Comienza la última semana de la feria más larga del mundo
Redacción: Calos Ilián – marca.com
Plaza de Madrid. Vigesimotercera corrida. Más de media entrada. Toros de Samuel e Isanel Flores y un sobrero de Jose Cruz (2), de impresionantes defensas y presencia imponente pero descastados, de embestidas moruchas. Fernando Robleño (6), de verde botella y oro. Pinchazo, estocada que atraviesa y cuatro descabellos (silencio). Estocada (saludos). Morenito de Aranda (6), de gris plomo y azabache. Estocada (saludos). Pinchazo, estocada y descabello. Dos avisos (saludos). Damián Castaño (5), de grana y oro. Pinchazo, bajonazo delantero y descabello (silencio). Dos pinchazos, estocada y dos descabellos (silencio)
En los años 50 fue una ganadería de lujo, muy apetecida por las grandes figuras de la época, por ejemplo Luis Miguel Dominguín, y que se lidiaba como Samuel Hermanos y ha conocido en estas últimas décadas tiempos de subida y bajada, pero aún se recuerdan corridas y algunos toros sueltos para los anales. Después de 10 años de ausencia en Madrid ayer regresaba a esta plaza con una corrida enorme , de defensas impresionantes pero una corrida morucha, de embestidas por las nubes, muy a la defensiva, exigiendo a la terna un esfuerzo enorme para, al menos, salir airosos.
El compromiso para un veterano como Fernando Robleño, curtido en este tipo de corridas en su ya larga trayectoria, resultaba «familiar», pero nunca podía resultar apetecible. Robleño, a fuerza de tenacidad y de empeñarse robó algún muletazo a su primer toro y en el cuarto de la tarde se superó, muy por encima del buey, Solo un veterano tan curtido con estas corridas como Robleño puede ligar alguna tanda en tan adversas condiciones.
Morenito de Aranda, otro veterano muy curtido en la lidia del toro infame, evitó que el sobrero de José Cruz terminara derrumbado y en el quinto se empeñó hasta la saciedad en meter en el talego al morucho de Samuel y lo consiguió muy al final de una larguísima faena, rozando lo soportable. Una labor de esfuerzo y mucha, muchísima tenacidad.
El salmantino Damián Castaño confirmó su alternativa después de diez años de matador de toros, pero su ilusión, la de confirmar en Madrid después de tanto tiempo, se estrelló ante un lote imposible. El toro de su confirmación no embestía, derrotaba, y ante ese reto el torero tragó saliva y terminó de cualquier manera con la espada. En el sexto se repitió lo de toda la tarde, o sea empeñarse a ver si sale algún muletazo, un enganchón o un banderazo.