Dos Orejas, Premios a la Voluntad

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Con bastante sol sobre la plaza de toros y una entrada cercana a los tres cuartos del aforo, se celebró la primera corrida del abono de la Feria Manizales en su edición 67.

Redacción: Javier Baquero JABA

Manizales – Colombia. Con bastante sol sobre la plaza de toros y una entrada cercana a los tres cuartos del aforo, se celebró la primera corrida del abono de la Feria Manizales en su edición 67. Actuaron Manuel Escribano, Rubén Pinar y Juan Sebastián Hernández. Se lidiaron astados se Dosgutiérrez.

Manuel Escribano

Manuel Escribano con un terno en terciopelo obispo oscuro y azabache, con mucho bordado.

El toro Intrépido fue recibido por Escribano con dos largas cambiadas empalmando con verónicas de tablas al centro y rematando con media. El ejemplar un poco alto no humillaba con facilidad. Luego de la vara en el quite el toro hizo por el torero sin consecuencias.

Cogió los palos y dejó cuatro pares de banderillas muy dispares de colocación, pero de mucha exposición, por qué el toro cortaba mucho el viaje.

El español brindó al público, e inició en todo el centro del ruedo. El toro paso en dos ocasiones para luego buscar el abrigo de los tableros y así lo entendió Escribano, quién en el tercio ejecutó muletazos de mérito frente a uno que con la cara arriba impedía el lucimiento. En el ruedo había más valor que arte, las filigranas las espanto el comportamiento peligroso del negro Dosgutiérrez.

La espada con agilidad fue dejada casi en su totalidad, aprovechando un descuido del maluco toro. Tomó la cruceta e inició un desfile por todo el redondel, llegando a escuchar un aviso presidencial, tras varios fallos. Pitos al toro y silenció a Escribano.

Para el cuarto Escribano saludo un Clandestino negro, al que saludó con una larga cambiada, para luego probar sus embestidas llevándolo hasta el centro casi inédito en sus detalles.

Los palos a las manos de Escribano para dejar tres pares de mejor factura que las del primero de la tarde. Hubo exposición y colocación.

Brindó al público y en el centro del ruedo inició su labor. La ilusión duró poco y el toro empezó a derrotar, la embestida calamocheando hizo imposible torear. Todo se quedó en voluntad frente a un regalito. Los aceros tampoco ayudaron.

Rubén Pinar

El segundo turno fue para el español Rubén Pinar, un toro más bonito que el primero, cinqueño y cómodo de cuerna.

Con la capa apenas de tanteo y trámite, para dar paso a los montados. Con la muleta le brindó a Santiago Tobón e inició por bajo, doblándose para llegar al centro del ruedo. Muleta a media altura con temple y rematando por alto. Pocos previos. Se espatarro y tiro del toro haciendo sonar la banda. Hecho mano a la izquierda para proseguir una faena limpia y bien estructurada. Las ejecutorias fueron superiores a las condiciones del toro. De retorno a la mano derecha se bordaron tandas interesantes en redondo. La izquierda también fue llamada a mostrar el oficio. La actuación fue de calidad y conocimiento. Desafortunadamente la espada en tres intentos privó al español del corte de un trofeo. Pitos al toro, silencio para Escribano.

Con el quinto Pinar salió picado para poder triunfar. Zaragatero fue el toro de Dosgutiérrez al que lanceó de las tablas al centro del ruedo sin fijarse en filigranas. En varas el toro tampoco auguraba nada bueno.

Pinar brindó uno sin sabor, llegó a la cara del toro a tratar de sacar partido dejando la muleta en la cara para tirar con ella las embestidas irregulares del toro.

El español se inventó un texto para poner en tablas una obra que no tenía ningún futuro. Pinar porfió y sacó hasta lo que no había. Hubo música y palmas de cariño a la voluntad y honestidad del torero. Dejó como máxima muestra de técnica una estocada completa a toro parado. Sin puntilla y una oreja muy justa. Pitos al toro.

Juan Sebastián Hernández

El torero colombiano Sebastián Hernández hizo el tercer puesto y para ello un Violinista de Dosgutiérrez, con 530 kilos y más de cinco años. Hernández lanceó poco a uno que salió suelto y más que ello abanto.

Sebastián brindó al público. La labor del nacional rápidamente fue a buscar el lucimiento con uno que gazepeaba al punto de irse del engaño caminando con rumbo a los corrales. El manso se cargó las ilusiones del sogamoseño, que quiso hacer las cosas bien, pero «cuando no se puede, no se puede y además es imposible». La espada no cerró prontamente el tormento del manso. Palmas a Hernández como reconocimiento a su voluntad. Pitos al toro.

Al cierre, tras poca materia prima en toda la tarde, Sebastián Hernández no la tenía fácil y se alistó a lidiar a Cuencanito, el último de Dosgutiérrez.

Con valor se paró en el tercio para darle mucha tela a uno que no dejaba ver cosas prometedoras, pocos y de varias facturas fueron los lances de ganas. Hubo más deseó que técnica. Vara a un faltó de bravura y desilusión ante lo visto.

Con la muleta las cosas no prometían mucho. El colombiano armó el paño y salió a buscar el lucimiento. Por el pitón derecho le permitió a Sebastián armar una tanda inicial aprovechando el paso del toro. La inercia ayudaba a que pasará tras el trapo rojo. No hubo coherencia en las ejecutorias, pero la voluntad podía con eso. Había que agradar y Sebastián lo tenía claro.

La espada entró con suavidad luego del deseo del colombiano. Pañuelos a las manos y una oreja a la voluntad.

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