La película, que se estrena el 19 de enero en las principales salas del país, narra la historia de uno de los matadores más importantes de la tauromaquia en Colombia. Infobae habló con uno de los directores de la película, Sebastián Eslava, hijo de Cáceres
Si Sebastián, y su colega Camilo Molano Parra, no se hubieran obsesionado con la historia de Pepe, la película Pepe Cáceres no se estrenaría el 19 de enero en las principales salas de cine de Colombia, y entonces su recuerdo hubiera quedado solo en la memoria de unos cuantos, en unos videos de archivo en España, recortes de periódicos y fotografías amarillas.
El último recuerdo que tiene Sebastián Eslava de su padre, advierte el actor y director de cine así como puede ser inventado, puede ser real. Eslava tenía solo dos años cuando Pepe murió. En su recuerdo, que dice está ligado a los sentidos, el pequeño Sebastián subía a paso acelerado las escaleras de la casa en la que vivía, llegaba al despacho de su papá, que al verlo, lo cargaba en sus piernas mientras fumaba una pipa.
«Recuerdo el olor de la pipa muy cercano a lo que fue mi padre”, recuerda Eslava.
Hay quien dice los recuerdos son una ficción, pues cada vez que se intenta acceder a ellos, estos cambian y mutan. Algunos recuerdos, muchas veces traducidos en ficciones, logran, en algunos casos, superar el olvido y hablan de su tiempo y de las personas que vivieron esos tiempos, hoy inaccesibles. Eso pasa con los recuerdos que tiene Eslava de su padre en Pepe Cáceres.
La película es una suerte de rompecabezas, un trabajo de 17 años que se ha venido armando hasta dar como resultado una narración compacta, de diálogos divertidos y una belleza formal con la que pretende, más allá de la crueldad que se esconde tras práctica del toreo, contar la historia de uno de los toreros más afamados de la historia colombiana. Un hombre y un padre prácticamente desconocido para Sebastián Eslava, al que, poco a poco, en el proceso de creación, fue desentrañando.
“La primera persona a la que acudí para que me contara historias fue mi mamá. El apoyo de ella fue impresionante. Ella siempre creó una gran imagen de mi papá. Entonces ahí empezó todo. Ya después empezamos a hacer una investigación muy profunda”, cuenta Eslava.
La película narra un lapso muy contenido de la vida del torero, desde su infancia en Honda, cuando la curiosidad lo llevó a soltar una vaca e intentar torearla, hasta su juventud en donde no solo toca la gloria con los dedos, la seduce y envuelve en su capote, hasta ganarse —para algunos— el prestigio que otorga el enfrentarse a un animal, ya provocado por el hombre, ya alterado por las heridas, y salir invicto del ruedo.
Esta violencia, propia de la tauromaquia, es tocada con pinzas en la película. La brutalidad del toreo se sugiere, pero no se esconde, es un vehículo para contar la historia de un hombre y contar su lado humano, dice Eslava.
Sobre la prohibición, advierte: “yo creo que, como decía Gabriel García Márquez, ‘que se acaben cuando la gente deje de ir’. Algunas veces hay mucha ignorancia frente al tema y la manipulación política se aprovecha para conseguir cosas. Yo simplemente invito a la gente a que antes de tomar una posición, independientemente de si les gusta o no, es a conocer un poquito más. Creo que la película puede ayudar a que tengan una percepción un poco más amplia y más humana del toreo”.
Al respecto, Luis Hoyos, que interpreta al padre de Cáceres en la película, dice:
“En el caso de la tauromaquia, hay mucha reserva, pero infortunadamente esto ha sido un arte, un trabajo a través de la vida del ser humano que se ha ido desarrollando. Yo salgo absolutamente emocionado de ver la película porque no es una película de toros no es una apología al toreo, es una película que un hijo le hace como un homenaje a un papá que era un rockstar”
Para esta suerte de homenaje a hombre, más que al torero, la película explora los resquicios de la vida de la primera gran figura del toreo colombiano, un hombre que se codeó, en España, con personajes como Picasso, Hemmingway y que compartió ruedo con Luis Miguel Dominguín. Eslava intenta desnudar a su padre poniéndose en su piel, no solo mostrando al hombre seguro de sus sueños, sino al que tuvo que renunciar a todo para dejar de ser Joselito Eslava y convertirse en Pepe Cáceres, un matador al que le cuesta arrancarle la vida al toro y que halla su destino en los errores cometidos en la arena.
“Más que con palabras pueden ver con imágenes lo que hay más allá de una plaza de toros y de un torero toreando. La parte del campo, la parte de la lucha que tiene un torero para cumplir sus sueños y para llegar hasta allá”, anota Eslava.
Del héroe al hombre
Hemmingway, en El verano peligroso, escribió, sobre el valor del torero, que va más allá que enfrentarse a la muerte:
“Cualquier hombre puede enfrentarse a la muerte, pero verse obligado a atraerla tan cerca como sea posible mientras se realizan ciertos movimientos clásicos, que han de repetirse una y otra vez, para luego provocársela con un simple estoque a un animal que pesa media tonelada y al que uno quiere, representa algo más que enfrentarse a la muerte. Es enfrentarse a la propia actuación como artista creador y a la necesidad de comportarse como un matador hábil”
En una de las escenas de la película, uno de los personajes le dice al joven torero, “más que el traje de luces, lo importante es el valor”, y como una epifanía, surge el cambio de un personaje que desde un corral de una finca del Tolima pasa a las plazas de los pueblos y evoluciona para convertirse en una estrella sobre las plazas más importantes.
Pero este Pepe Cáceres, el de la ficción, tiene una peculiaridad adicional: es su propio hijo, el director de la película, Sebastián Eslava, que en su rol de actor, imprime pasión y valentía a escenas cargadas de fuerza, partiendo del conocimiento sobre lo que le contaron, a través de los objetos y retratos de un padre fallecido.
“Uno crece pensando que sus padres son dioses sin darse cuenta qué es un ídolo. A veces uno se siente chiquito frente a esa figura y la vida se las va cobrando a uno. Entonces poderlo humanizar, poder verme con humildad frente a mi papá, vernos de tú a tú, entenderlo, por qué quiso lograr sus sueños, cuáles eran sus obsesiones, eso me ha liberado de muchísimas cosas. Hoy en día siento un amor profundo por él”, cuenta.
Pepe Cáceres murió cuando Sebastián tenía dos años. El Pepe Cáceres niño vio a su papá suicidarse, según se ve en la película. Los dos comparten ese vacío.
“A mí siempre me marcó que mi papá también perdió a su padre, pero siempre llevaba una foto de él. Los toreros tienen muchos agüeros, amuletos, todo eso; antes de salir a torear rezan a mil figuras, vírgenes, de todo; y mi papá curiosamente tenía solamente un Cristo y una foto de su padre. A mí me pareció eso que era muy interesante, porque también ha sido el vacío que me dejó mi papá. Siempre fue como esa búsqueda de mi papá, en eso nos conectamos los dos”
Sebastián Eslava presenta, 17 años después de haber decidido hacer la película, entre verónicas, naturales y pases de pecho la historia de su padre y de Pepe Cáceres, la figura del toreo. Una historia que fue encontrando en fotos refundidas como agüeros, trajes de luces, capotes y montera.