Crisis… Coyuntura de Cambios de una Realidad

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Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora

La determinación de dos Rejoneadores, diez Matadores y un Novillero de renunciar al colectivo colombiano que los agrupa, haciendo uso de su valioso derecho constitucional, ha generado controversia en la familia taurina nacional.

Ubaté – Colombia. Es cierto que los tiempos actuales no están favoreciendo el ejercicio taurino de nuestro país, hoy se tienen expectativas tal vez negativas con referencia al tema, pues cada día y con ayuda de las redes sociales, se esparcen innumerables argumentos falácicos sobre la liturgia cultural del toro bravo. Sumado a ello, existen también personajes que, para sustentar su labor o cargo en los diferentes escenarios, no tienen más argumento sino el de cuestionar la naturaleza, el ritmo de las cadenas tróficas, los ciclos de vida, sin ni siquiera conocer las zonas rurales, lo más cercano a ello y con el mayor de los respetos, son los campos de golf.

El gremio de Toreros en nuestro país, durante décadas ha venido como colectivo ejerciendo su labor de velar por los intereses de los asociados con bastantes aciertos, pero unido a esos triunfos tan significativos, también existen algunos desaciertos que han dado origen al cuestionamiento de sus buenas funciones por parte de algunos de sus afiliados. En el olvido muchas veces se pone lo cotidiano, pero año tras año las formas, modos, número de festejos, exigencias, entre otras cosas de las ferias taurinas cambian y por tanto cobra una importancia prioritaria la dinamización de los articulados estatutarios para que el propósito fundamental de la agrupación se ejerza en iguales proporciones a todos sus miembros, esto no quiere decir que únicamente se ponga el dedo en llaga, sino que es hora de realizar procesos de reingeniería para que los objetivos no se refundan en formas o trámites de la intención principal de la asociación.

Claro, surgen interrogantes con la decisión tomada por estos trece profesionales de la tauromaquia, que en lo reconocido como «tiempos difíciles», aparentemente no deberían ejercerse este libre derecho de pertenecer o no a una agremiación, pero lo que sí es seguro es que hubo motivaciones que los llevaron a tomar esa decisión y eso no es el centro de nuestra información. Algunos dirán que «la ropa sucia se lava en casa», pero los ritmos de vida han cambiado y ya ese adagio popular se degradó en su entendimiento, porque a diario salen a luz una serie de atropellos a los derechos fundamentales de niños, niñas, adolecentes, mujeres y hombres en sus propios hogares, que hace repensar si es bueno el silencio. Lo cierto es que todas estas circunstancias se vienen dando por la ausencia real y tangibles de valores (respeto, honestidad, equidad, libertad, tolerancia, justicia, etc.).

Ahora bien, si se toma el ángulo de legalidad de la determinación de estos Toreros, debemos recordar que en el año 2000 se estableció la ley 584 que derogó y modificó algunas disposiciones del Código Sustantivo del Trabajo y que en su articulado hace referencia a lo dispuesto en artículo 39 de la Constitución Política de Colombia con relación al derecho de la libre asociación de empleados y trabajadores para defender sus intereses profesionales; también enfatizó en su artículo segundo que «los sindicatos son organizaciones de libre ingreso y retiro de los trabajadores. En los estatutos se reglamentará la coparticipación en instituciones de beneficio mutuo que hubiere establecido el sindicato con aportes de sus miembros…«. Esto citado, a groso modo afirma que la decisión tomada por los dos Rejoneadores, los diez Matadores y el Novillero de renunciar al colectivo colombiano es válida y no tiene objeción. Con referencia al desarrollo de su trabajo, lo pueden realizar sin ninguna preocupación, eso sí dando cumplimiento a lo establecido únicamente en la ley nacional con referencia a su ejercicio profesional.

Lo cierto en estas instancias es que la «crisis», palabra que a veces nos aterroriza, no es nada más que una «coyuntura (conjunto de circunstancias, hechos importantes o históricos, contingentes y cambiantes que determinan una situación) de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución«, para replantear, fortalecer y dimensionar el ejercicio taurino, genera algo de incertidumbre el salir del confort o romper paradigmas, pero es lo que corresponde hacer para buscar entre tanto ataque, la forma de contrarrestar y anular esa conductas animalistas por el bien del arte cultural taurino, eso sí sin negar o limitar a nadie sus derechos por su forma de asumir, ver o ejercer su desarrollo profesional. El llamado es mejorar, proyectar y perpetuar la tauromaquia y no a contribuir con su desaparición.

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