Esa doble versión de Doctor Jekyll y Mister Hyde que siempre ha acompañado a Talavante y le ha señalado como genio completo de la Tauromaquia también puede hacer que este 2020 sea una moneda al aire.
JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Lo malo que tienen las apuestas, en general, es que no siempre se gana con ellas. Es más, si lo más habitual fuera ganar no habría bancas que se forraran. Lo que no es tan común -ni tan lógico saliendo del mundo del toro- es que se abronque y se vilipendie a quienes decidieron jugarse la carrera -y la vida- en este rito. Talavante es uno de ellos, aunque sea de dudosa corrección la gestión de sus tardes ya incluso antes de parir la temporada.
Todos sabemos lo genial que es y los momentos inolvidables que ha hecho pasar a mil y un millones de aficionados, pero esa doble versión de Doctor Jekyll y Mister Hyde que siempre ha acompañado a Talavante y que le ha señalado como genio completo de la Tauromaquia también puede hacer precisamente en este año que sea una premonitoria moneda al aire. Porque esa irregularidad se aguanta con cincuenta llamándote Talvante, pero ay con veinte…
Y eso que el planteamiento era otro: Arles por encima de todas las cosas. Hasta que salió Resurrección. Y dos más en Sevilla. Y tres ahora en San Isidro. Lo imprevisible de los genios, que ni siquiera ellos saben por dónde van a salir. Y por eso se glorían o se entierran. Y también por eso el 2020 terminará con el endiosado torero de siempre o con el taciturno epílogo del 18.