El diestro francés, a hombros en su gesta en solitario el día que volvía a vestirse de luces; solo el quinto toro, de César Rincón, le dio opciones dentro de un pobre encierro
Redacción: Paulo A. Sánchez
La afición permaneció un poco fría hasta el ecuador de la corrida, aunque algunos destellos del idilio histórico de Castella con Manizales afloraron en el primero de la tarde, y es que lo toreó impecablemente. Sapiente, poniendo condiciones y sometiendo al toro en series templadas y con mando. El público reconoció especialmente los naturales largos que dejó el torero en rematadas series. A pesar de que un sector del público pidió la oreja, no fue mayoritaria y comenzó la encerrona con silencio a una labor muy entonada del francés.
Hubo un hecho que condicionó el momento porque el público estaba comentando el salto al ruedo del torero manizaleño Guillermo Perla Ruiz, presidente de la Unión de Toreros colombianos “Undetoc”, que muleta en mano fue a pegarle algunos pases al toro antes de la suerte de varas para protestar por lo que el sector de toreros agremiados bajo esa entidad ha considerado escasa presencia de toreros colombianos en el cartel de la feria.
La segunda, tercera y cuarta, fueron faenas de similar carácter, con Castella entregado, y tres toros sin transmisión ni clase. Cuesta arriba lo tuvo Castella que se prodigó en voluntad, reposo y torería. Fue siempre, en los tres turnos, dueño y señor de los terrenos y las distancias. De cada marrajo extrajo lo poquísimo que tenían por virtud del torero, porque valieron bien poco. Del tercero me refiero al bis, porque el tercero titular fue devuelto sin razón aparente. Perdía las manos, como lo hicieron el sobrero y los otros dos del segundo y cuarto turno.
En el quinto llegó la reivindicación. Faena preciosa, llena de simbolismo, Castella agradecido con la afición de Manizales que casi llenó la plaza para verle regresar y le ha regalado a la ciudad, a esta plaza y a la memoria de esta fecha, una faena extraordinaria, de pulso, tiempos largos, y toreo despacio. Los naturales tuvieron un empaque que la plaza reconoció con los oles que habían contenido gran parte de la tarde. Mantuvo Castella el reposo y la majeza que acompasaba el pasodoble de Victoriano Valencia “La Municipal” para terminar su obra sujetando al toro que se rajó. Un pinchazo quedó proscrito con un estocadón que puso al público a pedir las orejas y al presidente a sacar apurado todos los pañuelos hasta el de la vuelta al ruedo al toro.
La espada haciendo guardia impidió que el festejo cerrara en triunfo. La faena estuvo a la altura del emotivo encuentro. Castella condujo al encastado de Gutiérrez con el temple predominante en la tarde, y al natural toreó hondo.
Volvió el mejor torero francés de la historia. Gracias por la gesta. Gracias por homenajear con el gesto a esta plaza que es el último bastión de la tauromaquia en Colombia.
Manizales (Colombia), sábado 7 de enero de 2023. Toros de Ernesto Gutiérrez (1º y 6º), Juan BernardoCaicedo (2º y 4º), y Las Ventas del Espíritu Santo (3º bis y 5º), dispares de presentación y juego. El quinto, de nombre Descarriado, de Las Ventas del Espíritu Santo, fue premiado con la vuelta al ruedo. SebastiánCastella, como único espada, silencio, silencio, silencio, silencio tras aviso, dos orejas y silencio tras aviso. Entrada: Casi lleno. Saludaron Ricardo Santana en el segundo, Carlos Rodríguez, en el tercero, Emerson Pineda y Andrés Herrera, en el quinto.