Un interesante encierro de Vistahermosa luego de 16 años de ausencia en la Santamaría, con todos los matices propios del encaste Santacoloma y una terna de nacionales que devuelven las esperanzas al toreo Colombiano.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora – Fotos: Juan Pablo Garzón Vásquez
Bogotá – Colombia. Asistimos a la cuarta corrida de la temporada bogotana evidenciando una vez más que el querer es poder, que el respeto se gana con educación, esfuerzo, disciplina, que las condiciones climáticas no son impedimento para el buen aficionado, que la variedad de encastes enriquecen la liturgia, que los toreros nacionales necesitan de oportunidad y que los taurinos no requieren de sistemas de seguridad complejos para admirar la representación viva de la realidad entre el encuentro del toro y el torero.
En una tarde agradable, fría como lo es Bogotá, se dio el cuarto festejo de la temporada capitalina donde una vez más y luego de dieciséis años se vivieron las grandes emociones que deja el inconfundible ímpetu del toro Santacoloma, esa casta, esa alegría que expresa cada burel, llega al tendido haciendo vibrar entre el ole y el aspaviento, mostrando que el encuentro con el torero es una verdad donde se juegan la vida, donde el instinto animal recobra esa importancia para que la inteligencia, actitud y arte del coletudo, imprima la belleza necesaria en cada una de las suertes. La bravura, la clase y la nobleza del astado, que son cosas a favor de la liturgia, son las que hacen que unas sean de cal y otras sean de arena.
El manizalita José Arcila hasta el momento se ha convertido en el primer torero de esta temporada en abrir el cerrojo de la puerta grande del recinto taurino de la calle veintiséis, se llevó un lote con muchas virtudes, las manejo, dosificó y rubrico para llevar a su esportón, tres de los cuatro trofeos posibles, mostró variedad, temple, decisión, inteligencia y arte en cada comparecencia, incluso sufrió los golpes que deja esta profesión cuando se pisan los terrenos del toro, serían más cuartillas si a detalle se describiera esta actuación, pero la verdad sea dicha, es un torero con muchos méritos para verle con mayor constancia en los ruedos del país. El caleño David Martínez también imprimió lo suyo en este festejo que lo confirmo como torero, probablemente hay una cara y cruz en su comparecencia en la primera plaza del país, razones hay muchas, pero se debe decir a favor del torero que hay un gran potencial, que en la medida que le vemos hay avances gigantescos y que otras oportunidades las alegrías serán muchas.
Moreno Muñoz, torero bogotano, gran señor y gran torero, no la tuvo fácil, lidio tres y ninguno le aportó para su expresión, como se acuña en estos andares “la suerte está echada”, no valió de mucho esa gran decisión, arrojo, voluntad y ganas, viéndolo se me asemejaba al castillo de naipes, se derrumbaba al momento de ver el comportamiento de sus ejemplares, pero ya vendrá la tarde de gloria, ojalá sea pronto porque la tauromaquia lo necesita. Reitero, unas son de cal y otras son de arena, que le vamos a hacer.