El Instituto Internacional de Investigación taurina presenta en Alba de Tormes sus nuevos útiles para la lidia, probados luego en un tentadero con división de opiniones
Redacción: abc.es – FRANÇOIS ZUMBIEHL
El seminario, cuya jornada principal se desarrolló el 6 de marzo en Alba de Tormes, auspiciado por el ayuntamiento de la villa teresiana y patrocinado por la Junta de Castilla y León, proponía en su título estudiar las posibilidades de ir «hacia un nuevo reglamento taurino» en dicha comunidad autónoma, pero estaba pensando en realidad para todo el ámbito nacional del espectáculo de los toros. Eso sí, se centró en el examen, teórico y práctico, de nuevos útiles concebidos y propuestos por un grupo de trabajo, en el seno del Instituto Internacional de Investigación de Tauromaquia, encabezado por el matador Manuel Sales y el veterinario e investigador Julio Fernández Sanz.
En su intervención preliminar, en el teatro, el profesor Antonio Purroy, presidente de este Instituto, expuso la filosofía de este proyecto: de cara al exterior la tradición taurina se enfrenta a la potente y multinacional ideología animalista que pretende sacudir las simientes de nuestra civilización actual, marcada por más de treinta siglos de humanismo. La tauromaquia debe seguir ejerciendo su libertad cultural y definiendo su propio rumbo, pero no puede estar indiferente a la preocupación del conjunto de la sociedad por el bienestar animal, y, sobre todo, en lo interno, tiene que ser atenta a la necesidad de respetar más al toro, permitiéndole expresar su bravura natural sin que esta expresión esté impedida por heridas o lesiones innecesarias que comprometen la integridad de la lidia.
Por su parte Victorino Martín, ganadero de postín y presidente de la Fundación Toro de Lidia, no dudó en aludir a los defectos actuales de los útiles y del espectáculo: demasiadas veces la divisa con doble arpón lesiona; también producen lesiones irreversibles los puyazos que, en su gran mayoría, resultan traseros, sobre todo cuando algunos picadores terminan bombeando la puya. El peto es un muro sobre el cual resbalan los pitones. La suerte de varas es muchas veces defectuosa porque, en la Fiesta, hoy el toro ha perdido importancia. Todo se centra en la faena de muleta. Incluso, en el último tercio, «lo que todo el mundo quiere, es que el toro muera pronto». Frente a todas esas presiones externas e internas concluye Victorino-, los actores y responsables de la tauromaquia deben mirar sin complejos por su posible adaptación a la sociedad de nuestro tiempo, y por su mejora, sin, por supuesto, sacrificar nada de la esencia de su rito.
Durante la mañana fueron presentados seis nuevos útiles, adaptados a la bravura del toro actual, mucho más intensa que la de su antepasado, pues es muy raro ahora que el animal quiera huir. La divisa pierde su doble anclaje y su punzón no produce sangre innecesaria; la puya es cuadrangular y abarca su tope, su corte es limpio en la penetración y no raja al toro. Se ha contado también con un estribo derecho acolchado, para evitar lesiones a los ojos o a la frente del astado; las banderillas, provistas de un punzón, son retráctiles y colgantes, sin constituir un peligro de herida para los toreros, cuando éstos entran a matar; la espada es más ancha y afilada en toda su longitud; la puntilla tiene una hoja más estrecha y una cruceta (se ha notado al respecto la conveniencia de entrar al toro por detrás -como era lo ortodoxo en tiempos de Joselito-, y de producirle una muerte instantánea encontrando el bulbo raquídeo, en vez de hacerlo de frente, encontrando un segundo espacio que sólo produce tetraplejía en el primer golpe).
Lo positivo
La corrida de la tarde, en la que actuaron Domingo López Chaves, Pedro Gutiérrez El Capea (hijo) y Javier Cortés (Morante, anunciado, no compareció, pero envió su cuadrilla), más que una corrida fue un tentadero para probar la eficacia de los útiles innovados y las reacciones de los toros de seis ganaderías diferentes. Así lo entendió López Chaves, que estuvo ejemplar por su forma de llevar a los toros y de lucirlos. En la parte positiva hay que mencionar que se efectuaron en total, a pesar de los diferentes niveles de bravura de los astados, unos 18 puyazos que no rajaron ni lesionaron a los animales, incluso las traseras, y mantuvieron su movilidad en la muleta. Las espadas, los descabellos y las puntillas tuvieron un efecto más rápido y contundente, cuando se colocaron – claro está – en el sitio adecuado.
Lo negativo
En la parte negativa, las banderillas. Incluso correctamente clavadas, en la mayoría de los casos cayeron, si no los punzones, por lo menos los palos que se despegaron de ellos. En el debate después de la función se manifestaron algunas dudas y controversias. Las banderillas no convencieron a casi nadie. Las nuevas puyas parecieron interesantes y admisibles a muchos aficionados, pero fueron criticadas por la mayoría de los picadores presentes, los cuales opinaron que tenían escasa efectividad. Siempre queda la cuestión de saber si el toro en la puya se desgasta y se atempera más por el hecho de embestir al caballo o de sangrar por el hierro.
Al fin y al cabo, el debate no quedó zanjado por este seminario de Alba de Tormes. La alcaldesa de la villa, María Concepción Miguélez Simón, recordó en su bienvenida a los participantes que la Santa nunca se había amedrentado por estudiar y proponer nuevas vías en el camino de la fe. Ojalá, a su amparo, la tauromaquia siga explorando maneras de ir más adelante en su recorrido, sin perder de vista, como lo recomendó Victorino, su esencia.