100 años de Manuel H., el fotógrafo del gran álbum de Bogotá

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Hace un siglo nació uno de los reporteros gráficos más importantes del país. Hoy está en Instagram.

Redacción: Ana Puentes eltiempo.com

Si en 2020 Manuel H., el mítico fotógrafo bogotano, estuviera vivo, habría enloquecido con la cuarentena estricta que hoy reina sobre su ciudad. Sin duda, dicen sus herederos, se habría colgado su Olympus Pen al cuello y habría salido a la carrera Séptima a fotografiar la pandemia.

Y si para su cumpleaños número 100, este 14 de julio de 2020, Manuel H estuviera vivo esbozaría una sonrisa al saber que su nieto creó la cuenta de Instagram foto_manuel_h y que allí empezaría a albergarse parte de su obra, al alcance de todos como siempre quiso.

Aunque Manuel H no está vivo, hoy sigue aquí. Está vivo en forma de un archivo fotográfico de más de 700.000 negativos, uno de los más grandes del país, en forma de una cuenta de Instagram que renueva la forma conservación de su legado y en forma del infinito amor de sus hijos y nietos que, con sus propias manos y recursos, se las ingeniaron para celebrar su centenario.

“Es retomar la lucha que hizo mi abuelito por enaltecer la reportería gráfica y por registrar historias. Yo creé la cuenta de Instagram hace un año, después de meterme al archivo a buscar unos negativos”, cuenta Manuel Humberto Rodríguez, su nieto, desde el marco de la puerta del archivo: un cuarto en su apartamento en el centro de Bogotá con tres estantes cubiertos por películas de plástico y que contienen decenas de archivadores y cajas en los que se depositan las guías y negativos 6 x 6, 35 mm, a color y de placa del enorme trabajo gráfico de Manuel H.

Fotos: César Melgarejo / EL TIEMPO.

En Instagram, la Bogotá del siglo XX revive en forma de posteos e Instagram Stories bajo los ojos del maestro.

En la cuenta hay de todo. Desde las famosas fotos del 9 de abril de 1948 que muestran el cuerpo de Jorge Eliécer Gaitán, rodeado de enfermeras, el retrato del rostro destrozado de Juan Roa Sierra y las evidencias del destrozo y el caos; los desfiles de políticos, reinas de belleza y otras personalidades del país; y el inicio de las obras del Aeropuerto El Dorado, Corferias y las grandes avenidas capitalinas.

Hay, también, auténticos tesoros e imágenes inéditas como la primera fotografía a color de Manuel H (un retrato a Luz Marina Zuluaga antes de que fuera Miss Universo), fotografías de producto, tomas aéreas y cotidianidad, vida diaria, la normalidad inmortalizada: un niño abandonado sobre la carrera séptima en los años 60, un lotero de ruana y sombrero paseando por el centro, una niña de los años 50 posando en su primera comunión, un carro de Bomberos navegando por la avenida Jiménez en medio del desbordamiento del río San Francisco…

Manuel H

El cuerpo de Gaitán el 9 de abril de 1948.

La cuenta también tiene imágenes de Manuel H. en acción: en su estudio, en su amada Plaza de Toros (donde lo despedirían sus amigos en 2009, el año de su muerte), en una esquina del centro listo para obturar con su Rolleiflex y su flash al cuello e, incluso, en su baño, tomándose, quizá, la primera selfie de la historia de Bogotá.

Que estas fotografías pasen al plano digital y al de las redes es un paso enorme. Aunque el archivo siempre tuvo sus puertas abiertas para los bogotanos, el acceso a él dependía de la disponibilidad horaria de la familia y se limitaba, por protección de derechos de autor, en un vistazo a la historia; también algo de él hay en la Biblioteca Nacional, o en el Museo de Bogotá, pero es apenas un trozo del enorme álbum. La cuenta de Instagram le permite a los curiosos tener unos minutos más a solas con ese instante capturado por Manuel H..

Manuel, su nieto, se ha gozado explorar, seleccionar, escanear y postear las mejores fotos. Ni siquiera él, que compartió desde los 17 años con Manuel H., conoce todo el archivo. “Yo casi no me meto aquí, es como algo sagrado”, dice. Por eso, toda la campaña en memoria del abuelo la ha hecho bajo el aval de los hijos, especialmente bajo la guía de Margarita y Mauricio Rodríguez, quienes heredaron la profesión y fueron quienes acompañaron al fotógrafo en su labor casi toda la vida.

Es Margarita quien sí lo conoce punta a punta. “Está organizado cronológicamente y en orden ascendente. Si mi papi tomaba una fotografía se revelaba, se numeraba, se hacían contactos, se describía la colección y se organizaba”, detalla Margarita, que recién llega al apartamento del su sobrino. Con más confianza y soltura, a sus 64 años, entra al cuarto, toma uno de los ‘folder’ y expone la mayor herencia que le dejó papá: una memoria prodigiosa. Reconoce personajes, años y los relatos detrás de cada foto.

Manuel H.

Manda a sacar el ‘folder’ de credenciales y expone una infinidad de carnets que lo acreditan como reportero gráfico, los recortes de prensa con sus fotos en portadas de EL TIEMPO, El Espectador y otra infinidad de diarios y los registros de visitantes que, año a año, atravesaron la icónica puerta verde de la Casa de la Esquina de los Tres Puentes, ubicada en la carrera séptima con calle 22, para visitar la antigua y más famosa sede del archivo.

En una de las páginas de la agenda de registros está el dibujo de uno de sus nietos deseándole un feliz cumpleaños y retratándolo, con trazos infantiles, frente a su amado portón verde. Más adelante está la consigna de la visita del periodista Pedro Fuquen el 16 de enero de 2004: “Manuel H no solo es el fotógrafo de la historia de Colombia, sino es el que guardaba los recuerdos de muchos colombianos dentro de los que a mucho honor me encuentro”. 

Manuel H

Precisamente, el ejercicio de compartir el archivo desde Instagram tiene también, un segundo objetivo. “En esa red social, la gente me ha escrito contándome cosas que ni yo sabía sobre las fotos. Me dicen ‘Yo viví ahí, allá funcionaba tal cosa’. Por eso abrí una historia destacada en Instagram que se llama ‘Todos ayudamos’ en la que resaltamos el aporte de las personas que nos indican qué hay allí o quiénes son los personajes. Es muy chévere porque enriquece el archivo. A lo largo me imagino digitalizarlo todo y que la gente se reconozca o reconozca a su familia en una especie de gran álbum de Bogotá”, dice Manuel.

“Pasó una vez en una exposición que hicimos. Era una fotografía de un desfile militar que mostraba a los niños sentado en el andén. Y un señor, ya mayor, llegó, se reconoció y exclamó ‘¡Mire Manuel H., este soy yo!”, cuenta riendo Margarita, a quien también le hace mucha ilusión esta idea: “es volverlos a todos propietarios de su historia”.

Un asunto de familia

En vida, Manuel H. fue reconocido por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional Vida y aplaudido por políticos, artistas y admiradores de su obra. Y, con el esfuerzo de toda una vida, organizó y escogió lo mejor de su obra en los recovecos del segundo piso de la Casa de las Tres Esquinas, donde estuvo desde 1952.

Pero, después de su fallecimiento en 2009, las cosas se complicaron. El estudio se llenó de humedad en medio del abandono de la vieja casa del siglo XIX y, en 2014, por solicitud del dueño, la familia tuvo que salir y repartir el tesoro en distintas casas. Su nieto Manuel tiene los negativos y otra nieta, las 220 cámaras.

En esta última década, la familia ha dedicado tiempo y recursos en el registro de la obra y en la búsqueda de una entidad que guarde el archivo como se lo merece.

Archivo Manuel H.

“Nosotros estamos haciendo la vuelta para registro de derechos de autor y de allá nos lo han devuelto tres veces porque, en primer lugar, es enorme y porque para poder registrar hay que cotejar cada imagen. Nosotros ya levantamos una base de datos y reprodujimos los muestrarios donde caben 36 fotos por hoja. Hay bloques de negativos que quedan bajo una sola descripción… en ese ejercicio llevamos más de tres años . Pero ellos quieren que registremos, en detalle, imagen por imagen”, explica Margarita y, sobra decir, que una labor así sería titánica. La familia cree que es posible registrar en bloque las fotos por temas, pero eso implicaría dedicar otro buen tiempo.

De otro lado, el destino del archivo tampoco ha podido definirse. Todo depende de las negociaciones y de que la familia tenga la tranquilidad de que la entidad que custodie los negativos lo haga de la mejor manera.

Y no es cosa menor. De manera fortuita, parte del archivo más valioso se perdió hace unos buenos años. «Eran negativos del Bogotazo. . Entre esos está la fotografía del cadáver de Roa Sierra abandonado por los manifestantes al frente del Congreso», dice Manuel. Y de la foto no queda sino el cuento: «Para tomarla, mi abuelito se amarró un pañuelito blanco y a un desconocido le hizo armar una improvisada banderita blanca para acercarse a tomar la foto».

Manuel se aprendió la historia del abuelo y la cuenta como si fuera él mismo el de la historia. Desde los 17 años le siguió los pasos y aprendió con él a revelar las sombras en los laboratorios entre pilas de químicos, negativos, cámaras e historias.

Y lo que no se sabe, lo lee. Sobre el sofá reposa un libro del Ministerio de Cultura que contiene un perfil hecho por Miguel Ángel Flórez, uno de los mejores sobre el fotógrafo bogotano. Está firmado y dedicado, de maestro a pupilo: «Mi chino: te agradezco tu fotocopia de la ‘estampa’ de tu abuelo y maestro. Que sigas bien. Manuel H.»

Mientras eso sucede, hijos y nietos del maestro trabajan en los últimos detalles del homenaje. Comenzaron solos, intuyendo y ensayando, pero, en el camino, se les unió el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional y la Universidad de los Andes para hacer una transmisión por Facebook Live. Comenzará a las 4 p.m. con un conversatorio y seguirá a las 6 p.m. con la apertura de la ‘La Urna del Centenario’, una colección de ‘memofichas’ físicas y digitales con datos del fotógrafo, diseñada por su nieta Sofía Rodríguez.

“Sentimos que en estos 10…11 años después de su muerte, el nombre de Manuel H. dejó de sonar y no queremos que nadie lo olvide”, comenta Manuel mientras camina por el centro en dirección al antiguo estudio. “Mi papi creía en el valor de que los chicos conocieran la historia de la ciudad. Y yo estoy convencida de que las fotografías hablan y transportan en el tiempo”, agrega Margarita.

Hija y nieto llegan a la casa donde estaba el antiguo estudio. El portón ya no es verde y allí, en esa enorme casa restaurada por el empresario Carlos Carvajal ya no queda rastro de Manuel H., salvo un detalle. “El hombre nos permitió dejar el aviso y la firma de mi abuelo que estaban en la pared”, dice Manuel y, con su tía, posan orgullosos frente a la cámara. Esa foto también habla: la huella de los grandes es indeleble.

 

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