La Crónica de San Isidro: Buscando la Oreja ‘Milenial’

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Si ayer hablábamos del cambio de público que acude a Las Ventas, hay que hablar hoy del cambio de actitud de algunos toreros para adaptarse a la “new wave”.

Redacción: Marco Antonio Hierro – Cultoro.es – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo

Madrid – España. Si hay una característica del ser humano que lo hace especial y completamente distinto de las demás especies existentes en el reino animal es, sin duda, la capacidad de adaptación. Pero no porque sea capaz de adaptarse a cualquier medio que se le plantee o imponga, sino porque tiene la capacidad de adaptar ese medio a sus propias condiciones. Y necesidades, claro: si necesita comer, lo adaptará para comer; si necesita relacionarse, lo organizará de manera que aquello sea posible; y si necesita cortar trofeos en esta plaza de Madrid de nuevos inquilinos en los abonos viejos, adapta su toreo para cortar la oreja milenial, que también vale, al fin y al cabo, para abrir puertas grandes con mayor facilidad.

Bien es cierto que los hay, como Perera, que se morirán con las botas puestas y su forma única de entender la tauromaquia. Incluso cuando lo fichó Marvel esta tarde para convertirse en superhéroe y sobreponerse a una faena a la contra cuyo vídeo es el que te sale en Wikipedia si buscar faena a la contra: contra el aguacero tremendo, contra la desbandada del personal, contra un toro de Cuvillo que tenía la misma clase que la chacha de Torrente, contra un viento sorpresivo que dicen que nunca aparece cuando cae agua y, por supuesto, contra los graciosetes de turno que corean con ‘miau’ cada muletazo sabiendo que ellos no son capaces de acercase al toro ni cuando lo arrastran las mulillas. Y eso se lo dijeron a Perera, que fue el único que buscó el toreo y no la salida sencilla de buscar la oreja milenial, facilona y amable porque mola aplaudir a tu torero.

Pero emociona mucho más ver cómo le hace un inicio de construir, de empujar, de preparar la gran traca que llega en la segunda tanda porque duda que la mansedumbre del animal le permita llegar a la cuarta. Efectivamente; hubo una serie diestra más, con la muleta a la rastra y el morro gobernado, aplastado contra la arena por el poder de una muleta que hoy echó de menos la espada. Sí, hoy también. Con el San Isidro que hubiera firmado miguel Ángel de haberle funcionado los aceros como la cuadrilla. Qué espectáculo ver a Javier Ambel dando sitio al animal, mirando la ubicación de Curro, buscando la colocación correcta y dónde debía quedar el toro. Un capote a volar, un toro hipnotizado por la panza del percal y toro colocado para que Curro vaya detrás a soplarle dos pares en la misma cara. Qué espectáculo de cuadrilla.

Tampoco es mala la de Talavante, que llegó hoy a Las Ventas a saldar más de una deuda y lo dejó todo en tablas porque comenzó comprometiendo la figura y terminó buscando la oreja milenial que lo redimiese en Madrid. Y cambió el ajuste en los embroques por el muletazo largo y sin tirones; y buscó la pelea con el animal en lugar de enfrentarse a los que protestaban su toro por escasez de trapío. Por el camino quedaron dos naturales de categoría superior, un par de cambios de mano que parecieron no terminar y otro par de series con ligazón que está deseando aplaudir el que regresaba a Las Ventas tras años sin acudir y había pagado 95 pavos por una fila 10 del tendido 7. Los que estaban alrededor, por supuesto, le echaron el bagaje muy corto a uno que tiene la fama muy larga. Y la sonrisa, porque salió por cuadrillas haciéndose fotos con todo quisque luciendo una sonrisa de campaña electoral que hoy, sábado, ya estaría prohibida. Menuda es la Junta Electoral Central.

Y, entre uno de la Puebla del Prior y otro de Badajoz, el extremeño de Olivenza que nació en Jerez. Ginés, que ya ha demostrado en esta plaza que le pega muletazos hasta a la mula Francis, eligió pegarlos para milenials, porque él mismo lo es y le tiene cogido el golpe a eso de llegar al tendido con dos detalles que parecen caros, aunque, en realidad, atesora tauromaquia para moverle el corazón incluso al que no lleva ni pañuelo blanco ni pañuelo verde. Pero ni con el basto y bruto tercero de Toros de Cortés, ni con el exigente Victoriano de embestida sucia y hasta aviesa que enlotó de cierra plaza tuvo problema alguno para despacharlos sin más. Pero hemos visto otro Ginés en esta plaza, cuando los del pañuelo blanco y los del pañuelo verde estaban más cerca en sus criterios, andar más comprometido que fácil con un lote que no fue de triunfo.

Porque lo cierto es que Victoriano falló a la cita –sólo un manso de carretas con un Perera dispuesto pudo haber dado botín de acertar a espadas- y Cuvillo no estuvo mucho más presente, con un encierro, en general, pitado por los de verde por pobres de cara, aunque tuvieran por detrás riñones para empujar su arma y destrozar cuanto pillasen delante. Es lo que tiene sentarse en el tendido, que da un valor espartano. Pero luego hay que pisar el ruedo de los elementos menos agradables de cuanto llevamos de feria. Y a lo mejor entendemos –lo compartamos o no- que, si cambia el comportamiento de la plaza, lo haga también el de los toreros. Que no son –ni mucho menos- tan tontos como nos los pintan…

Ficha del Festejo

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Decimoquinta de abono de la Feria de San Isidro 2023. Corrida de toros. No hay billetes. Tarde lluviosa. Tres toros de Victoriano del Río (cuarto, quinto y sexto); dos de Núñez del Cuvillo (primero y segundo); y uno de Toros de Cortés (tercero). De gran corpachón y perfil escaso casi todos. Sin fondo, fuerza ni clase el primero; de buen pitón derecho, pero se apagó muy pronto; manso, reservón y desrazado el tercero; de muy buena condición, pero se rajó acobardado; manso, con un buen pitón izquierdo, pero a menos el quinto; el sexto tuvo movilidad sin más. Miguel Ángel Perera (caldero y oro): palmas y silencio tras dos avisos. Alejandro Talavante (palo de rosa y oro): silencio tras aviso y silencio. Ginés Marín (caldero y oro): silencio y silencio.

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