Castilla, entre otros.
La frase célebre entre los taurinos y que a la postre es la realidad de este arte mítico, compuesto por la liturgia (Conjunto de prácticas establecidas que regulan el culto y la ceremonia) y que, de paso, como cumbre solemne tiene inmerso el ritual de la muerte (elemento de verdad absoluta, que dentro la naturaleza y dinámica terrenal, ocurre sin otra alternativa, en todos los seres vivos), el “Rey de la fiesta es el Toro” , no cabe mas preciso en la descripción de lo visto en la apertura del ciclo novilleril de la capital caldense, pues los erales de la ganadería “Altagracia”, encaste Juan Pedro Domecq, propiedad de la familia Arandia Pedraza, tuvo bravura (en diferentes matices), casta, nobleza, acometividad, tranco, recorrido y algunos bureles, bastante clase, la pena por poner un detalle de precisión, lo dispar en su presentación, pero como los dedos de la mano no son iguales, así también lo podemos denominar en el encierro de esta joven ganadería cundinamarquesa de la provincia de Almeidas.
También vale la pena, con este ejemplo tan destacado en la primera novillada de “Toros y Ciudad”, algunos conceptos, que, por ser tan amplios, muchas veces rayan en la equivocación o desdibujan la calificación a la hora de valorar a un burel. Partamos del concepto de bravura, que de acuerdo a varios diccionarios especializados en la tauromaquia, nos dice que es “la acometividad resuelta del ejemplar y de constancia de la misma”, por tanto, el encierro visto en la primera de Manizales, en su totalidad fue bravo, el tema donde tal vez se difiere, es que algunos erales hicieron en el trascurso de la lidia, algunos extraños, pero es válido acotar que los astados no saben embestir, se les enseña en los compases de la lidia, por tanto esos “extraños” los adquirieron en la medida que se les fue toreando.
El término “casta o encastado”, hace referencia a dos vertientes, la primera a las características correspondientes a su ascendencia (su origen) y la segunda a la condición emocional del astado en su lidia (alegre, soso, etc.), para este caso citado, sin duda fue un encierro que gozo de casta por ambas vertientes, pues todos sin excepción, mostraron su galope, en la mayoría se rebosaron en los engaños e incluso uno que otro, se aburrió porque no se le estaban haciendo las cosas bien en su manifestación artística y taurina. Por último, se trae a colación el término “clase”, denominación dada a la distinción o categoría que diferencia a los bureles, atendiendo a su comportamiento, es decir distinguir los distintos tipos o matices de su comportamiento, un ejemplar por ejemplo puede pertenecer a la clase de los bravucones, igual que otro pertenecer a la clase de los revoltosos, etc., pero en la actualidad el término se ha encajado para definir la estética en la postura de la cara y lo profundo que la lleva en el momento de acometer, por esos tan importante determinarla, unos con más, otros con menos “clase”.
En conclusión, el encierro que abrió anoche Toros y Ciudad 2023, se ha convertido en un referente, porque lo visto dejó expresar, midió a los actuantes, permitió la expresión artística, el valor, la decisión y otro sin números de cualidades que, al momento de estas líneas, se escapan. Que bueno que se dio para los más jóvenes, pues así van haciendo un concepto real de lo que es esta tan difícil, pero a la vez bonita profesión, donde los valores de la humanidad se expresan en este encuentro de la inteligencia y el instinto, acople cotidiano de los componentes de un ecosistema.
Todos los actuantes, sin excepción, llegaron con lo más importante a esta cita, con decisión y ganas, cada uno, de acuerdo a lo aprendido técnicamente, se expresaron, mostraron su concepto y midieron su valor, en hora buena a este sexteto, que sin lugar a dudas, dejan una gran esperanza para la tauromaquia nacional y que lo que viene es preparación y depuración, para cuando aparezcan las oportunidades, se expresen, porque sin hacer mal uso de la expresión “se torea como se es” y eso invita a que, de aquí en adelante se cultive la humildad, la nobleza, el esfuerzo y sobre todo, el ser personas.