Redacción: Jerónimo Baquero Toro’s
Debido a la lluvia se retrasó el inicio de la corrida.
Cristóbal con muchas tablas se paró junto a las tablas para que el público le pidiese colocar los palos.
El primero, que era hermano de un buen ejemplar lidiado en Puente Piedra, se quedó en expectativa, solo lámina y mucho sentido en sus andares no se prestó para el lucimiento. Pardo templo hasta donde pudo y no fue mucho, escasas dos tandas la probón.
Buen saludo capotero de Emilio de Justo al segundo. Dejó lejos al toro para ver una suerte lúcida de varas en las manos de Clovis.
La faena inteligente, pausada con distancias justas y tiempos de eternidad para citar de lejos y templar el camino. Emilio lució e hizo lucir al toro. Indulto y dos simbólicas.
En el tercero el libreto cambio para Ginés Marín, lidió un reservon que solo en corto acudía con lucimiento. La distancia no era beneficiosa para la ligazón.
Como cuarto salió uno de menos casta, flojo de remos. Pardo lo entendió y lo espero hasta lograr ejecutar una faena basada en muletazos de corta distancia y dejando la muleta muy presente en la cara del toro. Hubo petición y vuelta al ruedo.
Para el quinto un manso que Emilio de Justo tapó con técnica y mando, las ejecutorias fueron a beneficio de la reputación del mal llamado toro. Bien Emilio, ratificó su maestría. Palmas.
En el sexto Ginés Marín creo y recreó con un imberbe astado que no brindaba ni la menor expectativa de triunfo. El torero cumplió por él y por el manso e insulso venteño, petición y oreja a la honestidad de un torero.
Cristóbal Pardo: palmas y vuelta tras petición.
Emilio de Justo: dos orejas simbólicas
Ginés Marín: una oreja y una oreja