Esfuerzos incontables de los hombres de plata en la 2ª de Puente Piedra, siempre dando todo de sí y muchas veces no valorado por el público, sobre todo en la suerte de varas y la brega, tan importantes y hoy casi olvidadas y protestadas.
Redacción: Juan Pablo Garzón Vásquez
Madrid – Colombia. En los últimos años se ha venido prendiendo una ola de protesta cuando llega la suerte de varas en la liturgia del toro bravo, en muchos de los casos porque se desconoce la función de la misma, en otros porque algunos comunicadores, expertos o colegas a través de los medios han hecho entender que la dosificación de la vara es asociada al “picotazo” para que sea “buena” y por último la difamación hecha a través de las redes, de los no gustosos de la tauromaquia que han creado falacias (engaño o mentira que se esconde bajo algo, en especial cuando se pone de manifiesto su falta de verdad) en torno al sabio ejercicio de lidiar un toro. Pues la suerte de varas que se realiza a caballo, sirve para medir la bravura del burel, así como el de dosificar sus fuerzas para el resto de la lidia (no quitarle sino ahormarle). Para este menester el llamado varilarguero o picador se sirve de la puya, que va en la vara, para sangrar al toro y comprobar su reacción ante la ejecutoria, además le acondiciona para una interesante y buena acometividad a la embestida. Habitualmente quien determina la acción es el Matador en turno, quien orienta a través de voz o gestos el proceso y los números de veces que es necesario hace ir al astado.
La forma en la que el picador ejecute el tercio de varas y la colocación de la puya, influye sustancialmente en el desarrollo de la lidia, ya que de manera intrínseca afecta al comportamiento del burel. La zona donde se pone la vara es la parte alta y anterior del cuello denominada morrillo. El picador debe conocer perfectamente las características del toro tanto fenotípicas como genotípicas, así como las condiciones del caballo que monta para poder ejecutar la suerte que reviste tanta importancia en el proceder del toro, además, sin duda debe estar colocado correctamente sobre la montura para proceder según la indicación de su Matador.
En la segunda tarde de la temporada de puente piedra, es justo destacar la buena vara de Edgar Arandia en el quinto de lidia ordinaria, no solo por la vistosidad manifiesta, sino por lo importante que fue su criterio junto al de Leandro de Andalucía para potencializar las virtudes del ejemplar de la ganadería Ernesto Gutiérrez que salvo al encierro de un colapso total en escases de casta y bravura. El mérito también va para los otros varilargueros que sin duda tuvieron sus buenos momentos, dejando una labor pulcra y reconocida (Reinario Bulla y Clovis Velásquez).
Los toreros de plata hicieron como lo dice el adagio “de tripas corazón” porque hubo “dureza” en el encierro, rescato la lidia de Ricardo Santana en el tercero de la tarde y de Jaime Devia en el cuarto de lidia ordinaria. En banderillas hubo entrega y disposición de Carlos Rodríguez “Garrido”, José Calvo, Ricardo Santana e Ignacio Páez, quien fue prendido en su último par de la tarde y se llevó una cornada en el escroto.
El próximo sábado interesante festival con astados de la ganadería Altagracia propiedad de los Señores Ricardo Arandia y Luis Segura, encaste Juan Pedro Domecq, para los Matadores: Víctor Puerto, Eduardo Gallo, José Luis Robayo, Rubén Pinar, Cediel Ángel, Álvaro Lorenzo y el Rejoneador José Gómez.
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