Roca Rey respondió con una soberana demostración de todo aquello que siempre ha distinguido a los toreros que lo son de una pieza y, en su caso, de figura sin discusión, arrasador en el ruedo y en la taquilla.
Redacción: Paco March – Cultoro.es – Foto: Jokin Niño
Bilbao – España. Pese a la negritud del cielo y la lluvia de va y viene la plaza de Vista Alegre lucía, hoy sí, luminosa. El gentío respondió a un cartel de figuras en el que el nombre de Roca Rey era- una vez más, como en tantas otras plazas- el reclamo, el tirón, el banderín de enganche para ir a los toros, incluso si había que dejar la sobremesa a medias, que según un «experto» es uno de los motivos para la escasez de público en la rebautizada como BIVA.
Y Roca Rey respondió con una soberana demostración de todo aquello que siempre ha distinguido a los toreros que lo son de una pieza y, en su caso, de figura sin discusión, arrasador en el ruedo y en la taquilla.
En el inicio de faena a su primer toro, sobrero de 631 kg, Roca Rey, hundidas las zapatillas en las rayas del tercio, hundido el mentón sobre el corbatín, tomada la muleta con las dos manos para el estatuario, lo llamó de lejos y desde allí se arrancó como un AVE de los que pasan por Calatayud sin parada.
Apenas sacó los brazos el torero y el de Victoriano casi lo arrolla. Luego lo pasó por detrás y de nuevo los estatuarios mirando al tendido alguno de ellos, todos de una quietud asustante. Y la plaza fue un volcán que entró en una erupción constante conforme avanzaba la faena, de muletazos largos y templados en redondo y de aguante por el díscolo pitón izquierdo.
Pero no era suficiente para un torero que siempre busca una nueva vuelta de tuerca y esa fue pasarse el toro por la espalda en un terreno y distancia imposible. La voltereta fue tremebunda, levantado del suelo por el pitón, primero la pierna, luego el costado, el palizón ya en el suelo.
Cuando le quitaron el toro, El Juli, Manzanares, su cuadrilla y Roberto Domínguez escudriñaban en su cuerpo posibles cornadas y golpes. Sin la chaquetilla, Roca Rey tuvo arrestos para un puñado de manoletinas a puro huevo y se fue tras la espada con una determinación sobrecogedora. Estocada en lo alto, toro rodado y un mar de pañuelos blancos la plaza toda. Era de dos orejas del tirón, en Bilbao y en Sebastopol, pero el inquilino del Palco, que se cree Cúchares redivivo y cuyo nombre no cito para- si alguno de sus palmeros lee esto y se lo comenta- no aumentarle su lastimoso ego, dijo nones y, tan ufano él, sólo sacó uno.
Lleva años ese individuo haciendo del Palco su particular cortijo y hoy ha cometido una nueva afrenta.
No quedó ahí, la cosa. Lo de Roca Rey, digo
Pasó a la enfermería con trazas de no poder lidiar al sexto pero no hay límites para este torero.
Renqueante, magullado, dolorido, meció el capote en las verónicas y cuando llegó el último tercio tomó montera y muleta para, en los medios, brindar a un público – y quienes lo vimos en la tele- que no olvidará este 25 de agosto en Vista Alegre.
Se hincó de rodillas y aquello parecía un imposible. Arrancado el toro se lo pasó por la espalda y el toro le arrancó la muleta. Se levantó mal que bien, toreo en redondo con mano baja y largura, un pase de pecho duró una eternidad…la faena fue un cóctel de toreo y emociones, que fueron angustia cuando el de Victoriano le hizo una zancadilla. Otra vez en el suelo, otra vez a merced de los pitones y quite milagroso de los subalternos cuando el toro hizo hilo en su búsqueda del refugio del burladero.
Y, de nuevo, una estocada brutal.
En los tendidos la locura, gritos de ¡Roca, Roca! que sonaban a ¡torero, torero!.
Y ahora sí los dos pañuelos blancos asomaron en el Palco- de no ser así, arde Troya-. La salida no fue a hombros, no podía serlo con ese cuerpo maltrecho, pero si en compañía de la juventud taurina de Bilbao.
Si estos días se comentaba la necesidad de que Bilbao recuperara el pulso perdido , lo de Roca Rey hoy- mañana vuelve, seguro, menudo es- lo va a acelerar para que el toreo siga latiendo.
Jueves 25 agosto 2022, el día en el que todo cambió.
Ojalá.
Ficha del Festejo
Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Corridas Generales, sexta de abono. Corrida de toros. Casi lleno en tarde entoldada y lluviosa. Toros de Victoriano del Río, de impecable presencia. No tenía finales y embestía a media altura el noble primero; humillador fue el bravo y justito de fuerzas segundo, que fue ovacionado en el arrastre; encastado y áspero fue el tercero; a mejor fue el cuarto en las manos de El Juli; pegajoso fue el quinto, al que había que poder y someter; a menos se vino el sexto, animal pronto y con motor. El Juli: ovación y ovación. José Mª Manzanares: ovación y ovación. Andrés Roca Rey: oreja y dos orejas.