Apunte de Juangui: 7 Orejas, 7 Toros y 7 en Hombros

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Siete personas salieron en hombros, siete toros se lidiaron y siete orejas se cortaron, el número mágico de una corrida que ya hace parte de la historia.

Redacción: Juan Guillermo Palacio – Foto: Juan Pablo Garzón Vásquez

Bogotá – Colombia. Al final siete personas salieron en hombros por la puerta grande de la Santamaría, récord mundial: Juan de Castilla, Sebastián Castella, Andrés Roca Rey, el ganadero Juan Bernardo Caicedo, su hijo mayor, el empresario de Casa Toreros, Pablo Moreno, y su mano derecha en Colombia, el también criador Alberto Cediel.

De nuevo Castella dejó constancia de su reconexión con la vida y el mundo. Su tauromaquia se ha nutrido de sensibilidad, de amor. Cuida los detalles, es caballeroso con las cuadrillas, propone ideas inspiradas en la franca “solidarité”, e infiltra de alma su conexión con el toro, ejecutando lances y muletazos que llenan de espiritualidad la existencia de los privilegiados que lo ven torear.

Llenó las pupilas en series de toreo caro, e las que llevó imantados a los toros hasta el más allá.

Se fue adelante en el marcador con dos orejas. Con el cuarto iba bien, hasta que el toro empezó a cojear y Sebastián no tuvo más opción, ante la desigualdad de condiciones, que concluir la faena.

Picado por ganarle la partida a Roca Rey, regaló el séptimo, al que le exprimió toda su “toreabilidad”. Primero de rodillas, luego a media altura y al final con toreo largo o desmayado. Dos pinchazos le dañaron su plan de batalla y su mejor obra.

Eso sí, compuso un momento sobrehumano: le pidió a el Piña, banderillero con galones que se retiraba, que pusiera los tres pares al cuarto; el mismo Castella tuvo el honor de llevar la brega. En 31 años de oficio, nunca antes el Piña había expuesto tanto antes de clavar.

Andrés Roca Rey no se dejó ganar la pelea de Castella. Derrochó mando y seducción ante su primero. La Santamaría no resistió, se puso de pie y le honró recordándole la grandeza de su profesión. Lo empató con 2 orejas, resultado que no pudo repetir con el quinto, un toro que no tuvo fuerza, bravura ni nada.

El colombiano Juan de Castilla les ganó numéricamente la partida. No se amedrentó con el resultado parcial ni con el peso de sus compañeros de cartel. Le cortó una oreja a su primero, un toro acobardado desde la primera serie. Fue hasta las tablas y allí le robó tres tandas a punta de querencias: las del toro y las de él. Dejó un estoconazo fulminante. Ese espadazo y el fervor de sus compatriotas le dieron una oreja.

Salió a torear el sexto consciente de que les podía ganar. Exprimió al sexto, menos lucido con el capote, muy poderoso con la muleta. Derrochó mando, ligazón y algunos momentos de arte. Fue inteligente, mostró al toro hasta que se lo indultaron, de paso cortó las dos orejas sin tener que tirar la carta de espadas.

Castilla es un volcán. Le sobra personalidad. Tiene carisma. Sabe lo que quiere. Puede con los toros, los entiende. Garantiza emociones y rivalidad. No importa que sean las figuras.

También vimos buenos pares de banderillas y bregas de libro: de Raphael Viotti, Ricardo Santana, Emerson Pineda, Álex Benavides y una obra maestra del colocado de Roca, Juan José Domínguez.

Todos ellos debieron salir en hombros por la puerta grande. También los mozos de espada, y los policías que prestaron seguridad, y los aficionados que creyeron, y todo el equipo de Casa Toreros.

Los mexicanos trabajaron duro y arriesgaron capital. Organizaron una temporada relámpago en treinta días. La hicieron con categoría.

Dieron lecciones sobre cómo reposicionar la corrida de toros en una sociedad en la que un sector de la clase política que dice ser de pensamiento liberal, por ende defensora de la diversidad y de todas las expresiones culturales, solo lo pone en práctica con las expresiones que a ellos les parece bien.

Síntesis del festejo:

Temporada de Bogotá 2020. Sexta corrida. Domingo, 1 de marzo del 2020. Tarde soleada. Más de tres cuartos de asistencia. Se lidiaron siete toros de Juan Bernardo Caicedo (encaste Domecq), bien presentados, en su tipo. Cuatro con “toreabilidad”: segundo (premiado con vuelta), tercero, sexto y séptimo. El sexto “Talentoso”, 63, fue indultado, una decisión discutida, pues apenas si se arrimó al caballo de picar. El primero fue cambiado por lesión en una de sus manos; el quinto también mostró un daño similar, aunque se pudo lidiar; tercero y cuarto resultaron mansos. Sebastián Castella: 2 orejas, palmas y palmas. Andrés Roca Rey: 2 orejas y palmas. Juan de Castilla: 1 oreja y 2 orejas simbólicas (indulto). Se despidieron como banderilleros Wilson Chaparro “El Piña” y Miguel Aguilar.

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