Santiago Domecq lidia la corrida de la feria, porque la emoción que transmitieron sus toros no cesó durante toda la tarde, de principio a fin. Y, con sus encastados toros, se elevó por la puerta grande Fernando Adrián, mientras que a Arturo Saldívar le juzgaron con dureza y Álvaro Lorenzo resultó herido.
Redacción: David Jaramillo – Cultoro.es – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo
Madrid – España. Fueron casi dos horas y media de emocionante tensión. Un toro tras otro sacando esa áspera codicia que ponía cara la tarde, porque la casta nunca es cómoda. Y los toreros, con toda su ambición y voluntad a cuestas, se jugaron el tipo con mayor o menor fortuna, pero siempre con sinceridad. Era cuestión de que la bolita cayera en la casilla de la apuesta para que llegara el premio y el agraciado fue Fernando Adrián.
El madrileño había visto como el foro madrileño había tratado con dureza a Arturo Saldívar cuando tiró la moneda frente al primero, tan indómito y áspero que le preopinó hasta tres violentas volteretas, de las que se levantó para volverse a poner entre los pitones. El mexicano alcanzó la autoridad en una suprema serie de derechazos y se tiró rectísimo tras la espada, pero Madrid antes que agradecer su verdad, se quedó, no sin razón, con la emoción de un toro pidiendo guerra por abajo, con cojones. Por eso Fernando Adrián, al ver que su toro también apretaba con transmisión, se plantó con firmeza en el sitio, sin importar el viento para, a pesar de estar poco toreado, intentar domeñar aquello. Así, entre enganchones, por los constantes derrotes broncos, y sendos muletazos de mano baja y mandona, Fernando fue armando una faena intermitente pero encendida. El espadazo le entregó una oreja que muchos protestaron.
Lo mejor vendría con el bravo quinto. El toro de la feria. “Contento” se llamaba y era todo lo que desea un ganadero, por su forma de comprometer todo el cuerpo en la embestida, por el empuje, por esa manera de poner la cara y buscar las telas, entregándose en cada paso. Y Fernando sabía que con él tenía que entregarse de la misma manera, inmolarse cómo única forma de sobrevivir a Madrid. Se echó de rodillas en los medios para cambiar la embestida del bravo “Contento”, que pasaba como el AVE por La Roda y, en un alarde de valor y torería, Fernando aguantó de hinojos para dejar dos naturales monumentales. Y dos series de derechazos rotundos, repletos de testosterona. Porque quedarse allí, en ese sitio, quemaba las entrañas. Aunque un cambio de mano, tan despacioso y encajado lo disimulara bien. Luego el sartenazo afeó la obra, pero el espadazo posterior y la muerte del toro, que como se describió en “Juncal”, fue sublime, sólo podían terminar en premio para toro y torero, por la franca batalla que dieron ambos. ¡Qué emoción!
Antes, con el cuarto, el mexicano quizá contrariado por lo expuesto en el primero y la escasa aprobación del público, volvió a darse con total voluntad, pero pareció menos centrado, a veces superado y amontonado cuando el toro reponía, desluciendo los buenos muletazos que conseguía cuatro traía gobernada la embestida desde el cite. De nuevo la intermitencia diluyó la faena a un toro que mereció más.
Álvaro Lorenzo, por su parte, quiso imponer su estilo con el tercero, con la misma carga de sinceridad que sus compañeros, pero sin pisar la zona roja. Los naturales, cuando enganchó el toro de los morros y tiró de él hasta el final, fueron rotundos, pero no siempre evitó que el encastado animal le sorprendiera y su faena no fue lo redonde que le hubiese gustado, sobre todo porque nunca terminó de imponerse. Pero con el sexto cambió el planteamiento y el toledano salió a darse por completo, tanto que cobró un volteretón de miedo en los inicios de muleta, que le dejó con una cornada en el muslo de la que nadie se enteró hasta el final de la corrida. El toro, que salió como sus hermanos, como un tren, cambió desde el momento de la cogida y, como aburrido de haber hecho presa, empezó a buscar la salida, queriéndose rajar. Lorenzo le buscó las vueltas, firmando al natural, nuevamente, sus mejores muletazos. La espada cayó certera y los pañuelos emergieron, pero esta vez el premio fue una vuelta al ruedo antes de pasar a la enfermería.
Ficha del Festejo:
Miércoles 31 de mayo. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. 19ª de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada. Seis toros de Santiago Domecq. encastado fue el primero, de los que piden el carnet de torero; exigente fue el enclasado segundo; pegajoso fue el tercero, que tuvo calidad por el pitón izquierdo; muy encastado fue el cuarto, al que había que poder por ambos pitones; extraordinario fue el bravísimo quinto, de nombre Contento, de vuelta al ruedo; de gran pitón izquierdo el sexto, que fue de más a menos. Arturo Saldívar (ciruela y oro): Ovación y silencio tras aviso. Fernando Adrián, (blanco y oro): Oreja y oreja. Álvaro Lorenzo, (gris plomo y oro): Silencio tras aviso y vuelta. Herido. Incidencias: Fernando Adrián hizo el paseíllo desmonterado. Álvaro Lorenzo sufrió una cornada de 15 cm. en el muslo izquierdo y una herida de 4 cm. en región submentoniana. Curro Javier y Raúl Ruiz fueron ovacionados en sus respectivos turnos con las banderillas y también brillaron con el capote. El mayoral de la ganadería saludó una ovación al finalizar el festejo.
Parte Médico de Álvaro Lorenzo: Herida por asta de toro en 1/3 superior cara interna muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 15 cm. que produce destrozos en musculatura aductora. Herida de 4 cm en región submentoniana. Bajo anestesia local y sedación es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros y trasladado a la Clínica Fraternidad Muprespa Habana. Pronóstico: Reservado. Firmado. Dr. Máximo García Padrós y Máximo García Leirado.