Se llevó a cabo la segunda corrida de abono de la Feria de Manizales en su edición 67, pese a que San Pedro abrió sus grifos.
Redacción: Javier Baquero JABA
Manizales – Colombia. Con una buena entrada en los tendidos, más de tres cuartos, se llevó a cabo la segunda corrida de abono de la Feria de Manizales en su edición 67, pese a que San Pedro abrió sus grifos. Hicieron el paseíllo José Arcila, Román Citado y José Garrido. Se corrieron astados bien presentados se la dehesa de Santabárbara.
José Arcila
El torero manizalita José Arcila abrió plaza con Traje Roto, un bonito chorreado en verdugo. Con la capa muy poco frente a uno que inició distraído. Poca vara. Arcila brindó al público. Desde las embestidas a las llevó al toro hasta el centro donde abrió el compás para torear. El toro se quedaba a mitad del muletazo. Cuando acudía lo hacía con calidad, pero el agua y los trastos entramados dificultaban la labor. El colombiano sacó el poco juego a que había lugar en medio del diluvio. Con la espada no estuvo fino. Un aviso.
Con el cuarto Arcila echó rodillas a tierra para saludar a un bonito sardo. Los deseos se le notaban al torero nacional. Arcila brindó al público y con la montera calada y tomando las tablas inició la lidia del bravo Santabárbara. El toro acusaba por momentos los kilos, 530, y se quedaba al final del muletazo. Arcila llevó templadas las cortas embestidas del toro y trató bde agradar pese a que las condiciones no brindaban emociones a los aficionados, complicando se sobre todo por el pitón izquierdo. El derecho entregó más material prima. Con la espada medio acero para finiquitar a su segundo oponente. Palmas cariñosas al torero y pitos al toro.
Román Collado
En segundo turno salió Román para lidiar a Buena vida, un toro bien presentado y con mucho trapío. Las verónicas con un percal empapado fueron casi imposibles. Brindar al público fue el primer gesto de Román. Con muletazos de tironcillo llevó el toro al centro del ruedo y con la muleta en la mano izquierda inició una faena de mérito. El toro pasaba a media altura mientras el valenciano buscaba bajarle la mano. Con la mano derecha las cosas no eran de buen augurio. Había menos contenido y más poder en la muleta firme. La técnica fue fundamental para crear una faena de voluntad y torería. La espada en el centrocampista del ruedo entró en su totalidad asomando por los bajos del toro.
Para el quinto de la tarde Román saltó al ruedo precedido del afecto de los aficionados. A pie junto lanceó a otro bonito Santabárbara que acudía sin mucha fijeza a los engaños y cuando iba atropellaba los percales. Román brindó a los muchachos del tendido joven. Por bajo embarcó al toro y se robó los primeros aplausos de la faena. Hubo temple y distancia en lo planteado por Román, quizás por encima de lo ofrecido por Jinete. Fue mucho más Román que lo que se planteaba por el astado dándole las distancias justas para templario y llevarlo largo. Dio tiempos de espera para que el toro regresará a la pelea, mientras la variedad también hizo parte del repertorio taurino del rubio torero. La espada puso broche de oro a lo ejecutado y entregó el tiquete definitivo para el corte de las dos orejas. Palmas al toro.
José Garrido
En medio de un torrencial aguacero el torero de Badajoz hecho pa´lante, cuando cualquier otro espada hubiese echado por la calle del medio. El presidente anunció que de acuerdo al reglamento nacional se iba a aguantar un tiempo para continuar con la corrida, sin embargo, Garrido salió al tercio y levantando su mano derecha señaló al palco que él echaba pa´lante con su toro y el público aclamó al deseoso diestro… A pie junto José Garrido lanceó a la Verónica a uno que salía en contrario. Fueron seis y media para rematar la primera parte de la lidia. Poca vara y cambio por solicitud del torero. Chicuelinas de mano baja a un bonito astados que iba con franqueza. En el centro del ruedo José brindó al público y con mucho valor rodillas en tierra ejecutó cuatro muletazos de mucha exposición. Luego en pie construyó buena faena de gran valía. Muletazos de temple a un bravo y encastado toro al que Garrido entendió perfectamente. Las filigranas brotaron de la mano de Garrido, mientras el astado se apagaba paulatinamente dejando su animalidad para el lucimiento de una faena lenta, torera y clásica. Pasándose muy cerca al toro el español escuchó las notas del pasodoble. La espada de forma firme entró un pelín caída, pero de gran efectividad. El toro dobló sin puntilla. El público sacó en medio de los chubasqueros los pañuelos y el palco entregó la primera oreja del festejo, con fuerte petición obligando a la salida de un pañuelo adicional para las dos orejas y la vuelta al ruedo al toro.
Para el cierre y tras una tarde ya de cuatro orejas cortadas Garrido salió a subir el marcador y ratificarse como el máximo triunfador. Salió a la arena Cañajato, otro entipado toro de Santabárbara al que José lanceó con donosura de las tablas al centro del ruedo, verónicas de gran valía. El propio Garrido llevó Bel astado hasta la vara cuidando mucho los detalles. Garrido brindó va Felipe Negret Mosquera y con la muleta armada por doblones llevó al toro rápidamente al centro del ruedo donde tomó distancias para formular muletazos de buena factura coreados y acompañados con las palmas del público. Fue una faena de técnica a un toro que iba pero no acababa de transmitir. La mano izquierda también se sumó a las buenas maneras del matador. El toro por su parte no se acababa de entregar a la pañosa y dejaba más trabajo al coletudo que hacía las cosas de forma aseada y correcta. Los oles eran producto de la faena más que de lo que el toro brindaba. Fue más Garrido que lo que su oponente proponía. La espada puso fin a una faena para buenos taurinos.