Si bien no hubo corte de trofeos por parte Juan de Castilla vivimos una corrida emotiva y llena de sensaciones de torería.
Redacción: Javier Baquero – JABA – Fotos: Juan Pablo Garzón Vásquez
Madrid – Colombia. Al ver la emoción de una hermosa niña que al finalizar la corrida de los 100 años de Mondoñedo le pidió a Juan de Castilla se tomará una foto con ella, su rostro se alegre y angelical se convirtió en el máximo premio para el torero colombiano que tuviera que lidiar los seis astros del festejo tras aparatoso percance de su altérnate Luis Bolívar.
La corrida que conmemoraba el centenario de la dehesa fundacional de Colombia registró un lleno en los tendidos y un ambiente de mucha euforia en torno a un cartel de gran interés. Luis Bolívar que viene atravesando su mejor momento y Juan de Castilla, que acaba de clasificar en la Copa Chennel en España.
El encierro de presentación inmejorable, varios aplaudidos de salida y todos con juego variado. Hubo toros de con muchísimo trapío y bondad, con mala nota el lidiado en quinto lugar, un manso de libro.
Tras un solo lance al primero de la tarde el diestro Luis Bolívar resultó prendido de mala manera contra las tablas, cayendo de mala manera en la arena. El parte médico inicial reportó posible fractura de la rodilla derecha y afectación en la región izquierda de las costillas. Fue trasladado de forma inmediata a la Colina Marly de población de Chía a valoración y atención especializada.
Tras el percance Juan de Castilla afrontó la totalidad del festejo en solitario, dejando en la parroquia los mejores comentarios tras entregar en cada uno de los ejemplares la lidia justa a una corrida que pedía credenciales.
De Castilla se mostró centrado, entendido y con muchos recursos frente a los exigentes toros.
La materia pendiente en el festejo fue la espada, acero que se llevó los trofeos que había logrado el colombiano con capa y muleta.
El público entendido arropó a Castilla de principio a fin con ovaciones reiteradas y gritos de torero, torero, torero. Tras doblar el sexto de la tarde las lágrimas afloraron en el rostro de Juan, quien se reprochaba los fallos con los aceros.
Si bien no hubo corte de trofeos por parte Juan de Castilla vivimos una corrida emotiva y llena de sensaciones de torería, las cuales hicieron que hasta la hermosa niña de la que hable inicialmente luego lograr una foto con el triunfador de la tarde sin orejas, pero con la nobleza de un buen ser humano.